Los autos pasaban sobre los charcos que había dejado la tormenta, y las luces de neón de un club perdido reflejaban en el agua, y en sus ojos.
Lo había conocido unos días atrás, en una calle vacía, cuando lo escuché tocando la guitarra despacio, con un dolor tan profundo que no pude hacer más que sentarme a escucharlo, por que se veía tan triste y perdido, tan vulnerable y en busca de alguien que lo acompañara que se me hizo imposible no desear con todas mis fuerzas ser ese alguien.
Su largo cabello y camisa olgada se agitaban con el viento mientras salía de aquel club, y yo lo esperaba, de brazos cruzados y con el corazón latiendo fuerte.
Habían hecho algo mágico esa noche, aunque Kurt no lo supiera. La guitarra en sus manos había sido más que una guitarra, y la adrenalina en sus ojos y esas ganas furiosas de demoler el lugar entero durante cada canción, me hicieron descubrir el rock; el verdadero rock, esas bandas nacidas en un garaje, con hambre de triunfo y con un dólar en el bolsillo, sintiendo el rock como si fuera lo más importante en su vida.-Sí viniste.-me sonrió como si no pudiera creerlo.
-Eso fue de otro mundo, Kurt, en serio.
-Bueno, supongo que no apestamos, pero no somos Los Ramones- dijo señalando mi camisa, con el nombre de aquella banda que me encantaba, al tiempo que encendía un cigarrillo.
-Vas a creer que estoy loca, pero creo que son incluso mejores.- le dije quitándole el cigarro. Me miró divertido.
-Si, estás loca. -pateó una piedra hacia la infinita oscuridad de la calle y clavó sus ojos azules en los míos. -¿vamos a algún lado?-me susurró.Debió haber notado como de repente mi corazón latió violento y mi respiración se aceleró, por lo que se retractó con la mirada y luego me sugirió dar una vuelta con Krist y los demás, pero lo comprendió mal; no tenía miedo de irme sola con el, tenía miedo de mi misma.
La vieja furgoneta estaba decorada con múltiples frases hechas con fibrones, o talladas con cuchillas. Algunas ilegibles, otras, frases sin sentido, insultos, o nombres de bandas que no conocía de nada.
Una vez acomodados en el asiento, noté que seguían entrando personas, y éramos demasiados para un lugar tan pequeño. Apenas podíamos movernos. Antes de darme cuenta, estaba sentada en las piernas de Kurt, dando gracias de que no pudiera ver el rubor de mis mejillas, y sintiendo su respiración y su risa en el cuello.
De repente hacía mucho calor.
El primer porro lo encendió Dale, el segundo, ya no recuerdo.
Nunca antes había fumado marihuana, nunca antes había estado tan cerca de un chico, y sobre todo, nunca me había sentido tan culpable por sentirme tan bien.
Con las ventanas y puertas de la furgoneta cerradas, el efecto visual que provocaba el humo encerrado era tan increíble que quería llorar, y en la radio sonaba una canción de los Sex Pistols que todos cantaban como si no hubiera mañana.
Yo aún no tenía el valor suficiente para decir una palabra, pero gracias al húmedo calor, casi tangible, Kurt había imitado a Krist, y se había quitado la camiseta. Se veía tan ridículamente adorable, con su cabello rubio callendo sobre su torso, su mirada perdida y el humo saliendo de su boca que no pude evitar decirle que se veía hermoso.
Se rió, y me miró divertido -Estás muy drogada, Blue.Cuando paramos al lado de una calle, junto a un cartel, que explícitamente rezaba <prohibido bañarse en el lago> fuí la primera en salir de la camioneta. El humo salía lentamente del vehículo, por las ventanillas recién abiertas.
Kurt se bajó con la camisa puesta, contemplando el humo como en un trance, para luego romperlo al grito de -¡MARIHUANAAA!
De repente sentí como alguien me tiraba del brazo. Shelli, la novia de Krist, estaba empapada y con los ojos rojos brillantes de la emoción.
-¡Vamos Blue! ¡hay que saltar!
-¿Qué? ¿estás ...- antes de que pudiera terminar la frase, unos fuentes brazos me agarraron de la cintura y me levantaron en el aire, la altura que me separaba del suelo me hizo descartar la idea de que fuera Kurt, en su lugar, eran los brazos de un alegre y mojado Krist. El viento levantaba mi vestido, dejando mi ropa interior expuesta, pero considerando que algunos ya ni siquiera llevaban ropa, no me importaba.El impacto con el agua pareció activar todos mis sentidos, y al salir a la superficie estaba riéndo como loca. Ya no me importaba ni el viento, ni el vestido mojado, ni los demás.
Kurt observaba la escena desde el baúl de la furgoneta, mientras sacaba unas botellas de cerveza junto a Jason, su compañero de banda.Bajo la luz de la luna y reflejado en el agua, todo se veía extraño.
El mundo era más amplio y todo lo que este contenía era infinitamente más bonito, más misterioso.Aún no podía explicarme como alguien podía transmitirme tanta paz; allí en el agua, con todo el mundo gritando y salpicando, cada vez que veía a Kurt sentado con una lata de cerveza, ya no escuchaba nada.
Me senté junto a él, en silencio.
No tenía idea del tiempo que había pasado, pero permanecimos sentados, medio en silencio, y medio hablando.
Desde Sid y Nancy, hasta la muerte de John Lennon, de el anarquismo a la religión.
Probablemente ninguno lo recordaría al día siguiente, pero yo haría mi mayor esfuerzo para no olvidar su mirada traviesa cada vez que bromeaba, su sonrisa tímida ante mis comentarios, y su voz ronca diciendo mi nombre.Todo era perfecto hasta que escuchamos las pisadas y los murmullos.
Detras de los hombros de Kurt pude a los hombres que se acercaban, y las linternas alumbrando el lago.
La mochila de Kurt llena de coca, colgando del brazo de un policía.
Mierda.Lo siguiente que recuerdo es que salimos mitad asustados y mitad muertos de risa, ignorando las constantes amenazas de los policías, y corriendo hacia el vehículo para evitar que nos llevaran.
Ya en el camino, y con los hombres corriendo detrás nuestro, dejábamos un rastro de basura y latas de cerveza que le arrojaban a los oficiales, acompañados de insultos y burlas.Saliendo de aquel perdido parque, encontramos el móvil policial vacío, al costado de la calle. Kurt sacó un gastado aerosol y comenzó a escribir en el desafortunado automóvil; con una letra enorme y en color negro: FUCK THE COPS.
Me miró con una tímida sonrisa y se sentó a mi lado.-¿A donde quieren ir ahora idiotas? -gritó Krist desde el asiento del conductor.
A mi me daba igual, siempre y cuando fuera con Kurt, y esperaba, con todo mi corazón, que él pensara lo mismo que yo.
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Kurt and Blue
FanfictionQuerido Boddah: Estoy asustado; estoy tan patéticamente asustado que compadezco a todos los que tienen que lidiar con un Kurt idiota y enamorado. Todo sobre ella me asusta, Boddah, y aún así no quiero que se vaya.