Introducción

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Solo había tres chicos gay en San Fernando aparte de él

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Solo había tres chicos gay en San Fernando aparte de él.

El primero era su mejor amigo, Giordano Evangelisti, quien pasaría la noche del baile en el escenario, cantando para los graduados.

La segunda opción era Cody Foster, un muchacho sin mucha vida social que prefería pasar una noche como esa viendo películas malas de terror en la intimidad de su casa.

Por último, estaba Peter Castle, un chico estudioso, responsable y con quien llevaba una buena relación desde que los dos se encontraban en el comité de estudiantes.

Con estas desalentadoras estadísticas, era obvio que Marion no se planteó ni una sola vez el ir acompañado a la graduación. San Fernando era un pueblito pequeño, muy pacifico, nunca pasaba nada digno de recordar; el instituto era un sitio común, distinto a la imagen que se pintaba en las películas de adolescentes. Ellos no tenían casilleros rojos y rectangulares, ni un campo de futbol. No había porristas tan buenas como las que hacían piruetas en el aire y caían en torres perfectas e incluso si las hubiera, las pobres no tendrían a nadie a quien animar aparte del club de fotografía de la escuela.

San Fernando era aburrido, muy aburrido.

Justo por eso, Marion veía el baile de graduación como un escenario inofensivo para desenvolverse. Él solo tenía que ir, correr de un lado a otro con la organización y fingir que había pasado un buen rato cuando su padre le preguntara que tal le había ido.

Simple y sencillo.

Lo que Marion no se esperaba, es que los acontecimientos de aquella noche afectaran por completo el rumbo de su vida.

Todo comenzó cuando Peter, inducido por algún piquete de mosco alienígena (o la ya mencionada desalentadora cifra de chicos gay en el pueblo) se envalentonó para pedirle que fuera su pareja durante el baile.

Aquello era raro, Marion lo sabía, así que le dijo que no, sin embargo, eso no fue suficiente para detener a Peter. Si algo debía admirar del muchacho era su tenacidad. El chico se esforzó en serio persiguiendo a Marion por toda la escuela para convencerle con promesas de una noche de pura diversión. Había hecho de todo, hasta que Marion, contagiado por su entusiasmo le dijo que sí.

Grave error.

Por alguna razón, aunque él no quería ir al baile con pareja, comenzó a emocionarse por la perspectiva. Pensaba escaparse un rato de sus obligaciones y bailar en medio de la pista, tomar el fastidioso ponche que se escogió por mayoría en la junta y sacarse una foto en la cabina instantánea que les prestaron para la fiesta.

En teoría sonaba como algo divertido.

Sin embargo, Marion no esperaba que sus ilusiones (unas que ni siquiera tenía en un principio) se romperían con tanta facilidad.

El día del baile Marion se escapó de casa antes de que su padre se diera cuenta de que iba a salir con un chico. Llegó al lugar de la fiesta con su pareja, tomaron algunas bebidas y esperaron a que la gente comenzara a entrar en ambiente. Por suerte, los chicos del comité le habían dicho que todo estaba correcto y no necesitaban ayuda.

El camino de Giordano (LCDVR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora