19.

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A ninguno de los dos nos importó lo suficiente como para separar nuestros labios hasta que una voz sonó tras la puerta.

-Dakota,¿estás ahí?-ella enseguida abrió los ojos como platos y vi cómo se tensaba.

-¡Si!-contestó angustiada.-escóndete, vete.-dijo susurrando.-No puede verte aquí.

Yo, confuso me escondí en un armario que había enfrente de un espejo y mantuve silencio mientras escuchaba la conversación la voz me parecía conocida, pero no lograba saber de quién era.

-¿Que hacías?¿Por que tardabas tanto en responderme?-pregunto el en un tono agresivo. La rabia me consumía y por lo que suponía ese chico es el novio de Dakota.

-Yo... estaba descansando. Sabes que estoy muy agobiada con esto.

-¡Eso no es excusa!-el gritaba más y más. Yo sentía que me consumía la rabia. Deseo salir de aquí, pero no puedo salir,no.

El no paraba de gritarle y ella seguía manteniendo un tono de voz mínimo, cada vez más fino hasta que se convirtió en un hilo de voz, escuche como ella rompió a llorar y el se fue dando un portazo. Salí del armario y vi a Dakota tirada en el sofá.

-Vete, quiero estar sola. Ha sido mala idea traerte aquí...-dijo entre lágrimas. Me quedé paralizado delante de ella.

-¿Es tú novio?

-Daniel,¡vete ya!¡desde que te conozco mi vida a sido un huracán Seavey!¡Ha arrasado conmigo!

-Vale, lo siento por haberte jodido la vida. Lo siento porque no recuerdes lo felices que éramos antes de tus celos por Elena, lo siento porque mis padres me obligarán a quedarme en New York, lo siento porque tengas a un novio que sea un hijo de puta que nunca sabrá tratarte como te mereces. Igual que estás haciendo ahora conmigo. Me echas las culpas de algo en lo que yo, no entro. Y Dakota, estoy cansado. Te quiero, y te voy a querer. Pero tú... parece que me has olvidado.-mientras caían lágrimas de dolor por mis ojos cerré la puerta de su camerino y fui en busca de mi madre.

El trayecto a casa fue silencioso, ninguno de los dos hablamos.
Cuando llegue a casa, subí a mi habitación, cogí una cuchilla y pensé dos veces lo que iba a hacer. Estaba cansado de sentir dolor, dolor por Dakota, dolor por la soledad que me invadía, por qué a nadie le importaba si tenía amigos o no. Nunca nadie se llego a preocupar por mi, hasta que llegó ella. Y hasta que ya no estuvo.
Deslice suavemente la cuchilla varías veces por mi muñeca izquierda haciendo Cortés demasiado profundos como para ver la sangre salir en abundancia, cada vez me mareaba aún más. Todo daba vueltas hasta que caí rendido al suelo. Es triste pensar que todo va a acabar así.
Algunos lo veréis una tontería, pero nunca le he explicado a nadie lo que siento. Cuando iba con la psicóloga apenas me ayudaba en nada. Solo le conté mi historia con Dakota y ella decía que ojalá haber tenido a un chico como yo a sus pies. Pero no todas las historias de amor acaban bien. Por lo menos está no.

El huracán Seavey.(Why Don't We) #DestinyAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora