El bosque de los olvidados

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Cuento para el concurso Cuentame un Cuento de ThePlusGirl

Cuento escrito por Laisha Fernanda Juárez Sánchez

Julián siempre había querido vivir en un bosque, lo que el no sabía, es que jamás había salido fuera de uno

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Julián siempre había querido vivir en un bosque, lo que el no sabía, es que jamás había salido fuera de uno.

El muchacho de 15 años, desde su nacimiento, había escuchado leyendas urbanas de boca en boca sobre el Bosque que rodeaba su pueblo

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El muchacho de 15 años, desde su nacimiento, había escuchado leyendas urbanas de boca en boca sobre el Bosque que rodeaba su pueblo. Algunos contaban que era el hogar de una bruja que merodeaba por allí, mientras tanto, había personas que creían en criaturas jamás antes vistas por ojos humanos, seres mitológicos, y otras personas sin esperanza, simplemente se resignaban a que era un lugar peligroso, únicamente por ser desconocido. Sin embargo, Julián creía que si uno se adentraba al Bosque, sería olvidado.

Julián estaba sentado en una silla de madera frente a su escritorio, en el cual reposaba una hoja blanca de papel junto a varios lápices. Intentaba dibujar su sueño, aunque más que un sueño, eran sus impulsos de ir al bosque, solo que no había imágenes en ese sueño, solo palabras que le gritaban con desesperación y a la vez, susurros que le hablaban con calma.

–¡Julián! ¡Ven al Bosque! ¡Ven con mamá!– le gritaba la voz femenina mientras sollozaba.

–Julián, ven conmigo, acompáñame.– le susurraba otra voz masculina, la cual se escuchaba resignada.

El muchacho no podía apartar esas voces de su mente, eran tan reales, tanto, que lo hacían sentir a Julián tan irreal, una mentira de su propio subconsciente para olvidar su propio sufrimiento. Se levantó de su silla y pasó sus manos por sus cabellos castaños y rizados.

–Me estoy volviendo un lunático, es solo una tontería.– susurró a la nada, intentando convencerse a sí mismo.

Julián caminó hasta la puerta, no si antes escribir en la hoja, Ah Puch, palabras desconocidas para el, sin embargo eran parte de sus impulsos de ir al bosque, y de la misma manera, desconocidas. Pasó por la sala de estar de su casa, y cuando se encontraba a punto de salir, la voz de su abuela lo frenó.

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