Capítulo 10: Sorpresa.

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"AMOLAD es propiedad de The Snipster"

El sol golpeando su piel morena, la cual se bronceaba a un más en aquella tumbona, la arena amarilla se escurría en los lugares más inusuales y relajaba sus cansados pies, así era como descansaba después de la noche que tuvo con Aeva, Leo Spindler tomaba una piña colada y se relajaba con el sonido de las olas azotando la orilla; aquella playa privada era un paraíso, quien pensaría que un joven de los barrios bajos estaría descansando con aquel lujo.

Des estaba en la sombra de una sombrilla con una laptop y su celular haciendo llamadas, su absorbente trabajo no lo dejaba concentrarse en el panorama, Leo se sentía ofendido, el millonario solo le dio una breve mirada cuando salió en aquel bañador rojo, con su vientre esculpido por las horas de karate y box expuesto, un solo vistazo hacía él y Des se consumió en trabajo.

— Eres pésimo para tomarte un día libre— le reclamo Leo, cuando por fin el más alto colgó la llamada de su iPhone,

— Mi emporio depende de las decisiones que tome, estar aquí es un lujo para mí — dijo Des, mientras tomaba el jugo frio que una de sus empleadas había traído para él, la jarra de vidrio lucia adorable para Spindler que llevaba alrededor de tres bebidas alcohólicas en su organismo.

— Adorable, me causa gracia tu poca tolerancia al alcohol, aunque debo decir que te pone de un modo...inusual — se rio con sonrisa franca, causando un sonrojo en Des, quien solo soltó un gruñido al recordar como su primer encuentro el alcohol lo puso demasiado atrevido.

— Idiota... ¿Cómo está tu trasero después de lo de anoche? — pregunto el de ojos ámbar, provocando que Leo se atragantara.

— Desecho, pero igual de firme que siempre — contesto irónico el moreno, desviando sus ojos verdes de Des, quien soltó una sonora carcajada.

Las manos largas de Des tomaron las muñecas de Leo, quien soltó un respingo al verse atrapado, pero calló de golpe al mirar aquellos ojos escudriñando sus palmas, acariciando las marcas dejadas por las esposas al estar en esa posición durante largo rato.

— ¿Te duele? — pregunto Des, Leo negó con su cabeza.

— ¿Te gusta el sufrimiento? — dijo sin pensar, Aeva lo soltó de golpe, arrepentido de mostrarse un poco vulnerable.


— Me gusta el control, el sexo conmigo es soft en ese aspecto, me gusta tener a mi pareja sumisa ante mí, nada más, jamás te haría daño, Leo— confesó Des, pensando que su inicio como pareja sexual no había sido placentero del todo para Spindler.

— No quería incomodarte, solo quería saber que tanto va a sufrir mi culo en tus manos — se rio Leo, lo que ocasiono que un puño de arena saliera volando a su cara, provocando que tragara un poco y algo le cayera en los ojos.

— ¡Eso es por imbécil! — se indignó Aeva, quien se paró de su silla playera y salió caminando, rumbo a la mansión, llevándose su laptop consigo y dejando solo a Leo quien se quejaba a improperios por el golpe sucio que recibió.

En las oficinas de "Ardent", Lourdes ordenaba los pendientes de su jefe, no percibió los pasos a su espalda, hasta que unas manos la sujetaron por la cintura.

— Señorita ¿Por qué tan ajetreada? — la grave voz de Tomás la puso nerviosa, el socio mayoritario siempre la provocaba y ella mentiría si no confesara que le agradaba.

— Tomás ¡suélteme! — con una sonrisa el más alto soltó la delicada cintura de la asistente de su socio, provocar a la jovencita de piel canela le fascinaba, quería llevársela a la cama... o al escritorio, pero el sentido de deber con Des de la chica, impedía sus planes.

— Siempre tan digna, ¿Cuándo me aceptaras una salida Lou? — usando su mejor voz de filtreo esperaba tener suerte con la jovencita y sacarle algo de información.

— Usted no se cansa señor Natt, mi fidelidad con la compañía me impide aceptar sus coqueteos, ahora si me disculpa tengo mucho trabajo — antes de que se diera la vuelta Tomás la sujeto de nuevo del brazo, firme pero sin lastimarla.

— Sabes que si estás conmigo la fidelidad sale sobrando Lourdes, además eres la persona de confianza de Des, tu despido esta fuera de la lógica.

—No tiente las cosas señor Natt —le recrimino Lourdes, apartándose de aquellos fuertes brazos, observando la sonrisa de burla de la cara de Tomás.

— Vendrás a mí, tarde o temprano Lou — se despidió Tomás saliendo de la oficina mientras le lanzaba un beso, al menos había averiguado algo al ver los papeles de las manos de Lourdes, Des adelanto día de descanso y estaba en su mansión, tal vez debería hacerle una visita.

Leo busco a un indignado Des, quien seguía trabajando como desquiciado sentado en un enorme sillón de cuero negro en su sala de estar, la computadora estaba rodeada de papeles, y Des lucia enojado, simplemente adorable.

— Oye, la arena fue demasiado, cuando dijiste que jugaríamos sucio me imaginaba otras cosas — se burló Leo, quien le dio una sonrisa, sus ojos verdes lucían irritados y Des se sintió culpable.

— Lo siento, pero no me gusta tus chistes Spindler — se quejó Des mirándolo, pero no pudo disimular un sonrojo al apreciar el atlético cuerpo de Leo en aquel bañador, como podría hacer análisis de mercado teniendo a semejante manjar a su disposición; Leo noto la mirada en su cuerpo y su ego sonrió ante la atención brindada, así que se acercó y se sentó a lado de Des, quien le hizo algo de espacio en el enorme sillón donde trabajaba.

— y ¿Qué haremos ahora? — le pregunto pícaramente, poniendo su palma en la pierna de Des, tomándolo del brazo, el más alto lo estiro para tenerlo sobre él, besándolo con furia la cual fue correspondida por Leo, quien jugueteo con su lengua en la boca del millonario.

Las manos de Aeva viajaron por el pecho desnudo de Spindler, quien dejo que el millonario le otorga sendas caricias por su piel morena, saboreando aun el beso otorgado, la boca de Aeva recorrió el cuello de su contrario, dándole una ligera marca con sus dientes.

Leo quería tener el control esta vez, pero Des no le pondría las cosas tan fácil, y más al ver su cuerpo ser sometido en aquel sofá, en un giro extraño de cuerpos, el de Aeva quedo sobre sus caderas aprisionando lo que ahora era una naciente erección.

— Leo, sabes que el del control soy yo — le dijo con una sonrisa ladina en el rostro, pero luego se quedó en una pieza al ver que por el enorme ventanal que una figura se acercaba— Demonios...

— ¿Qué pasa? — pregunto preocupado, al ver como Des se bajaba de su regazo y se ponía a tomar su celular, Aeva lo obligo a agacharse a estar casi al ras del suelo.

— ¡Cámbiate de ropa y que no te vea! tenemos una visita inesperada, maldita sea, estúpido Walter, como lo dejo entrar al jardín— vociferaba Des, observando su cabello rápidamente en el reflejo de uno de los vidrios de la ventana.

Tomás le dio una breve saludo, para él había sido fácil convencer a los empleados de Des que estaba ahí por motivos laborales, notando la figura alta que lo miraba furioso dentro de la mansión se dio cuenta que sus sospechas eran ciertas, Des no estaba solo disfrutando su descanso, definitivamente se iba a divertir atormentando al millonario.

N.A. Después de casi dos meses vuelvo con algo de intriga, un saludo y gracias por su paciencia.

Miradas (AMOLAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora