Reconocería aquellos ojos azules en cualquier lugar. Era ella, han pasado demasiados años desde la última vez que la vio y por un momento pensó que ni siquiera había cambiado tanto físicamente, quizás ahora su cabello tenía un largo diferente, pero era el mismo tono cobrizo que tenía en el 2009.
Alex Mena estaba dando un concierto íntimo en el pequeño club Arabella. Recientemente ha regresado de España, su tour ha terminado y ha decidido cerrarlo en este pequeño club de la ciudad de México que le abrió las puertas cuando ser cantante era sólo uno de sus más locos sueños. Su regreso a este lugar ha sido nostálgico y el hecho de ver a Evelyn ahí sentada sólo ha provocado que esta noche en especial se haya llenado de tantos recuerdos.
Mientras tocaba la guitarra no podía evitar pensar en esos días cuando él tenía escasos diecinueve años, cuando Humberto le abrió las puertas de este pequeño bar que lo vio dar sus primeros pasos, cuando tocó por primera vez al público todas esas canciones que escribió para Evelyn, su eterna musa. Tenía tantas canciones escritas para ella, plasmó cada momento de su historia en sus letras; cuando se enamoró de sus ojos, cuando se dieron su primer beso, cuando pasaron su primera noche juntos, cuando le rompió el corazón, creo que de eso último han salido sus mejores obras.
—Gracias, esa canción fue Dijiste adiós.
Alex abandonó por un momento el micrófono y se dirigió hasta la punta de la batería, en donde tomó su botella de agua, bebiendo lo más que pudo de ella. Alejandro sabía perfectamente que Evelyn conocía cuales canciones eran para ella y en esta última, contaba en 3:23 minutos cómo fue que terminó con él.
Quizás por eso era que se sentía tan nervioso, no sabía qué hacer cuando terminara el concierto, ¿sería capaz de ir tras de ella y pedirle una noche para platicar? Quizás su teléfono para acordar una cita después, realmente tenía ganas de saber que ha sido de la mujer que le ha robado el sueño algunas noches a lo largo de todos estos años.
—¡Qué noche! ¿Cierto? Bueno esta siguiente canción se ha vuelto un hitazo, es una de las canciones más pedidas en todos los conciertos, de las más coreadas... Tú ya te imaginas cuál es, ¿verdad? —Señala a la chica que tiene enfrente, sonriendo ante su reacción—. Bueno, les contaré un poco acerca de esta canción. Cuando yo la escribí, hace remotos doce años, me gustaba bastante una chica...
—¿Otra? —Cuestiona fuertemente una fanática que se encontraba cerca del pequeño escenario.
—Pues casi casi es la misma chica de la que hablo en todas las canciones que he escrito. —Replica él, con una sonrisa grande—. Pero bueno, esa chica me gustaba, demasiado y ella era algo... Complicada.
Alex dirige la mirada hacia Evelyn, una mirada de complicidad, por supuesto que estaba hablando de ella.—Intentaba conquistarla pero no se dejaba tan fácilmente y un día, salimos con unos amigos a patinar a la pista de San Jerónimo y entonces... le robé un beso. Dije: igual y me demanda y me pone una orden de restricción, pero al menos ya probé sus labios. ¿Y qué creen? Fue el beso que empezó una historia que me marcó como no se imaginan. Así que, esta canción se titula Por un beso suyo —Alex nervioso para su público, tomando el micrófono—. Ahmm... ¿Eddy?
Eddy busca con la mirada a Esteban, el tecladista, no esperaba aquel cambio. Según el setlist que tenía pegado en el piso junto a su banquillo, tocarían Entre cadenas después de Dijiste adiós, no comprendía a qué se debía tan repentino cambio y porque ha querido tocar esa canción.
Sin embargo, Eddy supo que no debía cuestionar el porqué de ese cambio de último momento al setlist, simplemente tomó sus baquetas y marcó el ritmo de entrada de esa canción. Alex comenzó a cantar, mirando a la mujer que lo observaba atenta desde la mesa seis. Finalmente, su Evelyn estaba ahí presente esta noche, ¿por qué no cantarle esa canción que ha sido inspirada en ella?
—Gracias... Realmente ha sido increíble volver a tocar aquí. Siempre es un placer volver a casa. ¡Nos vemos para la próxima! —Alejandro dejó el micrófono y se deshizo de su guitarra—. Tengo que irme, lo siento.
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Asignatura pendiente
RomanceAlex nunca pudo olvidarla, Evelyn se convirtió en un sueño recurrente durante los últimos diez años en los que no supo de ella. Hasta que una noche llegó el momento de mirarla nuevamente a los ojos y solo así entendió que hay amores que nunca se van...