24 - Destroyed

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Sus manos temblaban a la par que el director modulaba. Su voz ronca sumada a un rostro totalmente serio y enojado, no le permitían atreverse a mirarlo a los ojos. Ella escuchaba con atención a pesar de querer que la tierra la tragase. Sus buenas calificaciones y promedios prácticamente le habían salvado la expulsión. El director lo tomó como un pico de estrés a tratar. No le quedaba otra alternativa, ella acababa de aceptar ver al único psicólogo y tutor del instituto todos los días después de clases. Lo que significaba que sí tenía pensado volver al club de voleibol, sólo podría hacerlo en las prácticas matutinas, siempre y cuando aún sea bienvenida.

No estaba segura si era algo que quería descubrir en esos momentos.

Luego de finalizar la reunión, salió del despacho encontrándose con Hayama, quién la había esperado en el pasillo. No le importaba perder la primer hora de clase, él quiso estar ahí para ella a pesar de que no pudo ingresar.

—  Entonces, luego de que termine la práctica de la tarde, vendré todos los días a buscarte para volver a casa juntos.

Prometió él con total seguridad. Inoue lo miró sorprendida y muy agradecida aunque no estaba muy de acuerdo.

—  No es necesario que lo hagas, estaré bien.

Koutaro se había aferrado mucho más a ella después de lo ocurrido, y ella no podía evitar sentirse una carga y molestia a pesar de que su amigo le dijera lo contrario. Él lo hacía porque quería. Él lo hacía porque le nacía acompañarla y asegurarse de que realmente esté bien. E Inoue lo apreciaba con todo su corazón.

—  ¡No se discute! — la regañó quitándole toda libertad de queja y la tomo del brazo prácticamente arrastrándola — Ahora vamos a clase antes de que el profesor nos mande tarea extra por llegar más tarde.

La verdad era que Akane no quería pisar su aula. En realidad si fuera por ella jamás volvería a esa escuela. Si antes la veían como un monstruo, ahora la verían como una loca suicida. Había safado del ingreso, debido a que llegaron tarde y se dirigió directamente al despacho del director, pero ahora ¿Cómo huir de la mirada de todos sus compañeros de clases?

Cruzaron la puerta de su salón y el corazón de la peligris se aceleró tanto que creyó que su pecho iba a explotar. Sus pulsaciones se habían ido por las nubes, en cualquier momento se desmayaría, pero no oyó susurros. No oía murmuros con su nombre como título. Veía miradas silenciosas, miradas decoradas con pena y otras simplemente no la miraban. Ya no sabía como descifrar cada una de ellas.

¿Acaso tenía que hacerlo?

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La campana finalizando las clases se hizo escuchar. Inoue suspiró con cansancio intentando guardar sus cosas en su mochila con suma calma mientras sus compañeros huían como coyotes del salón. Hayama fue uno de esos, sin antes recordarle que vendría por ella ni bien pudiera escapar de la práctica.

Tuvo la primer reunión con su tutor. Un señor de unos cuarenta y tantos. Canoso de tes clara. Inoue no quería saber nada al respecto de dar explicaciones, siendo que era algo que le dolía escarbar, pero aquel señor no la miraba con ojos profesionales, no la miraba como un nuevo experimento para su currículum; sino que con cada palabra que ella decía, con cada tembleque que escapaba de sus labios, él buscaba sólo escucharla. Un hombre sabio, fue lo que ella absorbió al finalizar el día. No tuvo miedo de ser juzgada, no lo fue. Y eso fue comenzar con el pie derecho. Por un momento sintió la esperanza de ser salvada.

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No había una sola alma en los pasillos del edificio. Ya todos debían estar en sus respectivas casas y los pabellones deportivos vaciándose de a poco. El atardecer comenzó a caer quedando a un paso de presentar la oscuridad de la noche.

Abrió la puerta principal dispuesta a esperar a su amigo, pero descubrió que alguien más la esperaba a ella.

O mejor dicho, dos personas que no esperaba ver en mucho tiempo. El cuerpo de Inoue se tensó tanto que no pudo caminar más. Uno de ellos se le acercó y ella apenas pudo modular alguna sílaba al verlo con el rostro tan fruncido. Apenas podía reconocerlo.

—  ¿Pa... pá?

¿Acaso iba a abrazarla? ¿Iba a llenar con tan sólo ese gesto toda la falta que le había hecho? ¿Que hacían ahí? ¿Yukio los habrá llamado? ¿O tal vez el director?

Mamá ¿Por qué no estas caminando hacía mi como él lo está haciendo? También te necesité. ¿Por qué no me miras? ¿Qué cosa más importante hay en el suelo para lo que lo mires con tanto dolor en tus ojos?

Espera.

¿Por qué mi mejilla de repente comienza a arder y doler? ¿Por qué no siento tus brazos rodeándome?

¿Por qué me miras con tanto odio?

—  ¿No crees que ya tenemos suficientes problemas para que nos hagan venir por estas estupideces?

El corazón de Akane acababa de quedar petrificado. Sus pulmones dejaron de funcionar de la puñalada que acababa de recibir. Fría, sin piedad. Sus ojos abiertos de par en par mirando su lado izquierdo debido al impulso de la mano de su padre al chocar su rostro. No tenía la fuerza de voluntad suficiente para retomar su postura, y mucho menos para mirarlo a los ojos. Esos ojos azul profundo que de alguna manera ella había heredado. Detrás de sus pupilas doradas, esas que su madre le había obsequiado.

¿Realmente esperaba consuelo de su parte? ¿Desde cuando? Maldita ingenua.

—  Te vienes a Kanagawa ahora mismo.

Su padre tomó con agresividad su muñeca dispuesto a llevársela por la fuerza al ver que ella no se movía un milímetro. Pero otra mano sujetó la del hombre con firmeza.

—  Le ordeno que no vuelva a tocarla.

Akashi lo miraba con una heterocromia totalmente revolucionada a punto de devorarlo. Una mirada que si te atrevías a cuestionar, no vivirías para contarlo. El fuego que emanaba sus pupilas obligó al hombre a soltar bruscamente a su hija, quien por cierto ya no tenía reacción en el asunto. Sus ojos estaban apagados, sus labios formaban una línea recta, su rostro no contaba con una expresión.

—  ¿Quién te crees para hablarme así, niño?

Sí bien el señor Inoue la soltó, Seijuro no sólo no despegaba sus dedos de su muñeca, sino que se aferraba con más fuerza demostrándole que las cosas no quedaban ahí y que no le tenía miedo.

—  Mi nombre es Akashi Seijuro, y su hija se quedará aquí conmigo. — por primera vez la madre de Akane levantó su mirada asombrada — Desaparezca de mi vista si no quiere que termine de hundir su empresa.

El hombre no sólo se sorprendió también, sino que se ofuscó más. Miró a su desorientada hija ignorando al pelirrojo.

—  No sólo arruinas la reputación de la familia y pones en peligro tu futuro, sino que también traicionas tus ideales aliándote con la competencia. Te quitaré todo, así que piensa que es lo que vas a hacer de aquí en adelante porque no volverás a ver una sola moneda de mi parte.

Ese fue el pie final para que ambas personas se marchen. La señora Inoue parecía tener mucho para decir, pero por algún motivo no lo hizo. Vaya uno a saber si Akane siquiera estaba escuchando. Ella parecía seguir en su trance, pero Akashi lo escuchó, fuerte y claro.

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¡Sorpresa! Les regalo otro capitulo 💕

Amo odiarte | Akashi SeijuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora