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No cabía duda de que aquella noche era la más bella que pudieron haber contemplado ambos jóvenes; que a pesar de ser capaces de contar las infinitas estrellas por el otro, no lo hacían por temor de que la noche acabase antes de lograr expresar lo mucho que se anhelaban.

Solían hacer esta rutina cada vez que podían. Cuando uno extrañaba al otro, no dudaba en llamarle diciéndole que deseaba verlo, y así, se reunían a la misma hora de siempre, en el mismo lugar de siempre: un solitario cerro en medio de la ciudad que otorgaba una espléndida vista hacia al cielo. A veces solían ir a charlar de temas serios, de temas que resultaban ser de suma importancia, o lo que más frecuentaban hacer, dejar que el silencio al compás del viento hablasen por ellos.

Ambos sentados en el césped, observaban con anticipación los destellos de las estrellas que luchaban por brillar en medio de la negra noche. Yoon Gi desvió la mirada hacia su acompañante, y una vez más, se quedó deleitando sus finas facciones como si de un muñeco se tratase; y es que Yoon Gi siempre solía pensar que la mera existencia de Seok Jin parecía ser un milagro para este mundo. Se consideraba una persona increíblemente afortunada con tal sólo tenerlo a su lado, y los momentos que pasaba junto a él, le hacían sentir como si todo lo malo del mundo hubiera desaparecido.

Seok Jin, con una leve sonrisa, despegó la vista del cielo para conectar miradas con el menor. Se quedaron contemplándose como si fuesen la única cosa existente en el universo, y si no fuese por la barrera invisible que se formaba entre ellos, habrían podido contemplarse de muchas maneras más. Yoon Gi rompió la conexión de aquella intensa mirada (algo que ocurría con frecuencia) y volvió a mirar hacia las estrellas, intentando disimular su nerviosismo.

—Acabo de pensar en algo interesante, Yoon Gi. —Avisó el mayor ensimismado, rompiendo el silencio con gran facilidad.

El mencionado volvió a observarlo, e igual de apocado que siempre, abrió ligeramente su boca para hablar. —¿Qué es?

—Es una pregunta que te deja pensando. Ya sabes, de esas preguntas que no te dejan dormir por la noche, en donde te cuestionas hasta tu propia existencia. —Informó serio intentado crear suspenso, a lo que Yoon Gi rodó los ojos divertido con lo exagerado que solía ser algunas veces.

—Sabes que no me gustan los rodeos. Sólo dilo. —Apresuró.

—¿Qué harías si mañana fuese el fin del mundo?

Jin lo observó expectante y Yoon Gi simplemente atinó a suspirar.

—¿Pues que podría hacer? no es como si pudiese detener el fin mundo.

El mayor frunció el ceño y estaba indeciso entre reír o darse un golpe en la cara. —No me refiero a eso. Digo, si sabes que mañana morirás, supongo que querrías hacer aquello que nunca te atreviste a hacer o que siempre deseaste hacer.

Yoon Gi se quedó reflexionando ante esas palabras y se mantuvo en silencio durante un par de segundos. Mientras tanto, Jin estaba curioso respecto a lo que sería su respuesta, y no podía evitar pensar en lo atractivo que lucía con aquel gesto conspicuo que solía hacer cuando se concentraba en demasía con algo, a la vez que el viento ondeaba sus finos cabellos haciéndolo aún más fascinante ante sus ojos.

—Creo que no haría nada. Hacer lo que siempre quise un día antes de morir me parece inútil. Si no lo hice antes, entonces fue culpa mía; perdí contra el mundo. —Concluyó con sabiduría. —Tal vez dormiría esperando el fin del mundo, de ese modo no me habré dado cuenta de que morí.

Jin bufó y soltó una pequeña risa. —Que aburrido eres, Yoon Gi.

El menor simplemente se encogió de hombros y tras arreglar un poco su desordenado cabello, volvió a prestarle toda su atención al mayor.

—¿Y tú? —Volvió a hablar. —¿Qué harías, hyung?

Seok Jin no lo pensó mucho, pues ya había formulado una respuesta ante aquella pregunta. No obstante, se sentía un tanto inferior a Yoon Gi debido a la diferencia intelectual entre ambas respuestas.

—Me confesaría a la persona que me gusta.

Yoon Gi lo analizó con sorpresa y curiosidad a la vez. Estaba claro que no se esperaba para nada aquello, y como si sus palabras hubiesen impactado en él como alfileres, se quedó atónito sin saber que decir. Su pecho empezaba a presionarle con fuerza. Quería creer que tenía al menos una mínima posibilidad de ser correspondido por el otro, pero inmediamente desechó la idea tratándolo de algo ridículo e imposible.

—¿Y si esa persona te rechaza? —Preguntó cuando al fin hubo pensado en algo para responderle.

—No me importaría, yo sólo quiero hacerle saber lo mucho que me importa. —Con cautela, sacó su celular de su bolsillo, y una vez que hubo hecho lo que quería hacer, volvió a guardarlo. —Te tengo un acertijo, Yoon Gi. Actualmente son las 23:52, por lo tanto, el mundo se acabará en ocho minutos. —Habló hipotéticamente. —¿Crees que alcanzaría a confesarme antes de que el mundo se acabase?

—Creo que el mundo se acabaría antes de que pudieses lograrlo.

—¿Porqué lo crees?

—Bajar de este cerro toma su tiempo, ya sabes. A menos que lo hagas por celular, ya sea llamando o enviándole un mensaje a esa persona.

—Que terrible manera de confesarse. —Rió.

—¿Entonces?

—Si lo piensas bien, no es muy difícil. Puedo confesarme fácilmente incluso si faltase tan sólo un minuto, o segundos. —Musitó mirándolo fijamente.

El menor volvió a analizar sus palabras con cuidado, intentando llegar a algún punto lógico.

—Esa persona tendría que estar aquí, en el cerro. —Respondió con la mirada perdida y un extraño cosquilleo en sus mejillas. No quería creer en una de las tantas conclusiones que le hacía ilusión.

Seok Jin asintió conformé ante su respuesta, y con una suave voz, murmuró aquello que puso en alerta a Yoon Gi: —Somos los únicos aquí.

Por supuesto que Seok Jin estaba nervioso ante aquella confesión tan repentina que hizo. A pesar de que era algo que llevaba planeando hacer desde hace mucho tiempo, no podía evitar sentir temor ante la posible reacción de su acompañante.

Yoon Gi atinó a sacar su celular y enseguida lo guardó tras ver la hora.

—Entonces, Seok Jin hyung, te tengo una pregunta. —Dijo atrayendo la atención del otro. —Mi respuesta ante tu confesión es positiva; sin embargo, son las 23:57 por lo que el mundo se acabará en tres minutos... ¿qué es lo que harías conmigo durante ese tiempo?

El mayor sonrió ávido y fijó su vista en la del contrario, quién esperaba con impaciencia alguna acción por parte de él. Y como si Seok Jin hubiese leído los pensamientos del menor, se acercó a éste con sumo cuidado a medida que los nervios iban incrementando. Primero, posicionó su mano sobre la del otro la cual estaba apoyada en el césped, para luego aferrarse a ellos uniendo todos sus dedos, los cuales tenían un ligero contraste. Ya posicionado frente a él, acarició su cuello con gentileza y con lentitud fue subiendo su mano hasta llegar a su rostro, sin dejar de contemplar las reacciones que el menor iba poniendo a medida que Jin continuaba tocándolo.

—Tu cuerpo está helado pero aún así tus mejillas están calientes, Yoon Gi. —Susurró en su oreja.

Y sin poder contenerse mucho más, unió ambos labios con vehemencia. Seok Jin enredó sus dedos entre el cabello del otro, sintiendo su cuerpo estremecerse cada vez que sus labios recurrían a algún que otro movimiento por más mínimo que fuese. Yoon Gi se preguntó si realmente existía algo mejor que aquel contacto que le otorgaba Jin, más sin embargo, nada se le venía a la mente. Estaba totalmente poseído por el encanto del mayor y eso no lo podía negar.

Y así fue como el fin del mundo, un acto caótico que causaba desesperación con tal sólo mencionar su hecho, se convirtió en algo gratificante para ambos jóvenes que se deseaban más que una estrella que anhelaba brillar para siempre.

End » YoonJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora