it's a hard life

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Solo, en la lluvia, con frío y hambre, sin un hogar donde refugiarme. Así estuve por dos años, hasta que me salvó una familia, me alimentó, me bañó y me dió el amor que nunca tuve. Incluso me dieron un cuarto propio para que esté más cómodo y tranquilo. Era el paraíso, un regalo divino que el cielo me otorgó.
Desde el momento en el que me salvaron supe que ahí estaría feliz, me darían amor.
Mi familia se conformaba de tres personas: el padre, Juan , la madre, Antonella y la hermosa hija, Matilda.
Matilda siempre andaba conmigo, porque de no ser así, el padre me maltrataba, encerrándome en mi cuarto sin razón alguna. A pesar de que le decía que por favor no me encierre, él lo hacía sin inmutarse. Al pasar el tiempo me fui dando cuenta que todo no era tan lindo cómo aparentaba. Mi cuarto era extremadamente pequeño, tanto, que apenas podía caminar. Juan y Antonella me maltrataban todo el tiempo, lo único bueno que hacían era darme de comer cada cinco minutos prácticamente. No me quejaba porque la comida era deliciosa. Pero a pesar de todo, Matilda siempre jugaba conmigo y nunca me maltrató. De hecho, a veces, cuando me encerraban, ella se encerraba conmigo para no separarnos. Todo fue así hasta que pasaron nueve meses. Engordé y crecí enormemente, lo cual me dificultaba hacer actividad física, así que me la pasaba acostado en mi cuarto. Por culpa de mi estado físico, Matilda ya no jugaba conmigo y se fue olvidando de mi. Lo que ocasionó que Juan me maltratara todo el tiempo. Fue triste cuando me enteré de lo que me harían, porque fue a último momento. Yo nunca fui adoptado para ser un hijo o un amigo, fui adoptado para ser brutalmente asesinado y devorado sin piedad. Después de todo, solo soy un simple y gordo cerdo, el cual fue criado para ser la cena de Navidad.

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