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Era imposible. Por más que tratara, no podía despegar su mirada de Taehyung.

Se aguantó un suspiro, notando que Jimin lo contemplaba con una de sus cejas alzadas mientras una traviesa sonrisa estiraba sus labios.

―Hyung, eres tan obvio.

―...No sé de qué hablas.

―Claro, claro ― rió el menor, levantándose del frío piso del salón de prácticas, en el que hacía más de media hora se mantenía sentado a su lado, para estirarse ―. Iré a casa, estoy cansado.

Asintió, sin despegar su atención del chico que cantaba en medio del salón.

Jimin soltó otra risita antes de tomar su bolso y salir de la habitación con un gesto de mano hacia su contemporáneo. Una vez solos, Taehyung siguió cantando, y él siguió echado en la esquina opuesta, admirando a su dongsaeng.

Llevaba rato haciéndose la misma pregunta: ¿Cómo le hacía Taehyung para volverse más hermoso con cada día que pasaba?

Recordó con cariño sus días de Trainees, cuando el pequeño y delgado vocalista lo seguía a todos lados, ya fuera en la empresa o en el dormitorio; no había momento en que su dongsaeng no buscara llamar su atención, y era algo que adoraba, secretamente.

En esos días había sido normal tener a Taehyung encima de él, así como había sido normal para él estar sobre el vocalista. Sus personalidades y gustos eran tan parecidos, que fue un soplo de aire fresco, luego de haber estado un largo período entrenando junto a otros trainees igual de serios que Yoongi y Namjoon.

Si hacía un pequeño esfuerzo, podía evocar el suave cosquilleo que inundaba su pecho cada vez que Taehyung y él hablaban o jugueteaban. Incluso en aquella época, sin saberlo, había caído por la excéntrica personalidad del menor que, unida a su irreal belleza, no había hecho más que darle dolores de cabeza tiempo después.

Cuando el inocente cosquilleo pasó a ser latidos desbocados de su corazón cada vez que su dongsaeng le sonreía o tomaba su mano, y sueños húmedos que inundaban la mayoría de sus noches; entendió que, para él, Taehyung no podría volver a ser su "lindo dongsaeng". No cuando en su cabeza le había hecho miles de cosas de las que, hasta el sol de hoy, se seguía avergonzando.

En ese entonces no había estado preparado para el camino que sus emociones y pensamientos le obligaban a tomar.

Incluso ahora; a veces se sentía tan ofuscado y estresado que, en ocasiones se llegaba a preguntar si había hecho lo correcto dejándose influenciar por sus intensos sentimientos hacia el menor.

Soltó un suspiro, dejando ir con él parte de sus preocupaciones; esas que lo aquejaban desde el día en que Taehyung había sido anunciado como MC para los Gayo Daejun de ese mes. Es decir, nunca se podía estar lo suficientemente preparado para ver a la persona que querías y, que sabías era una de las más hermosas del país, interactuar con otra chica igual de hermosa y querida.

Odiaba ser celoso. Intentaba, la mayoría del tiempo, desechar sus inquietudes; pero era difícil, sobre todo cuando la mayoría de las páginas de internet hablaban de ese momento con demasiada emoción. Sólo tuvo que leer algunos cientos de comentarios de los fans para notar que la gran mayoría esperaban que surgiera algo amoroso de esa interacción.

Y era normal, ¿no? Ambos eran extremadamente guapos y estrambóticos; también estaban en el mismo medio, y eran amados por la gran mayoría de la población.

Era lo lógico. Era lo natural.

Lo raro, lo que no entraba en esa perfecta ecuación, era él.

CELOS IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora