Capítulo único

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Chanyeol no era virgen, pero tampoco un experimentado. Era una persona que tenía mucho conocimiento general y charlas interesantes, pero que daba una primera impresión aniñada o, por el contrario, muy tosca; por esta razón, hasta el día de la fecha nunca había tenido una relación seria y solo había mantenido relaciones sexuales dos veces en sus veinticinco años de vida. Consideraba que las formalidades no eran lo suyo, mucho menos el compromiso. Decía que porque no quería sufrir por amor, pero la realidad era que nunca nadie se le había confesado y él tampoco había tenido la valentía de hacerlo. Estaba seguro que tarde o temprano caería en ese espiral por inercia. En el fondo era un romántico empedernido, de ideales utópicos y finales felices. El tipo de persona que conserva la fe en la humanidad.

Sin embargo este era uno de esos días que rara vez (o más bien nunca) se le daban: el chico con el que venía coqueteando hacía un mes, lo había invitado a su casa.


Conoció a Kyungsoo por el primo del amigo de un amigo en un cumpleaños. Cuando recién llegó a la fiesta, su amigo se acercó al grupo en el que Kyungsoo estaba con la intención de presentarlos, ya que ambos compartían una orientación sexual diferente al resto y estaban solteros. Lo primero que pensó Chanyeol fue en volver a casa. El chico bajito y serio, de mirada petulante, le ponía los nervios de punta. No veía de qué manera podía coincidir con él si lo hacía sentir ridículo por ser un grandulón asustadizo. Pero cuando empezaron a hablar, Kyungsoo resultó ser algo más que ojos asesinos y ceño fruncido. En realidad se reía con facilidad de sus pésimos chistes infantiles y tenía la sonrisa más dulce del planeta. Y una voz muy sexy.

Avanzada la noche, cuando el grupo inicial se había dispersado hacía rato y solo quedaban hablando ellos dos, le reveló su primera impresión y Kyungsoo le explicó que su mirada se veía así por un problema de vista, por lo que Chanyeol se sintió avergonzado de cómo lo había juzgado. Kyungsoo le dijo que era natural y que era su culpa por no llevar gafas para no verse más feo de lo que era.

—En realidad eres bonito —respondió Chanyeol con la sinceridad de un niño de cinco años.

Kyungsoo se rió como si acabara de contarle otro chiste y él lo dejó pasar. Cuando la mayoría de los invitados ya se habían marchado, debieron interrumpir su conversación y volver a la fiesta para percatarse de que se habían quedado mucho más tiempo del que tenían planeado originalmente. Luego de una ronda de sonrisas nerviosas y miradas alrededor en silencio buscando algo más qué decir para dilatar el momento, se separaron en la puerta de calle y cada uno siguió su camino.


Unos días más tarde, su hermana Yoora le pidió que recogiera a la hija del jardín. Chanyeol aceptó de muy buena gana porque adoraba a su sobrina y le divertía pasar el tiempo con ella. Era muy inteligente y siempre lo dejaba en blanco con sus planteos ocurrentes. De camino hacia el establecimiento, pensó en Kyungsoo. ¿Qué podía estar haciendo? ¿Se volverían a encontrar? ¿Qué haría de su vida? Debería haberle pedido su número...

Al llegar, ya se estaban abriendo las puertas de salida. Mientras miraba todas las cabezas de niños correteando hacia sus madres en búsqueda de su sobrina Sooyoung, se encontró con una bonita sorpresa de ojos grandes y labios en forma de corazón que, con un delantal y gafas demasiado grandes para su cara, despedía a sus alumnos con una enorme sonrisa agitando la mano. Kyungsoo ni siquiera notó su existencia. Estaba ocupado controlando que los niños llegaran a salvo con sus mamás.

Chanyeol recibió a su sobrina con una sonrisa que en realidad no estaba dedicada a ella, y se fue seguro de que volvería al día siguiente. Yoora no lo cuestionó, le venía bien la ayuda.

Figuritas de papel [OS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora