Capítulo único

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Estúpidas hormonas.

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Arregló el moño de su corbata como pudo, sin quedar conforme con el resultado.

Bufó exasperado. ¿Y ahora debía salir para exponerse al ridículo?

Eddy le palmeó la espalda y le anunció que iba a salir.

Estúpida escuela, estúpidos bailes escolares.

Estúpidas apuestas que perdía contra Ed y Eddy, y que tenían como consecuencia que debía invitar a Marie Kanker a ese maldito baile escolar.

Y la chica estaba esperándolo en el pasillo, con ese estúpido y hermoso vestido azul marino que le llegaba hasta la rodilla y que traía a Doble D vuelto loco.

Por que sí, el problema no era que hubiese tenido que invitar a una de las Kankers al baile, ya que las chicas ya no demostraban ese deseo imperioso de estar con los Edds, a menos que quisieran molestarlos un poco. En general las hermanas ya no los tomaban en cuenta. Cosa que estaba estresando de sobremanera a los Edds (puede que a Eddy y a Doble D más que a Ed, que realmente no se enteraba de nada todavía), por lo que el que perdía la dichosa apuesta que habían hecho debía invitar a alguna para llamar su atención.

Y Edd había perdido.

El problema era que Marie Kanker se veía increíblemente bien esa noche, con su cabello levemente más largo, un tanto desarreglado, ese maldito vestido azul, con algo de escote, y esos brillantes labios rojos. Si la chica estaba tratando de conquistarlo por última vez le estaba saliendo de maravilla.

El estúpido saco le quedaba grande, la estúpida corbata no se veía bien y sus malditos nervios no lo dejaban hablar como una persona con cerebro.

Edd siempre había sabido que Marie era la más atractiva de las tres, o al menos así era su punto de vista, pero la chica siempre había conseguido intimidarlo hasta el punto de escuchar su voz y huir, pero ahora que realmente no le prestaba más atención de la necesaria, se veía truculentamente atractiva.

Tanto en esa situación como en las pocas clases a las que asistía (ya que aún se las saltaba, pero asistía a algunas sin sus hermanas), en las que Edd estaba seguro que la chica se sentaba de tal manera que Doble D estaba en un ángulo perfecto para verla comer chicle y desatender las clases. Si no estaba escuchando al maestro, ¿Para que iba más que para tentar a Doble D?

O puede que simplemente sus hormonas le estuvieran jugando una mala pasada.

Salió del baño de hombres con las piernas temblando de manera discreta, la chica estaba apoyada contra la pared, con los brazos cruzados sobre el pecho mientras miraba con poco interés a la pista de baile.

—¿Listo? —sopló el mechón de cabello que caía sobre uno de sus ojos y Doble D tuvo que contener la urgencia de saltarle encima.

¿Qué carajo le ocurría? Nunca se había sentido así con ninguna chica con la que había salido. Ni siquiera cuando tenía a Nazz cerca. Y Marie simplemente lo ignoraba y lo dejaba colgado.

—S-sí —se sintió imbécil por titubear, la chica no le prestó atención.

El apetitoso perfume de Marie llegó a las fosas nasales de Edd, sus piernas lo traicionaron al caminar y por poco cae.

¿Cuanto tiempo más le iba a costar aceptar que la chica le atraía de manera irremediable? ¿Que los papeles se habían invertido y ahora él era el enamorado?

Cuando la música empezó, ella se giró hacia él, sin mirarlo directamente hacia los ojos. Su mano quedó en su hombro, la de Doble D en su cintura, y las dos manos que sobraban se unieron de una manera en la que nunca habían esperado.

Estúpidas hormonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora