27 de octubre de 1945.
Querido Louis:
Esto es en memoria de nuestro aniversario, el aniversario de ese octubre veintisiete de 1943 cuando te escuche cantar por primera vez mientras mi tropa estaba en el Oran, al norte del continente African, cerca del Mediterráneo. El estar en el ejercito me trajo las peores desgracias, al igual que las mas hermosas experiencias. Esa canción me trae recuerdo de los tiempos más felices que he vivido. Me trae el recuerdo del show de la tropa de las fuerzas armadas de los Estados Unidos; cortinas hechas de globos de barrera, lamparas hechas de latas de chocolate, ensayos que duraron hasta la madrugada y un chico guapo y tímido con una voz maravillosa. Noche de apertura (tal ves un poco de vino moscatel de mas y la compañía de alguien con quien hice conexión aunque me ignoro durante todo el show). Dias emocionantes actuando en la hermosa y majestuosa Casa Municipal de Opera en Oran, un malentendido en las alas justo antes de que abriera el coro.
Un año después, justo el mismo día, bebidas en el Coq d'our, cena en el Auberge, una sortija y una promesa hecha. El gran espectáculo de la Primera División Armada del Reino Unida: moscatel, whisky, vino añejo. Alguien ebrio que tuvo que ser llevado a rastras de la camioneta hacia la cama de su tienda. Una noche con una lluvia torrencial y dos soldados empapados bajo un árbol solitario en la llanura africana. Un convertible francés prestado. Un manantial de azufre caliente, la frescura mediterránea y un picnic de raciones y coca colas calientes.
Dos años después, igualmente el mismo día.Dos tenientes lo suficientemente listos para saber el resultado, pero no lo suficientemente inteligentes para darse cuenta de que no queríamos estas solos. Un pianista de screwballs, competencias, días miserables y noches solitarias. La noche fría y ventosa, nosotros dos infiltrándonos por la ventana rota de un viejo teatro de las fuerzas armadas, y dormir en un catre detrás de la cortina del escenario, atrapados uno en los brazos del otro. La sorpresa al despertarnos y darnos cuenta de que, milagrosamente, nadie nos había descubierto. Un paseo rápido a un acantilado sobre el mar. Fotográficas tomadas con una cámara instantánea, y las uvas moradas y hojas frescas de un viñedo.
Un año después, como de costumbre el mismo día. La dicha cuando nos informaron que nos iríamos a casa, y la miseria cuando entendimos que no regresaríamos juntos. Las despedidas en una playa solitaria bajo el terciopelo lleno de estrellas de la noche africana y las lagrimas que no cesaron cuando veía sobre el malecón como desaparecías por el horizonte.
Nos prometimos que estaríamos juntos de nuevo en casa. Pero el destino lo sabia mejor. Tu nunca llegaste a casa. Y aquí, en mis lagrimas y con mi café ya frío por la prospera llegada del invierno, Louis, espero que donde quiera que estés, estos recuerdos te sean tan preciosos para ti como lo son para mi. Espero que algún día, alguien encuentre todas nuestras cartas y las publique, claro, en un futuro mas ilustrado. Entonces, todos podrían entender todo mi amor y dolor. En fin, ya no tengo nada que decir.
Buenas noches, duerme bien mi amor.
Tuyo, Harry Styles.