~Sorpresas~

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     - ¿Eh...? Pues tendrás que comer solo...-Me empujó casi sin fuerza, yo no me moví ni un poco hasta que noté como su mirada se dirigía con cierto nerviosismo a la puerta, la seguí- Ahora... solo ve antes de que algo malo pase-Dijo para luego esconderse en la manta que lo cubría.

Suspire con resignación, no me gustaba que intentara decirme que hacer, así como no me gustaba que me ocultara cosas; volteé viendo a Shima de pie junto a la puerta, me puse en pie y camine hasta donde estaba con una sonrisa.

- ¿Qué onda Shima?-Lo saludé chocando nuestros puños como ya era costumbre, noté como intercambiaba miradas con el menor, lo que me extrañó, siempre había sido alguien precavido, así que antes de salir susurré en el oído del que había sido mi figura paterna mucho tiempo- Si cuando regrese no está o tiene un solo rasguño, ya sabes lo que pasará.

Noté como tragaba saliva con nerviosismo, sonreí satisfecho y salí de ahí, poniendo mis manos en los bolsillos de mi chaqueta, caminando despreocupado con dirección al comedor

   - ¿Qué pedo carnal?

Volteé en dirección a esa voz ya más que conocida para mí

- Hernández, carnal-Extendí la mano en su dirección, él la tomó saludándome, se puso a mi lado y seguimos caminando

   - ¿Por qué tanta prisa wey?-Me empujó un poco del hombro, sacándome unas pequeñas risas; puse mi brazo por detrás de su cabeza aprovechando que le sacaba unos centímetros.

- Quiero regresar -Dije con tono sarcástico, llegando al comedor y sentándome en una de las mesas del lugar, mi mejor amigo se sentó al lado mío

   - Lo mismo cabron, ¿Por qué tanta prisa?

Un chico pelirrojo, ligeramente más alto que él, de mi estatura aproximadamente, se sentó en el lugar que quedaba junto al moreno, lo miré con extrañeza, a lo que él se estremeció con un miedo palpable, normalmente todos se alejaban de nosotros; miré a Hernández, él parecía no tener conocimiento de la presencia a su lado, o si sabía, lo ignoraba. Me recargué en mi brazo, colocándolo sobre la mesa y cerrando mis ojos.

   - Hola cari.- Escuché una voz femenina tras de mí, me giré con una sonrisa.

- Hola cari-Me puse en pie y la abracé, jalándola por la cintura para levantarla del suelo, ella comenzó a reír a carcajadas, llamando la atención de todos los presentes

   - ¡Idiota! ¡Bájame!-Gritó sacudiéndose un poco, golpeándome débilmente con sus piernas .

- ¿Escuché bien? ¿Qué te suba más? Si eso quieres...

Hablé con tono divertido, arrojándola con cuidado, ella se sujetó de mi cuello, dándome escalofríos, dejé de aventarla, cargándola por la cadera, ella dejó de reír y se acurrucó en mi pecho, observe su nuca, expuesta por su corto cabello, noté una marca de mordida cerca de su hombro, lo que me hizo sonreír con picardía.

- ¿Tú y Ritzu se han estado divirtiendo verdad?-Se tensó y se separó de mí, mostrándome un rostro totalmente sonrojado, asintiendo de forma casi imperceptible, yo solté unas pequeñas risas- Tranquila Sauri-Acaricié su cabello, intentando tranquilizar a la chica en mis brazos- Al parecer ya no eres una Furuichi.

Soltó una ligera risa, jalando ligeramente de mi camisa, entendí y la puse de nuevo en el suelo, voltee detrás mío y vi a Ritzu, mirándonos de una forma asesina, yo solo reí y le tire un beso, ella rió.

- Por cierto, ¿a qué se debe tu visita?-Giré, haciendo un movimiento con la mano para que mi amigo se hiciera a un lado, sin embargo, él ya no estaba ahí, como tampoco estaba el chico pelirrojo de antes, me extrañe, ya después le preguntaría, me recorrí en el asiento, haciéndole lugar a Saori.

Los Recuerdos Duelen [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora