Capítulo 8: Eres a quien amo

1.9K 126 49
                                    


Solo nosotros sabemos lo que vivimos cada día desde que nos conocimos, lo que sufrimos y lo que lloramos. Solo nosotros conocemos el dolor y la soledad contraria que inundó nuestros corazones… No es necesario que hables… solo… ámame y bésame…

Por un momento se sintió estúpido al sonrojarse por el recuerdo de su primera vez con Sasuke. Movió enérgicamente la cabeza intentando disipar todos aquellos pensamientos bochornosos de su mente, no era el momento ni el lugar adecuado para ello. Se tomó el puente de la nariz con los dedos respirando profundamente. Miró su reloj de pulsera notando que iban a ser las cinco de la tarde, estaba cansado de estar sentado, por lo que se levantó y recargo en la pared intentando no pensar en nada.

—¿Te encuentras bien cachorro?

—Sí, solo… estoy un poco cansado ttebayo.

La puerta de la sala de operaciones se abrió, dejando ver a Tsunade con el rostro serio y una mueca que no presagiaba nada bueno.

—Familiares de Uchiha Sasuke.

—¿Cómo se encuentra Sasuke, oba-chan? —preguntó con un matiz de preocupación impreso en sus ojos. La rubia suspiró, pasando por alto el “oba-chan” y le dedico una cálida sonrisa.

—Aun está muy delicado, pero está estable —le miró maternalmente—, si gustas puedes pasar a verlo, debe estar a nada de despertar.

Naruto asintió y después de recibir las indicaciones se dirigió a la habitación que le dijeron, estaba temeroso y no dejaba de temblar, no sabía si de nervios por la salud de su aun esposo o miedo por volver a verlo, solo esperaba que fuera la primera. Y en cuanto se detuvo frente a la puerta, contuvo el aliento y dudo si debería entrar, mientras su mano se aferraba al picaporte. Soltó otro suspiro y finalmente entró manteniendo los ojos cerrados y aguantando la respiración, mientras su tonto corazón latía como loco creyendo que en cualquier momento se saldría de su pecho.

Después de un eternidad dejó salir el aire que contuvo, relajando su cuerpo para abrir los ojos… contemplando al moreno lleno de heridas y golpes, con varios cables y tantas vendas que fácilmente lo confundiría con una momia. Lucia tan indefenso, tan solo y demacrado que su pecho se oprimió, sintiendo unas inmensas ganas de llorar por él… por ambos. Lentamente se acercó hasta él y acarició su mano con las yemas de los dedos.

—Eres un idiota… —susurró dejando que las lágrimas empaparan sus mejillas—. Siempre lo fuiste, siempre sintiéndote el todo poderoso… cuando solo eras un completo idiota… mi idiota. Queriéndolo hacer todo por tu cuenta, olvidándote de los demás, queriendo cargar con el dolor como si no tuvieras a alguien más contigo, olvidandote de tu familia, de mi y aquella promesa que te hice de permanecer a tu lado apoyandote en las buenas y en las malas —tomó una gran bocanada de aire limpiándose las lágrimas con frustración.

»No era ni soy un niño, Sasuke. No me romperia si hablabas con la verdad, tampoco saldría huyendo dejando todo en tus manos, confio… confiaba en ti y pudimos resolver las cosas juntos pero... eres tan teme y yo tan dobe que no puedo enojarme por dejarme de lado pese a que según tú, todo fue por mi bien. ¡Fallarón tus malditos cálculos, Uchiha! —apretó los labios y sus uñas se clavaron en las palmas de sus manos, formando medias lunas—. ¿Realmente crees que fue lo mejor? ¿Qué no me lastimaste? Te recuerdo que no vivi en una maldita burbuja rosa… ¡Dios! Quiero golpearte por idiota y dejarte… pero no puedo… Sasuke… no puedo —sollozó— quiero hacerlo pero si me voy terminarás matándote… —intentó sonreír—, pero eso no quiere decir que volveremos a estar juntos.

Un doncel y una bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora