Xandra baila en frente al gran espejo del salón de clases. Sedienta se detiene, se mira en el espejo y pasando sus manos por su cabello desarreglado suspira. Amaba el baile, adoraba sumergirse en él, hasta perder la razón. Tomando un poco de agua mira la hora, debía irse antes de que tuviera otro problema con su padre. Al llegar a casa dejó sus llaves en el recibidor.
-Xandra-dijo su padre detrás de ella con los brazos cruzados, ella torciendo el gesto se dio la vuelta.
-Antes de que digas algo he llegado a tiempo y...-mostrando un libro- me la he pasado estudiando.
Su padre, Demarco, suspiró, por más que intentara controlar a su hija de 22 años era imposible, un total y completo potro desbocado, como él cada vez y en cada discusión le decía.
-Bien, la cena está servida, pasa a lavarte las manos.
Xandra sonriendo levemente asintió, dejó sus cosas en la gran cama que estaba en medio de su habitación, al llegar al salón su padre ya estaba sentado en el lugar de siempre, en el extremo de la mesa. Ella se sentó en el otro extremo y cenaron sin hablar. Demarco miró a su hermosa hija, esa castaña, un poco loca, pero hermosa; lo cierto es que desde que su madre murió lo único que ha intentado es protegerla, no quiere que nada ni nadie la dañe, pero ella con su carácter, como el de su madre no dejaba que eso pasara.
-¿Puedes dejar de mirarme como un psicópata?-murmuró ella sin mirarlo.
-Xandra...-gruñó su padre.
-No quiero que me digas que estás pensando es que soy igual a mamá, porque eso ¡Ya lo sé!-dijo molesta, todos los días eran las mismas peleas.
-¿Cómo estuvo la clase?-preguntó su padre ignorando su mal genio.
-Normal.
-¿Normal de bien, o normal de no quiero ir?-su hija lo miró a los ojos y con solo su mirada bastó para saber que lo que ella hacía durante las mañanas no le gustaba para nada.
-Hoy saldré-anunció Xandra.
-Se me hacía raro que no lo dijeras cuando llegaste-con la servilleta de tela se limpió la boca-, te quiero aquí a las 3 o si no...
-Me irás a buscar-terminó-, eso también lo sé-dijo zanjando el tema y saliendo del salón.
Su padre negó con la cabeza, si esa castaña seguía así lo que terminaría causando eran unas canas muy verdes. 20 minutos después Xandra bajaba las escaleras de esa lujosa casa, su padre la miró mientras ella se miraba en el espejo de la entrada, iba preciosa con ese vestido rojo y sus tacones negros, suspiró, ya era claro que no era una niña.
-Nos vemos-se despidió.
-¿No se te olvida algo?-pregunta su padre.
Ella por primera vez en la noche sonrío de verdad, y corriendo a los brazos de su padre besó sonoramente su mejilla, encantado Demarco sonrío acariciando su cabello corto.
-Te cuidado-le pidió.
Ella asintió.
-No me esperes despierto, te amo-dijo.
Cuando escuchó el auto de su hija salir de esa gran residencia suspiró. Xandra llegó al lugar de siempre, sus amigos la saludaron felices de verla ahí, la música sonaba fuerte, y como si su cuerpo tomara vida propia se empezó a mover al compás de la salsa que sonaba. Su mejor amigo sonrío al verla, le tendió la mano y ella encantada se fue a bailar. Durante horas bailó, disfrutó, y rio con sus amigos. Llegó a la barra.
-Dame una margarita-le pidió al barman.
-A la orden bella-le contestó Uriel, quién ya la conocía.
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Parar el tiempo.
RomanceXandra y Tony, su amor es más fuerte que todo aquel que lo quiera impedir. Ambos se soñaron, se tuvieron, se amaron... Pero una fuerza humana es mayor, sin importar a quién se lleva de paso, ese huracán pasa, llevándose consigo a dos corazones frági...