Meses atrás
Ocho años, ocho malditos años desperdiciados, excepto los dos que estuvo en rehabilitación y en el hospital mental.
Su vista estaba perdida en el ventanal del tren, iba camino a casa, la cual, estaría de nuevo vacía, sin su familia, pero lo tranquilizaba saber que no se hallaba muerta. La podía recuperar, sin embargo, tenía que esperar hasta que Plutarch dijera que era el momento para regresar con ellas.
Plutarch Heavensbee había contratado a un investigador privado para localizar a Haymitch. Tenía sus sospechas después de que Katniss Everdeen le llamará sobre sus preocupaciones de la desaparición de su mentor. Ella al igual que el secretario, prometieron no hablar de este tema con nadie hasta que apareciera. Desde ese día no se volvieron a comunicar.
La investigación seguía en proceso debido a que encontró al vencedor fuera de Panem y según a lo que le declaró, necesitaba más pruebas y testigos que culparan a Grace Trinket, antes de que fuera demasiado tarde y no hubiera nada en su contra.
Y no solo lo hacía para ayudar a un viejo amigo, el mentor sabía que lo usaría para su beneficio.
Por lo tanto, se requería a Haymitch en el distrito doce por un breve periodo de tiempo para no levantar sospecha alguna de sus agresores e iniciar las investigaciones que llevarían meses o quizás años para reunir argumentos suficientes.
No le gustaba esperar, ya no más, solo quería ir y abrazar a sus preciosas princesas, pero no sería fácil, y no solo porque tenía que seguir el plan de Plutarch, sino que aún faltaba ver si ellas deseaban verlo.
Bajó del tren sin maletas, no había llevado nada consigo, solo lo que tenía puesto y el teléfono celular obligatorio que le dieron para poder estar en comunicación con él.
Se estiró en cuanto bajó del tren, desde el final de los Juegos, éste ya no era de lujo sino que se había modificado para trasladar grupos grandes de pasajeros y por lo tanto ya no era nada cómodo para viajar grandes distancias.El frío aire del invierno lo golpeó de inmediato y se frotó las manos para conseguir algo de calor. El clima del Doce era algo extremoso, pero mentiría si no dijera que lo había extrañado, después de todo era su hogar. Sopló su cálido aliento sobre sus manos y ajustándose el pesado abrigo, comenzó su camino hacia la aldea de los vencedores.
— Mierda —replicó molesto.
Y mientras trataba de ignorar sus temblores por el efecto del crudo invierno, observó las cambiadas calles del distrito, los nuevos negocios, los múltiples hogares llenos de vida y muchos rostros nuevos que no reconocía. Ya no era más un pueblo, era una ciudad con hospitales, diversas escuelas, edificios y comercios.
El suelo pavimentado y las nuevas edificaciones hicieron que por un momento se sintiera perdido al no reconocer ninguna de las calles.
Al llegar a la aldea de los vencedores, se topó con que tenía nuevos vecinos que reconstruyeron las viviendas destruidas de aquel tiempo.
Este nuevo lugar, no albergaba rastro de malos recuerdos de aquella guerra. Solo su hogar, si es que aún se le podía llamar de esa manera, que se hallaba exactamente igual que en sus tiempos de soledad.
Quiso dar media vuelta para alejarse de ese mal recuerdo, huir de nuevo, necesitaba un trago para enfrentarlo, pero pronto comprendió que eso solo sería una completa estupidez de su parte.
Se dirigió sin remedio a la entrada, respiró hondo antes de girar la manija dorada. Pero había un problema, la puerta estaba cerrada con llave.
¿Acaso alguien se alojaba en su propiedad?
Dudoso, forcejeó con la puerta tratando de abrirla, atrayendo la atención de los inquilinos de alado.
— ¿Todo bien? —preguntó la mujer, dejando de podar las plantas de su jardín, y frunciendo el ceño con desconfianza.
Haymitch asintió y volvió a intentar inútilmente abrirla, pero era inútil, así que optó por ir por la puerta trasera, sin importarle la mirada pesada de la vecina. Menos mal, esta puerta no tenía cerrojo.
Pero no se imaginaba que al entrar rompería en llanto. No lo pudo evitar, la casa se encontraba vacía, le dolía no tenerlas, le daba rabia cada vez que recordaba sus equivocadas decisiones, necesitaba desquitarse, y que mejor momento como ahora para sacar todo lo que tenía guardado aunque eso lo hiciera sentirse ridículo y débil.
Empezó a destruir y tirar los muebles, mesas, vajillas, jarrones y todo lo que se encontrará enfrente. Destrozó la puerta de la alacena a puros golpes con sus puños y pateándole hasta el cansancio.
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Les Debo Mi Amor (Hayffie)
FanfictionSeis largos años después de la Guerra, lo que podría decirse que los más felices tiempos en la vida de Haymitch Abernathy, lo convirtió en ceniza de nuevo al abandonar a su familia que le ha costado tanto mantener. No hablamos de su madre ni su herm...