En la habitación más alta y más expuesta de la mansión Wayne. Bruce Wayne se había despojado con rapidez de su traje de murciélago, se había introducido en la tina de agua tibia y se relajaba, mientras una copa de champaña descansaba en su mano. La habitación obsequiaba una vista hermosa a la turbia ciudad Gótica, a través de los ventanales amplios y completamente abiertos.
Estaba tranquilo. Alfred estaría en algún lugar de la mansión, haciendo algún deber. Dick, Jayson, Tim y Damian, estarían en alguna parte de Gótica, "patrullando". Así que, nada interfería con sus planes de esa noche. Sonrió, con su marca personal, esa leve sonrisa cínica. Dejó el champagne a un lado y sumergió sus manos en el agua. Manoseó su cuerpo con parsimonia, ronroneando como un gatito. Pequeños gemidos escapaban mientras comenzaba a acariciar sus pezones, rosáceos y levemente erectos.
Sin embargo, la verdadera diversión comenzó cuando llegó a su agujero. Suave y palpitante, Bruce introdujo un dedo primero, lanzando un gemido que pareció un ronroneo. Comenzó un lento y placentero vaivén, mientras se daba placer a sí mismo. Y entonces, como había esperado; la brisa lo golpeó, levemente anunciando su llegada.
Observó el rostro del hombre de acero. Sus ojos azul cielo, centelleantes; la mandíbula cuadrada, apretada fieramente y dura como la piedra. El súper hombre flotaba en mitad de la habitación, dominante... pero también, pudo notar el murciélago que estaba... excitado.
-Vaya –exclamó Wayne-. Qué situación más incómoda –su sonrisa se enganchó-. Lamento que me hayas encontrado en esta situación Superman, ¿pero no sería más prudente anunciarte?
-¡No juegues Bruce! –su voz sonó demandante y autoritaria. Al murciélago le gustó-. Sabes a que vine ¿qué fue todo ese jueguito con Ivy hoy?
Wayne se encogió de hombros.
-Pamela me cogió desprevenido ¿qué podía hacer? –Batman le lanzó esa mirada cínica y divertida, que sólo funcionó para alterar más al súper hombre-. Relájate, estoy aquí ¿no?
-Por poco, ya te lo he dicho ¡debes tener más cuidado! –Superman hablaba seriamente. Sin embargo, le costaba el mundo entero mantenerse enfocado.
La manera en que Bruce le sonreía; lo incitaba con su cuerpo, mojado y erótico en aquella tina. El súper hombre deseaba poseerlo y, como siempre, Bruce lo sabía. De hecho era bastante obvio, gracias al ajustado traje.
-¡Boy Scout! ¡Vaya material! –una carcajada, no de Batman, sino de Bruce Wayne.
-¿En serio? ¿Te sorprende ahora? –Clark levantó la ceja, intentando seguirle el juego. Tal vez podía ganarle esta vez.
-Mmm, no lo sé, cuando está adentro es difícil medirla –Bruce sonrió mucho más amplio. Ver a Superman sonrojado y contrariado. ¡Cómo le divertía!-. Relájate granjero, está todo bajo control. No tienes por qué angustiarte, de hecho... te noto cansado, como si necesitaras un baño –de pronto, Bruce Wayne desapareció y Batman tomó su lugar.
La expresión divertida desapareció y fue reemplazada por una más... feroz, dominante... manipuladora.
-Metrópolis... queda lejos –comentó Clark, tragando saliva.
-Vaya ¡tienes madera de detective! –comentó sarcástico el murciélago-. ¡No te preocupes! Te permitiré uno de mis muchos baños para que te asees debidamente, de hecho, ya termine con este así que ¡disfrútalo!
Bruce se levantó. Expuso su trasero, redondo y firme al súper hombre, cuya erección amenazaba con desgarrar la tela azul de su traje.
-Serás manipulador... -susurró Clark.
-¿Dijiste al...? –muy tarde. Para cuando se dio cuenta, Bruce ya tenía a Clark sobre él-. Por fin –comentó, casi con fastidio.
Acarició la tela del traje azul, pegada a los pectorales de acero del héroe de metrópolis.
-Ven aquí –Clark pegó sus labios, tiernos y cariñosos a los de Bruce, quien, le respondió con lujuria y glotonería.
El beso fue una amalgama de reacciones opuestas. Los labios amables del Boy Scout se mezclaban con los deseosos del murciélago. Clark, poseído por el deseo, pasó sus manos por el cuerpo lleno de cicatrices de Batman. Llevó sus manos a su trasero y lo manoseó, con cariño, dándole leves apretones.
