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Escuchaba perfectamente la risa de todos los niños que lo rodeaban después de ser empujado al suelo con ganas de lastimarlo pero se habían detenido al ver a la profesora salir para verificar que en el jardín todo estuviera en orden, pero no lo estaba. La risa de los niños cada vez era más fuerte, mucho más fuerte, y era muy molesto hasta el punto que una que otra lágrima escapó de los hermosos ojos del pequeño haciendo que los niños se sintieran realizados por completar la tarea del día que tanto amaban: Hacer llorar a Park Jimin como la marica que era.


— ¿Deberíamos golpear su estómago o ensuciar su nuevo suéter? — Preguntó el chico más alto y los demás se limitaron a asentir muy emocionados por la idea de arruinar el nuevo suéter de Jimin.


No tardaron en encontrar un jugo de mora que estaba tomando una niña mientras jugaba con sus muñecas tranquilamente ignorando todo lo que ocurría a su alrededor para no meterse en los problemas ajenos. No dijo nada incluso cuando le arrebataron la cajita de jugo que ahora amenazaba el suéter del chico en el suelo.


— No lo manches... —Susurró Jimin desde el suelo intentando quitarse todas las lágrimas del rostro pero de nada servía cuando más salían para ensuciarlo.


Cabe destacar, el chico alto ignoró la pequeña petición que había hecho Park rodando sus ojos. No veía nada bueno en utilizar un suéter blanco con hermosos conejitos en la parte delantera si era un chico. La cajita de jugo se vació sobre el suéter manchándolo casi por completo y haciendo que el dueño llorara más que antes.


Jimin se levantó del suelo para correr a uno de los baños pero el mismo chico lo empujó haciéndolo caer una vez más. La caída dolió mucho y se había raspado las manos por intentar evitarla, sin embargo, lo único que lo hacía llorar era el hecho que su suéter estaba arruinado. Las cosas podían estar peores, ¿no? Fue en ese momento que recibió una patada que lo dejó sin aire por unos minutos.


— No queremos a niños que se enamoran de niños. — Las palabras del chico alto afectaron a Jimin en gran medida por creer que eso no estaba mal, que toda persona era libre de amar.


Recibió otra patada y jugo en su cabello. Cerró los ojos con fuerza esperando que sonara el timbre para volver a clase con una excusa para la profesora pero no fue necesario que sonara porque justo en ese momento el chico que lo estaba golpeando yacía en el suelo con un castaño encima que sin duda parecía muy molesto por todo lo que había visto en ese grupo. El chico había aparecido de repente, él no estaba ahí antes, y Jimin ni sabía de qué año era.


El castaño golpeó muchísimas veces el rostro del otro chico hasta que Jimin se levantó con cuidado sin apartar uno de sus brazos de su estómago por el dolor para abrazarlo y detenerlo de esa forma. A Jimin jamás le había gustado la violencia y mucho menos cuando era utilizada para dañar tanto a una persona porque el chico estaba sangrando por la nariz. El castaño se detuvo apenas sintió a Jimin y se levantó para abrazar al mayor en un cálido abrazo mientras miraba atentamente a todos los que estaban riéndose del estado del chico que tenía en brazos. No olvidaría sus rostros y mucho menos cuando estaban lastimando al chico que le parecía muy lindo.


— Gracias... Gracias por hacer algo... —La voz de Jimin no era para nada firme, todo lo contrario, temblaba demasiado y casi no se le entendía pero Jungkook hizo un esfuerzo para hacerlo que en realidad no le costó tanto.

Gatito.┊Jikook / Kookmin┊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora