Las Estrellas

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   Hace mucho tiempo, el cielo era un manto negro, no había nada además de la luna. La Luna estaba completamente sola en el cielo.

   Ella siempre observaba a las criaturas de la tierra. En las noches veía como Vida las creaba, iniciando un ciclo, y también veía como Muerte terminaba ese ciclo. Ella era muy tímida, al no tener amigos no sabía cómo hablarle a los demás, pero un día tomó valor y se aventuró a  hablar con Muerte.
—Tu eres Muerte, cierto?— dijo tímidamente.
Muerte se volteó hacia ella un tanto sorprendido por la pregunta inesperada.
—Eh? Sí, yo soy Muerte. Es un placer al fin poder hablar contigo Luna— respondió amablemente.
Hablaron toda la noche y rápidamente se hicieron amigos, ella le contó que todas las noches los observaba a él y a Vida trabajar, también le dijo que estaba muy feliz de tener su primer amigo.

Y así iba pasando el tiempo. Muerte charlaba un rato con Luna todas las noches y luego seguía trabajando.

   Un día, Muerte estaba en un prado, pensando, estaba tan absorto en sus pensamientos que no escuchó a Vida acercándose.
—Muerte... Estas bien??—
Muerte dió un salto por la sorpresa y se volteó hacia él. —Ehm, hola. Estoy bien, sólo estoy pensando en Luna— respondió.
—Luna?  Pasa algo con ella?— preguntó Vida un tanto preocupado.
—Nos hicimos amigos— dijo Muerte con simpleza —pero ella... está muy sola, yo soy el primer amigo que tiene. Me contó que todas las noches nos vé trabajar y no sé... quisiera ayudarla, pero no sé cómo— agregó con una mueca triste.
Vida se puso a pensar, meditando, analizando sus opciones, después de un rato dijo tristemente—Creo… creo que no hay nada que podamos hacer—.
Muerte suspiró pesadamente y mientras asentía dijo —Me parecía, aunque me hubiera gustado mucho poder ayudarle—
—Sí, yo también. Oye, no te molesta que yo te acompañe a visitarla?  Quiero conocerla— dijo Vida.
—Claro!  No hay problema— respondió Muerte con una sonrisa.

Al poco tiempo, en un atardecer, Muerte estaba trabajando como de costumbre. Debía buscar el alma de varias personas que habían muerto en un incendio, entre ellos estaba el alma de una mujer joven y que había sido muy buena.
Espera!— chilló la muchacha antes de que Muerte la convirtiera en una palomilla del alma
—Que quieres?— preguntó Muerte extrañado por su comportamiento
No puedes transformarme en otra cosa? Por favor— le suplicó la chica
—Y por qué quieres que haga eso?— le cuestionó
Es que…… Creí que… Bu-bueno es que el cielo nocturno es muy, muy oscuro y creí que podrías volverme algo que pueda iluminarlo— respondió un tanto avergonzada
Muerte se quedó mirándola tratando de encontrar sentido a sus palabras, a medida que repetía las palabras en su mente iban cobrando menos​ sentido, hasta que de repente una idea le llegó a la cabeza.
—Oye, no te molestaría que te presente a una amiga?— le preguntó Muerte a la joven
Una amiga??  Quién??— interrogó extrañada
—Ella— respondió el dios, señalando a Luna que apareció en el cielo como todas las noches —Luna es mi amiga y me entristece que no tenga compañía— añadió.

  En ese momento apareció Vida que pasaba por ahí.
—Hola Muerte. Y ella??  Por qué aún no la has transformado?— le preguntó confuso
—Es que…… tengo una idea. Tu,— señalando a la mujer —piensa en lo que dije— respondió Muerte, le agarró el brazo al dios y lo alejó un poco de la chica, empezaron a cuchichear entre ellos y de vez en cuando uno u otro se volteaban a verla. La muchacha se quedó meditando acerca de las palabras del dios más alto. Después de unos cinco minutos, más o menos, se acercaron nuevamente.
—Y??  Que dices? Quisieras conocerla?— le preguntó Muerte, inclinándose un poco hacia ella
Me encantaría conocerla— asintió decida mirándole a los ojos
—Perfecto— dijo con una pequeña sonrisa.

  Muerte colocó su larga mano sobre la cabeza de la jóven y esta se transformó, pero no lo hizo en una palomilla; se transformó en un ser de luz, era muy brillante y luminosa y flotaba delicadamente sobre las manos de Muerte, Vida se acercó a ambos
—Cómo te sientes pequeña?— le preguntó a la lucecita
Radiante— respondió soltando una risita
—Fantástico— dijo satisfecho el dios más bajo —Deberíamos nombrar esta creación. Hazlo tu Muerte, después de todo, tu la creaste—
—Okey…— miró a la lucecita y pensó —Que tal… Estrella??—
Me encanta!!!— respondió feliz la pequeña estrellita
—Entonces… Estás lista?— preguntó el ambarino
Claro! Vamos!— respondió entusiasmada.

   Luna estaba como todas las noches, iluminando el frío cielo, cuando vió a Vida y Muerte acercarse.
Buenas noches chicos— los saludó amablemente
—Buenas noches Luna— saludaron a coro los dioses
—Te tenemos una sorpresa— le comunicó Vida guiñándole el ojo
—Que sorpresa??— preguntó comenzando a entusiasmarse
—Cierra los ojos— le dijo Muerte
Esta bien— dijo Luna
Cuando ella cerró sus ojos, la pequeña lucecita se ubicó a su lado.
Hola!— le saludó.
Luna miró a su lado asombrada
—Sorpresa!!!!!— gritaron Vida y Muerte
Wow! Me encanta!! Que es?— preguntó curiosa
—Se llama estrella. Ellas te harán compañía así no estarás sola— le respondió Muerte
Ellas??— dijo sin comprender y Vida también lo miró confundido
—Sip.  Esta pequeña no será la única. Con permiso, iré a trabajar— y se marchó antes de que Vida y Luna le pidieran explicaciones.

  Habrán pasado más o menos quince minutos cuando de repente decenas de estrellas empezaron a aparecer en el cielo, acercándose a Luna para saludarla. Muerte volvió y se veía agitado, estaba sudado y trataba de recuperar el aliento.
—Y? Que tal? Ya no estarás más sola— dijo el ambarino con una sonrisa
—Te ves terrible— dijo Vida de manera burlona conteniendo la risa
—Lo sé, hace mucho que no trabajaba tan a prisa jaja— le respondió Muerte acomodándose el cabello
Gracias… Muchas gracias. Nunca tuve tantos amigos— dijo Luna al borde de las lágrimas, estaba totalmente conmovida
—De nada— respondió haciendo una reverencia.




   Desde ese entonces, Muerte convierte las almas de las personas que han sido buenas en vida en estrellas.

El cielo ya no es más oscuro.

Millones y millones de estrellas le hacen compañia en el cielo, iluminándolo.


Luna ya no está más sola.

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