Séptima pesadilla

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Estoy demasiado cansada como para correr. Se que es mi oportunidad de escapar pero mi cuerpo no responde.

Se ha detenido pero no me ha soltado del cabello.

—Te vi tan débil que decidí que el aire fresco te vendría bien.

—Déjame ir... te lo ruego.

Me acerca a él mientras tira de mi cabello,  noto su respiración en mi cuello.

—Querida, eres mía. No te irás nunca de mí.

Sollozo.

No soy su querida, no soy suya.

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Desde que regresé a casa me he mantenido en la sala de estar, no pienso ir a mi habitación o a alguna parte del segundo piso, es más, ni siquiera quería entrar a mi hogar.

—Pau, mantén la calma, los policías están rodeando el perímetro.

Mi padre intenta calmarme, pero todo es en vano.

—No puedo, no quiero ni intentarlo. Él está afuera, acechando, no descansará hasta que me tenga de nuevo dentro de ese lugar.

Los brazos de mi hermano me envuelven. Se  que se encuentra preocupado por mí pero, no puede hacer nada, nadie puede hacerlo mientras "él" esté fuera, observándonos.

—Hija, no te atrapará otra vez, no lo permitiremos.

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Suelta mi cabello lentamente y me sujeta la cara, siento su aliento frente a mí, se encuentra a centímetros de mi rostro.

—¿Sabes, cariño? Tú me conoces.

Quiero alejarme, quiero empujarlo y correr lo más lejos posible de éste tipo maniático.

—Amor, —Sus manos quitan la venda de mis ojos y tardo un poco en que mis ojos se acoplen a la luz de la luna — soy yo, André.

Lo veo, por fin veo la cara de mi secuestrador. Esos ojos oscuros que me miran penetrantes, sus rizos callendo frente a el, ese nombre... André, mi mejor amigo.

—¿Por qué? ¿Por qué tú? 

No puedo entender, todo mi mundo comienza a dar vueltas y siento que en algún momento me voy a desmayar.

—¿No lo recuerdas?

Niego. ¿Cómo se supone que recuerde algo que ni yo misma se de que trata?

—Último año de preparatoria. Te mudaste, me dejaste.

—¿Qué tiene que ver el que me haya ido con todo esto?

—Te largaste sin decir una palabra, ni una maldita palabra.

Tiene razón, ese día no quise decirle adiós a nadie, me era difícil las despedidas y con él no habría excepción.

—¿Sólo por haberme ido, haces esto?

—No, un día antes te confesé lo que sentía, habías dicho que me darías respuesta alguna. Pero nunca llegó.

No hablo, sólo lo escucho desahogarse.

—Esperé a que me llamaras y me contaras lo que había sucedido,  pero nunca lo hiciste. — Se levanta del pasto húmedo y camina alrededor de mí —Te busqué, ¿sabes?, por todas partes hasta dar contigo. Pero nunca apareciste, fué como si te hubiera tragado la tierra.

Lo miré. Sus ojos oscuros me observaban fijamente. Vi odio en su mirada, me penetraban en lo más profundo de mi ser.

—Comencé a preguntar a más personas sobre tu paradero, me tuviste como un maniático buscándote. Y te encontré.

Se inca frente a mí.
Tengo miedo.
Demasiado.

—Cuándo lo hice seguí cada uno de tus pasos, te soñaba, te ansiaba, te necesitaba y deseaba con tantas ganas. Pero una noche vi que alguien ocupaba mi lugar y no lo soporté. ¿Sabías que iba a matarlo? Si lo hacía él no estaría interponiendose entre los dos. Pero tu "amiga" —Hizo énfasis en ello. — realizó ese trabajo de alejarlo de ti. Y no desaproveché la oportunidad que se presentó para tenerte conmigo.

No podía creer lo que decía, estaba obsesionado conmigo. Me secuestró para que nadie me tuviera cerca. Nadie en su sano juicio haría algo así. Un chico normal hablaría frente a ti, pero es claro que el no es normal.

—Vi que te alejabas de la cabaña de tu novio. Así que te seguí, lo hice porque no me importaba nada que no fueras tú.

En ese momento me levanta de la tierra húmeda y me sujeta entre sus brazos.

— Y ahora, te tengo conmigo. Y nada, absolutamente nada nos va a separar.

Y todo, vuelve a ser negro.

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*Un recuerdo más*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora