Solo tenía 12 años cuando ocurrió esto, era domingo y mi padre me mando a hacer un recado, tenía que llevarle un libro a un amigo suyo que se lo había prestado.
El día estaba nublado y habían caído unas gotas, a mí no me importaba salir así me daba un poco el aire y desconectaba de la tele.
Con una mano en el bolsillo y la otra sujetando el libro andaba por las calles de mi barrio, hay solo reinaba el silencio ya que era domingo por lo tanto las tiendas estaban cerradas y al estar el día estaba nublado era otro motivo de que no hubiera nadie en la calle, solo yo.
Mientras andaba escuche el ruido de un auto, no me importó ya que estaba al lado de una carretera.
Cuando me dirigía a cruzar una carretera un taxi causó sin darme cuenta que venía, no pude verle la cara porque tenía una capucha negra que le impedía verle el rostro.
Al llegar al portal de un pequeño piso donde vivía el amigo de mi padre llame al porterillo y la voz de uña hombre que parecía amable me abrió la puerta, subí por las que escaleras ya que era solo un primero, llama al timbre y el hombre me abrió la puerta con una sonrisa y me dijo: —Hola muchacho, ¿Cómo estas?— Le devolví el libro y la dije que estaba bien, me preguntó si quería pasar y tomar y vaso zumo, le dije que no porque tenía ganas de jugar a un nuevo juego de mi tableta y además tenía un poco de hambre porque eran las 13:30.
Mientras volvía de regreso a casa el taxi de antes se paró impidiéndome el paso, sin mostrar el rostro me dijo: —Hola pequeño, ¿sabes que? me encanta jugar con los niños por eso...— yo aterrorizado daba pasos lentamente hacia atrás mientras giraba él hombre la cabeza lentamente hasta que me enseñó el rostro al mismo tiempo preguntándome: —¿QUIERES JUGAR CONMIGO?— Los ojos se me puso como platos mientras observaba ese rostro, no tenía ojos sino dos agujeros negros y profundos y con la boca manchada de algo rojo, era sangre, lo supe por el olor que procedía de su garganta.
Yo preso del pánico empeze a correr sin parar hasta que llegue a casa, decidí no contarle nada a mis padres ya que no me Ivan a creer nunca.
Desde ese día no volví adormir bien, porque además del rostro de ese hombre siempre llamaba a mi móvil un teléfono desconocido y siempre tenía que cogerlo sino insistía más y más, era siempre ese hombre, el del taxi y decía: Estoy en alguna parte de la casa, búscame— A parte del miedo que suponía saber que ese hombre este dentro de nuestra casa es saber dónde está escondido, yo lo sabia, estaba debajo de mi cama, no sé que podría hacerme si lo encontraba, ni deseo saberlo.
FIN
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UN TAXISTA QUIERE JUGAR CONMIGO
Horror¿Habéis visto alguna vez un taxi? Seguro que si, los taxi son un medio de transporte muy bueno, pero... créeme si veis este taxi estáis condenados. PARA SIEMPRE