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Después de haber desayunado en la cafetería nos montarnos directamente en el coche. Desde la carretera se ve el mar. Vamos por la ruta costera, porque pensábamos que habría más tráfico por el interior, y además siempre serán más suaves las temperaturas cuanto más cerca del mar estemos.

Cada dos horas paramos a repostar y robar algo en algún área de servicio para no gastar nuestras provisiones. Hablamos de cosas intrascendentes como presumir de las armas que poseemos mientras nos turnamos para conducir. Cuando llevamos unos incomodos minutos sin hablar enciendo la radio. La radio es lo único que funciona, el único medio para que aún existe. Las televisiones, los móviles, internet, hasta los periódicos en papel han desaparecido, solo queda la radio.

-Aglomeraciones de vehículos de todo el país se apelotonan en Algeciras y Tarifa. Ante esta situación de descontrol, las autoridades recomiendan, o más bien exigen, no seguir yendo hacia esos dos lugares y esperar su turno en áreas lo más rurales posible y apartadas. Ya que las ciudades hoy en día no valen para otra cosa que para dar cobijo a saqueadores y maleantes.

-Sí, Manuel. Las ciudades son unas de las áreas más peligrosas, por eso insistimos que recojan sus pertenencias y se vayan a vivir a la montaña. El gobierno ha llamado a esta operación como Operación Evacuación De Ciudades, a la que ya han bautizado algunos ciudadanos como Operación Sin Retorno.

-¿Por qué debemos hacerles caso a los cuatro fantasmas que mandan? Si ni siquiera están aquí, se han ido perdiendo el culo a sus islas privadas del sur, en su jets privados y ahora mismo estarán dando una macro fiesta privada celebrando que todos nosotros vamos a morir.

-Pablo, sé que los políticos no son de confianza y que han hecho mal en irse y dejar a su gente indefensos. Y también sé que estas cabreado con ellos por lo que les paso a tus padres. Pero...

-¡Los políticos fueron unos hijos de puta antes, ahora y lo serán cuando todos estemos muertos! Y tú no tienes ni idea de cómo me siento por mis padres ni por nadie. No sabes nada de mí. Y quieres seguir haciendo caso de ellos, no te creía tan tonta. –Vale que este enfadado con los políticos y que este desquiciado por sus padres, pero no pienso dejar que me humille.

-Vale, tienes razón. –Ni siquiera le miro, se merece que detenga el coche y le ordene bajar y que se busque la vida. Pero a este chico no puedo dejarlo atrás, quizá sea que sé que es buena persona o que todo el mundo tiene derecho a que le dé un ataque de ira. –Solo te quería explicar que la Operación Sin Retorno tiene sentido, es decir, piensa en las ciudades. Lugares enormes y abandonados llenos de muertos, ladrones, locos... Es a donde van a ir todos los que quieran robar, y siempre será mejor poder vivir en una casa de campo que en un edificio de quince plantas. –No contesta. –Ah y por cierto ¿Te has olvidado de quien ayudó a quién? –Igual no debería de decírselo, pero si no lo hago exploto. Noto como gira la cabeza hacia mí mientras yo miro hacia el horizonte por el parabrisas.

-Yo eehh... No estaba tan mal.

-Calla, escucha. –Subo rápidamente el volumen de la radio para escuchar lo que dice el locutor de nuevo.

-Esta Operación sin retorno constará de dos fases, la primera será de unas dos semanas pudiendo extender el plazo, en ella se intentara que todos lo ciudadanos que lo deseen desalojen las ciudades y tengan un techo en el que vivir en el campo. Una vez superada con éxito se dará lugar a la segunda fase. En esta, los habitantes de las distintas comunidades autónomas tendrán asignada una fecha de embarque al ferry hacia África. Para evitar problemas hemos decidido escoger cuando le toca a una o a otra por orden alfabético. Se tendrá en cuenta donde haya nacido cada individuo y no donde viva. A continuación les diremos el orden en el que van a salir de España, pero no la fecha. Andalucía, Aragón, Asturias, Cantabria, Castilla La Mancha, Castilla León, Cataluña, Extremadura, Galicia, La Rioja, Madrid, Murcia, Navarra, País Vasco y Valencia. Si la segunda fase se realiza ágilmente dará igual en que puesto les haya tocado. Respecto a las islas el gobierno habilitara... -Y de repente Pablo apaga la radio de golpe.

-Si quieres vivir no tienes otra alternativa. –Le digo antes de que empiece a soltar lindeces en contra de la Operación sin retorno.

-¿Pero qué clase de gilipollez es esa? Dime que no estas a favor de eso.

-No es que este a favor o no, es que es lo correcto y lo que hay que hacer, no hay más. ¿Propones tu alguna opción mejor? –Le doy un segundo para contestar, aunque sabía que no lo haría. –Pues eso, casi cuarenta y seis millones de personas están yendo hacia un mismo lugar de unos ciento cincuenta metros cuadrados. Pero aunque fuese más grande no habría barcos suficientes para trasladarlos a todos lo antes posible. El gobierno está en la mierda, y por una parte se lo merecen pero por otra lo entiendo. –Hago una pausa para mirar hacia él y me está mirando sin decir nada. –Sería peor que no dijesen nada, que se desentendieran por completo de nosotros ante esta situación, entonces JA, sí que iba a ser un desastre. –Paro un minuto, pero todavía no acabe mi discurso. –Y por esa regla de tres yo también tendría que odiar a muerte a los políticos. Estoy en una situación parecida a la tuya, no está confirmado que mi familia este viva o muerta yo solo sé que ahora no están.

-Yo... Lo siento sé que estas tan jodida como yo. Pero que se larguen así y nos sigan dando órdenes... No sé, puede que tengan razón con La Operación Sin Retorno y todo ese rollo. Pero me fastidia que por que tengan más dinero que el resto estén vivos y no vayan a tener ningún problema.

-Y te entiendo créeme que te entiendo. Pero solo somos un par de chicos intentando sobrevivir.

Después de unos cuantos kilómetros más con la radio puesta escuchando las opiniones de distintos expertos a favor y en contra de La Operación Sin Retorno. Empezamos a ver cada pocos metros a gente en el andén haciendo autostop. Yo no tengo pensado parar para recoger a ningún extraño, no se puede confiar en nadie. Espero haber si Pablo dice algo al respecto, le miro de reojo y le observo. Tiene la vista perdida en la carretera y levanta la mirada cada vez que pasamos a un transeúnte pero no dice nada. Sé que el cabreo se le pasará pronto en cuanto vea las cosas más claras pero por ahora no puedo aguantar viéndole así.

-Dios ese es... -No me puedo creer lo que estoy viendo.

El mundo fríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora