Los trece corazones del gato negro.

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                    Capítulo 1.

Jueves, 1 de diciembre.

Se acercó. Apagó la vela de un soplido.

La habitación quedó oscura y fría.

Se oía en un fondo al viento golpear en la única ventana de la lúgubre habitación.

Chirriaba el aparato de la calefacción, puesto a que este no funcionaba.

Sus oídos advirtieron de un extraño ruido a eso de las 04:00 am.

Se levantó de la cama de un sobresalto, pero evitando hacer cualquier tipo de sonido. Caminó descalzo hacia la cocina con una barra de hierro en el brazo izquierdo, el ruido provenía de la cocina. Él entró, miró hacia la derecha, y justamente estaba ahí. Era una tía que estaba en su jodida cocina preparándose un caffe latte.

-No le esperaba despierto tan pronto. -Dijo, dándole la espalda.

-¿Me puede decir quién cojones es y qué hace de madrugada en mi casa? -Preguntó en un tono despectivo.

-Parece mentira que no me recuerde. -Contestó con una sonrisa torcida.

-Pues, hágame memoria. -Le dijo desafiantemente.

-Explíqueme usted que estubo haciendo hace dos noches.

-Si le soy sincero, señorita, no tengo ni la más mínima idea.

-¿Quiere un consejo? Déjese las drogas, los barcos y las putas.

-Eso ya es pasado.

-Es verdad, su pasado fue ayer, se me olvidaba que vivía al límite usted.

-Déjese de rollos y explíqueme el por que de su invasión en mi casa a altas horas de la noche.- Le dijo un tanto molesto.

-No hay explicación coherente, usted me dijo que viniera, iba hasta el culo de droga, señor. -Le explicó riéndose de él.

-Ahora me cuadra todo, pero, pero, yo, ¿le di mis llaves?

-No exactamente, se las quité, me hizo gracia su juego y quise conocerle de madrugada y sin ningún tipo de droga encima.

-¡Eso es ilegal! - Le replicó él.

-Defina ilegal.

Él, medio dormido decidió posponer la conversación, dando a entender que estaba agotado.

Se despertó a las 07:00 am, se levantó de la cama, tapó el torso desnudo de la chica, se dio una ducha, salió a la cocina y cogió la taza de aquella chica, se sirvió el café frío de las 04:00 que había preparado ella y lo calentó cuarenta y cinco segundos.

Salió la chica de la habitación desperezándose con una camisa a cuadros y unos gallumbos que le acababa de cojer porque no encontraba sus bragas. Tenía el pelo recogido de tal manera que daba la impresión de que aquella noche tuvo sexo salvaje.

-Buenos días. -Le dijo él levantando la taza. - ¿Se va a presentar ya?

-Hey. -Contestó. - ¿Por qué debería hacerlo?

-Porque lleva unas tres horas en mi casa, ha tomado mi café, en mi taza, y ha dormido en mi cama.

-Se le olvida que antes de acostarme me duché. Ah, ¿Otro consejo? Arregle el aparato de la calefacción.

-Bueno, que sí, que eso. Tengo derecho a mi explicación.

-Puesto a que usted también estuvo en mi casa, estamos en paz. -Hizo un breve parón y se quedó pensativa.- Aunque tampoco tengo ganas de irme así que le diré quien soy.

-Soy Alicia, Alicia Carroll, aunque me suelen llamar Alice.

Alice era pelirroja, a penas llegaba al metro y medio, de piel pálida, el color de sus ojos variaba según la luz, tenía un ligero infrapeso, frágil, esa es la palabra, era frágil, pero muy astuta.

Él era moreno, con una medio melena ni rizada ni lisa, medía un metro setenta, el color de sus ojos era de un azul cielo, tenía una mirada incomodante, era muy inteligente y muy frío. Le encantaban los búhos. Dibujaba bastante bien, también escribía y leía, como Alice. Él se llamaba Alejandro Volkonsky.

-Alice in wonderland. -Le dijo Volkonsky burlándose de ella.

-Ni se moleste con tal tono de burla. Adoro el nombre. Adoro aquella niña rubia de ojos azules. Adoro el país de las maravillas. Adoro el país del espejo. La adoro, y por tanto también adoro mi nombre.

-La veo segura, señorita Carroll.

-Suelo serlo ante personas como usted. -Le contestó- Bueno, y ahora que nos conocemos me gustaría conocerlo un poco más a fondo.

-¿Cómo?-Preguntó extrañado.

-Sígame.

Volkonsky hizo caso sumiso de ella y la siguió hasta el dormitorio. Una vez estaban allí la señorita Carroll le dio tal empujón que lo acostó en la cama, y le dijo que se sentara. Él se sentó. Ella se giró y puso el CD de Bob Marley and The Wailers. En la radio que había en la habitación. Se quitó la camisa de cuadros que llevaba y acto seguido los gallumbos de Volkonsky, se tiró encima de él y empezó a desabrocharle la camisa mientras lo besaba suavemente y le hizo un chupetón en el cuello mientras él terminaba de desnudarse.

El dormitorio era relativamente pequeño. Justamente detrás de la cama había un reloj tan grande como el del Big Ben, a mi parecer era la hostia. Tenía unos dos o tres armarios empotrados, aunque solo utilizaba uno. Era un chico que no tenía amplia gama de ropa, que digamos. La lámpara era bastante grande, lámpara de araña se solía llamar.

Cuando acabaron de tener ese sexo salvaje. Se vistieron y salieron a comer.

Puesto a que ya eran las 17:00 pm del jueves, Alice tenía entrenamiento de basquet. Adoraba el basquet aunque algunas veces corría peligro si jugaba debido a su bajo peso, pero eso sí, era la más luchadora del equipo, la verdad. Peleaba por la pelota pasara lo que pasara.

Volkonsky la llevó con su moto BMW R 1200 GS una de las mejores, al parecer al chaval no le faltaba de nada, aunque sabiendo lo de su ludopatía pronto se le acabaría el chollo, nunca se sabe. Ella también tenía moto, pero la gasolina estaba cara y no le venía mal que la llevaran de vez en cuando.

Alice entró en el campo y Isabella le tiró la pelota de tal manera que si no hubiese sido por sus reflejos, su cabeza hubiera ido por los aires.

-Joder, Bella, ya sé que me echabas de menos pero no tanto. -Le dijo sarcásticamente.

-Puta Alice. Siempre con sus ironías. Ven aquí. -Le contestó mientras le dio un abrazo que casi la rompe.

-Eh, tú. ¿Cada vez estás más fea o como? -Le dijo Coraline.

Alice sonrió.

Coraline era su 'amiga' , es decir, con la que se veía más a menudo, solía ir a conciertos con ella o de bar en bar. No sé como se lo montaban pero siempre despertaban desnudas en la misma cama las dos.

Después del entrenamiento, Coraline y Alice fueron juntas a un bar que paraba cerca de allí, que da la casualidad que era el primer bar al que fueron juntas.

Se pidieron cada una un tanque de la cerveza más fría de aquél local tan antiguo.

Las invitaron a chupitos, por cortesía de la casa.

Y, resumiendo, pidieron de todo menos agua, os lo puedo asegurar.

Ya eran sobre las cinco, cuando decidieron ir a casa, y como de costumbre echaron un polvo de bienvenida.

-Adoro esto, zorra. - Susurró Coraline mientras le mordía la oreja.-¿Quién no me adora? -Contestó la señorita Carroll riéndose.-Tan graciosa como siempre. -Replicó sarcásticamente.-Venga, no te piques, que siempre me haces lo mismo.-Es imposible no picarse contigo, eres tan, tan, irritante.-Pero me quieres.-No lo dudes, nunca.

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⏰ Last updated: May 18, 2014 ⏰

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