-¡Como hombre! –le exigió Bruce, demandante. Clark le devolvió la mirada, penetrante.
Superman apretó con fuerza los glúteos del hombre. Jugó con ellos mientras el murciélago le entregaba su boca para que explorara cada rincón. Bruce, toqueteó el cuerpo, fornido y musculoso de Superman. Propinó una fuerte nalgada a ese trasero abultado que lo volvía loco.
-¿Qué esperas para desvestirte?
-¡Muy mandón para ser el pasivo! –se burló Clark.
Bruce sonrió. Le concedió esa pequeña victoria al súper hombre. Éste, comenzó a deshacerse de su traje y deleitó al murciélago al desnudar su pecho, suave y cubierto de vello. Descubrió sus piernas y claro, su miembro, que se alzaba tan poderoso como lo era el hombre mismo. Pálido, con aquella punta suave y rosácea, a Bruce se le hizo agua la boca
-¡Espera! –Lo detuvo Wayne antes de que se quitara las botas rojas-. Déjatelas puestas.
Superman obedeció y luego, tomó a Bruce y lo hundió en la tina, causando que ésta se desbordara. Ambos se recostaron el uno contra otro, sus miembros, tocando las pieles de sus pectorales mientras, palpitaban producto de los apasionados besos.
Clark coló una mano en el agua, que llegó hasta el trasero de Bruce. Sin avisar, introdujo su dedo, grueso en la cavidad recibiendo como recompensa, un gemido.
-Te gusta ¿verdad? –Bruce se mordía los labios mientras asentía, sonrojado.
El murciélago, no perdía detalle de la cara de Clark. Ésta tomaba un matiz que nadie había visto, uno dominante, agresivo y seductor que lo volvía loco. Wayne deseaba al granjero Kent más que a nadie en el mundo y el súper hombre lo sabía; claro que lo sabía, no era difícil si se ponía atención a la expresión extasiada de Bruce.
-¡Maldita sea Kent, dámelo! –rugió Batman.
-No dijiste la palabra mágica.
-¡Con un demonio! ¡Lo quiero ya!
-¡Que malcriado! –Clark disfrutaba de ese papel, dominador y autoritario-. ¡Hay que enseñarte modales! –giró bruscamente el cuerpo de Bruce, desbordando más agua, y dejó el trasero a su merced.
-¡Sí! –gimió Bruce. De pronto, su agarre aumentó al sentir la estocada, repentina y traicionera.
El dolor lo invadió mientras la bestia erecta de Clark se abría paso en él. Le gustó. Lo saboreó todo, le había encantado eso. Clark se había desinhibido y por primera vez había dejado atrás su imagen de preocupado y... lo había penetrado sin preguntar. Sintió la mano de Superman cerrándose en su cuello.
-¡Aprenderás modales! ¿Estamos claros? –otra estocada. Bruce apretó los dientes mientras su próstata recibía la caricia del glande, suave, de Superman.
-Si –respondió cuando recobró el aliento.
-¿Si qué? –otra estocada. Bruce gimió, ruidosamente.
-Sí señor.
-Ya vamos aprendiendo –se jactó Clark. Se inclinó, cerrando el espacio entre sus cuerpos a medida que comenzaba un vaivén de velocidad media.
Bruce gemía, ronroneaba como un gatito mientras el superhombre lo hacía suyo. Clark mordió su oreja y la succionó, para luego susurrar:
-¿Quién eres?
-Bat... Batman –respondió con voz entrecortada.
-¿Y quién soy yo? –Clark inhaló el aroma de aquél hombre, volviéndose loco y aumentando el ritmo de las estocadas.
-Mi señor.
-¿Ves? No es tan difícil tener modales –susurró el Boy Scout sonriente.
-Clark... Clark gírame –pidió el murciélago-. Quiero... quiero verte.
-¿Cómo se dice? Pídemelo correctamente.
-Señor... por favor –Clark sonrió.
Se detuvo y salió de Bruce. Ambos gruñeron al dejar de sentir el contacto. Wayne se giró en la tina y se encontró de frente a Superman, su súper hombre, que se alzaba altivo y orgulloso con su miembro tan duro como... bueno, como el acero.
-Quiero agradecerle... señor –Clark alzó una ceja y sonrió.
Se recostó en la tina, dejando su miembro erecto libre y surcando los bordes resbaladizos con sus poderosos brazos. Bruce se acercó y luego, con un gemido, se sentó introduciendo el miembro del kriptoniano, completo en su interior.
-Muévete para mí bebé –pidió Clark, ésta vez, con un matiz suplicante.
-Cómo quieras –Bruce hizo lo que mejor sabía hacer.
Sus caderas, comenzaron a moverse de atrás hacia adelante. Lentamente. Clark hizo un movimiento para sostener sus caderas, pero el murciélago lo detuvo.
-No, sólo disfruta –Superman lo aceptó.
Observó al murciélago de Gótica menear su trasero con su miembro dentro de él. Cada movimiento provocaba una oleada de placer en el kriptoniano. De pronto, Bruce aumentó la velocidad, como un profesional. Clark apretó los dientes.
-¡Dios Bruce! –gruñó.
Sus ojos, se volvieron rojos cargado de los rayos de calor, debido al éxtasis. Bruce sabía que no corría peligro, era sólo que a su hombre se le iluminaban los ojos cuando él, obraba su magia.
-¡Olvídalo! –Clark tomó las caderas de Bruces en sus gruesas manos y aumentó aún más el vaivén.
Ambos se sostenían las miradas, lujuriosas y cargadas de éxtasis mientras proferían grandes gemidos, que escapaban incontrolablemente de sus bocas. Se observaron. Bruce se inclinó, sin detenerse y besó a Clark.
Ésta vez, respetó el ritmo del granjero. Dejó que éste lo bañara con su ternura porque, eran estos momentos, en el clímax total, cuando él le expresaba a Clark en esos besos, que lo amaba, que estaba perdidamente loco de amor por él.
Gimieron, aún con sus labios juntos. Bruce expulsó el líquido blancuzco y espeso en el pecho de acero de Superman. Mientras tanto, el kriptoniano descargaba toda su esencia dentro de aquél hombre. La explosión estimuló a Bruce de tal manera que supo, que nadie jamás lo haría sentir de esa manera.
-Te amo Bruce –dijo Kent.
-También te amo, estúpido Clark –sonrió el murciélago. Jadeante y descansando su cabeza sobre la frente de su granjero.
**
Después de todo el jaleo y tres eyaculaciones más. Clark se había quitado por fin las botas y las tenía secando en el cuarto de baño. Bruce ofreció la ayuda de Alfred, pero el Boy Scout no creyó conveniente involucrar al sagaz mayordomo en esto. Ahora, Kent y Wayne, yacían recostados en la cama del más rico.
Bruce permitía, en esa intimidad, que Clark lo encerrara en sus brazos, protegiéndolo. Al granjero le gustaba acariciar las cicatrices de Bruce, como si así, pudiera borrarlas.
-Fue muy valiente lo que hizo Hal el otro día –comentó Clark. Bruce asintió levemente, sabiendo por donde iría la conversación-. Tal vez, algún día, tú y yo podamos seguir su ejemplo –el murciélago no hizo nada-. ¿Bruce? ¿Tan malo sería?
-Clark... sabes lo que pienso... es –se calló, como explicarle a ese granjero, tonto e ignorante que tenía miedo.
Miedo de que el mundo en el que ambos estaban, les arrebatara su felicidad. Miedo de que Clark descubriera cuan oscuro era. Que su hermoso granjero, amable, apasionado y compasivo descubriera que Bruce no era bueno para él.
No podía, no podía perderlo. Pero si se negaba... ¿no lo perdería igual?
-Yo lo pensaré –dijo, sin estar muy seguro.
-¿De verdad? –la alegría de su dios personal lo enterneció-. Sí, siempre y cuando, me prometas no presionarme.
-Lo prometo –dijo el Boy scout emocionado-. Te amo Brucie.
-¿Brucie? –Wayne lo miró con el ceño fruncido y una sonrisa ladeada. De esas que eran muy extrañas en él-. Nadie nunca me ha dicho así.
-Pues genial, porque así será un recordatorio de que al final, eres sólo mío –ambos se sonrieron y se besaron.
Allí enredados entre las sábanas se quedaron dormidos. Sin darse cuenta de que Alfred, entró en la habitación y se llevó las botas y el traje de Superman para darle los cuidados apropiados.
-Pero mira qué cosa más bonita, ojalá no lo estropee señor, sería una pena –susurró el mayordomo antes de salir.
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Dominación [Yaoi] [Superbat]
FanfictionBruce y Clark llevan tanto tiempo tratando de dominarse el uno al otro, ambos salvajes y poderosos. ¿Quien será el subyugado al final? Un pequeño Fanfic de Superbat. Los personajes utilizados en la obra, no son de mi pertenencia. Las imágenes utiliz...