El Automóvil

12 0 0
                                    



- Era de noche, la más fría de ese año. La verdad no recuerdo lo que había pasado, ni tampoco dónde me encontraba. Era un espacio muy reducido y muy oscuro. Escuchaba un motor, era como si estuviera en el portamaletas de un coche, no sabía cómo había llegado ahí.

Me dio una muy mala impresión de todo lo que estaba pasando, sentí como mi corazón latía desesperadamente, - algo no anda bien - pensé. Pero lo extraño es que no recordaba nada, ni siquiera el día de ayer.

Lo único que mis ojos podían ver, era una luz que estaba cerca de mi cabeza. Al mirar en ella, pude ver de dónde venía dicha luz. Era la luna, era luna llena y de seguro, era la más grande que había visto. Al mirarla fijamente pude observar como pasaban unas siluetas rápidamente. En ese momento lo comprendí, el motor, el espacio, las siluetas. Me encontraba en el portamaletas de un coche que iba a gran velocidad.

- Pero aún no sabía hacia dónde me dirigía, pero tampoco iba a esperar a llegar al destino. Rápidamente toque mis bolsillos, andaba con pantalones largos, y chaleco muy grueso. En mi bolsillo derecho de mi pantalón tenía mi celular, pero desgraciadamente no tenía linterna. Estaba jodido. - ¡La mala suerte me sigue! - exclamé con mucha rabia, pero no todo estaba perdido, algo me incomodaba en el bolsillo de detrás del pantalón, rápidamente metí mi mano en el bolsillo y en él me encontré con una caja mediana y una caja más pequeña. Como estaba oscuro, no veía, por lo que no podía saber que era, pero afortunadamente aún se encontraba ahí el pequeño resplandor que entraba por el orificio, puse las cajas en el agujero de luz y me encontré que la caja mediana decía; "Belmont" eran unos cigarrillos, y rápidamente metí la caja más pequeña en el pequeño foco de luz y en él decía "Copihue", eran unos cerillos.

No tenía noción del tiempo, - no puedo desperdiciar ni un segundo - pensé, así es que iba a poner manos a la obra para salir. - ¿Qué puedo hacer? - dije en voz baja. Lo primero que se me vino a la mente era verificar mi celular para ver si tenía cobertura, pero para mí desgracia me encontré con que no tenía ningún tipo de señal. Sentía el frío y el pequeño aroma de lo que pareciera ser unos árboles de aromo. Me encontraba en una zona rural, y sentía que el camino era de tierra, ya que el automóvil vibraba demasiado. Ya todo estaba perdido, no tenía nada que hacer, no recordaba nada, me sentía fatigado, no sabía que hacer, pero lo único que me dio a pensar es que me encontraba en un secuestro y no sabía que es lo que harían conmigo.

- Lo único que hice fue rendirme ante el conductor, no sabía si era mejor estar dentro de este portamaletas o estar sólo en mi casa, completamente sólo como siempre eh estado.

Incliné mi cabeza hacia un lado para descansar mis probablemente últimos minutos u horas, de pronto, me llego un olor a bencina, prendí un cerillo para ver de dónde provenía. Al prenderlo me encontré con el depósito de bencina, y por primera vez pude ver todo lo que había en el portamaletas, en él habían unas cadenas, y una maleta muy gruesa, no quise abrirla ya que no me quedaban fuerzas.

- Se me apagó el cerillo, pero quedaban aún dos más, - lo suficiente para prender un cigarrillo - pensé. Al prender el cigarrillo miré el depósito de bencina, lo acerqué y recordé lo solo que estaba en mi casa, solitario al no tener familia ni nadie con quién contar. Lo acerqué un poco más, mientras pensaba si era necesario sobrevivir de este acontecimiento o simplemente acabar tirado en el camino junto con los secuestradores. Lo acerqué aún más mientras me decidía. Pero ya finalmente miré la luna una vez más y toqué el tanque de combustible con el cigarrillo, pensando que sólo se incendiaría el carro. Pero lo que pasó realmente fue algo mucho mejor, ya que explotó todo al instante.

Lo que pensé que iba a ser mejor, acabó siendo peor. Desperté no en mucho tiempo por lo que parece, estaba tirado en el camino, ya no estaba en el maletero del coche, levanté mi cuello para ver mi cuerpo, lo que veía era una verdadera pesadilla - Despiértenme ya por favor - susurré en voz baja. Lo que si veía con claridad era la luna, - tan brillante como antes - pensé. Ya no me quedaban fuerzas para levantarme, menos con un brazo menos, escuchaba arder el vehículo en el que yo me transportaba anteriormente, levanté mi cuello una vez más con la poca fuerza que me quedaba y pude observar piezas rojas por todo el pavimento. En ese momento no tenía la más mínima idea de cómo era que yo estaba vivo y no terminé como el coche rojo que ahora está en llamas. Cerré mis ojos esperando descansar en paz, a pesar del dolor pude lograr quedarme dormido.

Cuando cerré mis ojos, pude ver una especie de un túnel muy oscuro, me sentí muy tranquilo, era una sensación única que jamás antes había sentido, era una paz muy enorme, el silencio era también único, pero en este silencio pude escuchar unas pequeñas voces, eran susurros, miré para todos lados, a lo lejos pude apreciar una luz tenue, al parecer las voces venían desde ahí. Sentí mi cuerpo como nuevo, tenía todas las partes de mi cuerpo, no tenía ningún rasguño. Me acerqué poco a poco a la luz. Cada vez que me acercaba a la pequeña luz tenue me sentía aún mejor que como estaba en plena oscuridad. Asomé mi cabeza por la luz, no podía creer lo que mis ojos veían, era un paisaje hermoso, era todo blanco, a lo lejos pude apreciar un arcoíris y arriba de él pude ver dos soles. No había nadie, - Por fin podré descansar - pensé.

La DecisiónWhere stories live. Discover now