Por una noche - Ongniel

Parte única.

El reloj marcaba las siete de la noche cuando el timbre del departamento sonó. 

Las calles a esa hora se veían espectaculares e imponentes desde el quinto piso del edificio. Las luces de los pisos que se encontraban cerca y lejos, la de los automóviles recorriendo la pista moderadamente a causa del tráfico, e incluso el de las farolas que alumbraban el asfalto, daban la impresión de que allá, afuera, había un sin fin de estrellas iluminando, palpitando, solo por él.

—Hola, Daniel —Saludó Seongwu con una sonrisa de medio lado en cuanto abrió la puerta. Su amigo, quien era un año menor que él, se veía cansado, la sonrisa que siempre esbozaba ahora solo era una pequeña linea cruzada entre sus labios—. Vamos, entra.

Daniel solo hizo una pequeña reverencia antes de dejar sus zapatos en la entrada y poner su abrigo en el sofá. Seongwu permaneció en la puerta evidenciando el semblante bajo de su amigo a pesar de estar dándole la espalda, —su espalda encorvada, sus hombros caídos—; pero no dijo nada al respecto; quería darle tiempo, espacio, para que fuera él mismo quien quisiera contarle lo que estaba sucediendo.

—Terminé con Doyeon —Dijo sin más, más rápido de lo que Seongwu pensó. El mayor ladeó la cabeza un poco y enarcó sus cejas; sabía lo mucho que Daniel amaba esa chica, y estaba seguro que lo estaba pasando muy mal. Se acercó, y se sentó junto a él en el sofá en donde permanecía apoyando los brazos sobre sus rodillas, mirando hacia la esquina del salón.

—¿Definitivamente? —Preguntó, tratando de no sonar tan expectante. Daniel se giró solo un poco para verlo y asintió. Seongwu se acercó más a él y lo envolvió en un abrazo, y no dijo nada cuando el chico se apoyó contra su hombro y comenzó a llorar en ese lugar; en cambio, elevó su mano hasta su espalda y empezó a darle leves caricias para tratar de apaciguar el dolor que empezaba a lastimarlo a él también. 

«Vamos, todo estará bien —Trataba de consolarlo, pero por muy egoísta que fuera, Seongwu no estaba pensando en su relación con Doyeon, sino en él mismo.

Oh, Daniel. Seongwu tenía tanto por darte, pero tú siempre corrías a los brazos de ella.

Los chistes, típicos del mayor ya no eran suficientes para hacerlo reir. Daniel solo estaba elevando las comisuras de sus labios por compromiso, y Seongwu no era estúpido como para no notarlo. 

Era una noche fría, y la lluvia que empezaba a caer empeoraba las cosas. El sonido de las gotas chocando suavemente contra la ventana era lo único que se podía escuchar en el salón. Daniel se había sumergido nuevamente en un profundo  trance que le había robado todas las palabras.

Seongwu estaba a punto de decir algo, cuando fue interrumpido por Daniel; la única frase que el menor había pronunciado luego de varios minutos de silencio.

—¿Puedo darme una ducha? 

—Claro —Respondió, asintiendo varias veces —Puedes utilizar mi ropa.

—Está bien.

Seongwu lo acompañó a la ducha y preparó la tina para él; mezcla de flores de caléndula, y hojas secas de menta para que se sintiera relajado. Él siempre las utilizaba cuando tenía un día arduo de trabajo, y estaba seguro que también funcionarían con Daniel, con aquél que era su amigo desde ya varios años.

Estaba a punto de salir cuando Daniel lo llamó, tan despacio que de no haber estado todo en silencio, no lo habría escuchado.

—¿Está muy caliente el agua? —Preguntó al ver que el muchacho aún se encontraba sentado sobre la tina, sin quitarse la ropa todavía.

—¿Podrías quedarte conmigo? —Levantó la cabeza, sus ojos ahora conectándose con los suyos— ¿Por favor? —Insistió, y Seongwu no sabía que responder en ese momento, varias situaciones similares se habían presentado en el pasado, pero esa vez no lo sentía igual. Tal vez por la forma en que Daniel se lo pidió, o quizá porque a medida que los años transcurrían sus sentimientos por el castaño aumentaban, sentimientos que se encontraban resguardados bajo varias capas de secretos, pues no era posible que un chico heterosexual mantuviera algo con uno homosexual, y menos si eran amigos.