Capítulo 1

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Sus cabellos rubios como el oro se mecían suavemente entre el viento que elogiaba su belleza cada vez que soplaba vivido e imponente, su cabeza gacha ayudaba a que su mirada se centrara en sus pies descalzos, que se hundían suavemente en la arena, que era suave y rugosa a la vez, La playa siempre fue un lugar especial para ella, por esa razón, había decidido pasar por allí una vez más y contemplar el sol poniéndose cerca del mar, ese mar que estaba nervioso como el corazón de ella. Sus manos bajaron a la cuna temporal en la que se había convertido su vientre, al levantar la vista, lágrimas volaron y se perdieron entre la arena, había salvado al mundo dos veces, pero no tenía ni la más mínima idea de cómo hacerse cargo de un bebe, y más... cuando lo tendría que hacer totalmente sola... Lucy respiro un poco, para calmar su llanto, y en ese respiro, un mareo que la hizo caer se apodero de ella, estaba débil... muy débil, cada día su salud decaía más, sus manos se apretaron en su vientre suavemente, siete meses ya... desde que él los había vuelto a abandonar sin mirar atrás, sin contestar alguna carta, Natsu Dragneel, había desaparecido de sus vidas, y hacia solo cuatro semanas que Lucy empaco sus cosas y las del pequeño Happy y se embarcaron en un viaje cuyo destino era el gremio, allí los acogerían sin preguntar nada, ella lo sabía muy bien; o al menos ese era el plan que ella le hacía ver a su pequeño creciendo en su vientre, pero... muy dentro de ella, sabía que era por otra cosa... tenía el presentimiento que su cuerpo no aguantaría el parto... alguien debía cuidar de Happy y su bebe...y como Natsu no volvía y ella estaba segura de que no volvería, debía dejarlos seguros...

- ¿Lucy? ¡Lucy! - Gritaba Happy corriendo con agua en las manos, no podía creer que solo habían pasado 10 minutos desde que la dejo allí y fue a buscar agua, al verla tirada en el suelo se asustó, Lucy, aunque no era su madre biológica, lo amaba como si lo fuera y él también la amaba demasiado, Natsu los había abandonado, pero él jamás se separaría de su madre, y menos ahora, que su hermano venia en camino.

- ¿Happy...? - Susurro ella intentando levantarse - Estoy bien... calma -

Él se incorporó para levantarla cuidadosamente, y ella poso su mano blanca y suave en la mejilla de su pequeño.

- Lucy... no te vez bien... volvamos a casa... por favor... -Imploro Happy.

- Cariño... no quiero que estemos solos... además, ¿no quieres ver a Wendy? ¿No quieres que ella conozca a su hermanito? - Lucy sonreía como que, si no le costara en nada hablar, él le devolvió la sonrisa con ternura y le acaricio el vientre.

- ¡Entonces vamos al gremio Lucy! - Exclamo el niño con entusiasmo. Lucy rio suavemente, tomaron agua y otra vez, se pusieron en camino al gremio.

Cuando Wendy escucho tocar la puerta, corrió hacia ella como que si su vida dependiera de ello, no sabía si eran cosas de ella, pero creyó haber escuchado la voz de ella... la mujer que se había convertido en su madre, que tanto quería, y que hacía siete meses que no veía, abrió la puerta con fuerza y poso sus ojos en los de Lucy, que le sonrió con un amor incalculable, Wendy corrió a abrazarla pero, se paró en el acto, y miro el vientre de ella, luego subió la mirada nuevamente, estaba casi en shock, hasta que Happy hablo por fin.

- ¡Wendy! ¡Vamos a tener un hermanito! -Dijo con gran felicidad, tocando el vientre de su madre.

Wendy al fin había entendido por qué el vientre de Lucy había crecido demasiado, pues en este crecía su hermano, muchas preguntas surgieron a la vez, pero no le importo, solo se abalanzo sobre Lucy y le abrazo, allí estaban los tres, abrazándose suavemente, como una madre y sus pequeños. Quizás no compartían lazos sanguíneos, pero el amor que se tenían iba más allá de todas las fronteras, en ese instante, Lucy se separó un poco para respirar, no soportaba la idea de que sus pulmones no estuvieran funcionando bien, se cansaba muy rápido, no podía pasar mucho tiempo de pie, Wendy, vio en los ojos de Lucy, dolor... mucho dolor, miro a los lados y se dio cuenta de la cruda verdad... Aun Natsu no había vuelto... El maestro le había contado unos días después de irse del gremio, Natsu había dejado nuevamente a Lucy y a Happy solos... no pregunto ni dijo nada, para ser una niña pequeña era madura, y sabía lo que se debía preguntar y lo que no.

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