Prólogo

7.3K 199 29
                                    

"Para ti.

¿Sabes? No sé si estoy enojada, indignada o simplemente decepcionada de ti. Te escribí una larga y enorme carta por whatsapp, pero en vistas de que me tienes bloqueada, y no solo ahí si no que en facebook, instagram también, supongo que no hay que ser un genio para saber que no quieres hablar conmigo.

Sabía desde el principio lo que pasaría, no era tonta, era más que evidente que chocaríamos. Terminaríamos haciendo un desastre. Tu mundo y el mío no son iguales, sabíamos lo complicado que sería. Y, aun así, me arriesgué a no solo darte mi corazón, mi cuerpo, mis noches, mis besos, mi dedicación, que iban impresos en esas pequeñas letras como los contratos. Te di todo lo que era, me enfrenté a todos y todo lo que se oponía a nosotras, y a cambio siempre recibí migajas de ti. ¡Eso es lo que más coraje me da! Me cegué, hice oídos sordos. ¿Puedes entenderlo? ¿Puedes entender todo lo que me costará superar todo esto? Te idolatré en mis noches y convertí mi cuerpo en tu santuario. Di demasiado, y perdí demasiado por ti, cosa que a ti no te importó ni en lo más mínimo. Quiero gritarte en la cara todo lo que siento, pero no tengo las agallas para esto.

Por si no te has dado cuenta, tenemos tres semanas sin vernos, sin hablar. Me cansé de buscarte siempre, de esperar algo que sé que no llegará. Me cansé de todo ¿lo oyes? No es justo que te llore hasta dormirme y tú descansando cómodamente en la cama como si no hubiese ocurrido nada. Estoy cansada y harta... De justificarte, de no valorarme, de haber perdido el amor propio por el tuyo, a pesar de todo esto tengo la decencia de hacer bien las cosas, soy una persona que le gusta terminar esto de una manera madura, a diferencia de ti que solo sabes huir.

Y en vistas de que no se puede hablar contigo de ninguna manera, porque eres simplemente imposible, ésta es la última vez que intento contactarme contigo. Y como en la película de crepúsculo, películas que por cierto odias, te diré lo que Edward le dice a Bella "Y te prometo, que será como si jamás hubiese existido". Éste es el último recurso y la última vez que me dirijo a ti. No tiene caso postergarlo más, ni que me desviva buscando las palabras adecuadas para ti porque no lo valoras.  No sólo me lastimaste, me destrozaste viva, arrancaste el último cariño que tenía para dar, te llevaste todo lo que quería, pero me devolviste algo más importante. A mí misma.

Me duele tanto todo esto, porque para serte sincera, si hubiera sabido que todo esto iba a pasar desde el principio, jamás te habría dejado entrar a mí vida. Supongo que fuiste una lección aprendida. No esperes algo más de mí, que no lo vas a obtener, porque ésta es la última vez que hago algo por ti.

No soy rencorosa, porque eso no va conmigo. Espero que tengas una larga y feliz vida, y si encuentras el amor, solo recuerda no hacerle a ella lo que me hiciste a mí. Te pido que aprendas de tus errores.

Espero con todo mi corazón que no me extrañes, porque cariño, llorarás amargamente por mi amor".

Volvió a leer la carta por quinta vez en menos de diez minutos desde que había llegado a casa. Haber llegado y ver el sobre rosa, ese color que ella tanto amaba, y ver su letra cursiva, la habían dejado sin aliento. No podía creer lo que sus manos sostenían, entre sus dedos, pasaba ese pedazo de papel, leyendo cada vez más confundida cada una de las líneas en tinta negra. Repitiéndose así misma que eso no podía ser cierto. No había duda, era su letra, incluso, su perfume estaba atrapado en el delicado papel. Era una idiota, no había duda que ésta vez la había cagado en grande. Porque por fin sucedió lo que tanto temía, ella se iba y quizás para siempre.

No recordaba cuando fue la última vez que pisó su habitación, pues ya habían pasado días sin volver a su hogar y aún más, los días en los que no había sabido absolutamente nada de ella. Sospechaba que esa carta tendría por lo menos, tres o cinco días. Olvidó en ese preciso momento, todas las borracheras que se había cargado y las camas que visitó, la piel de todas esas chicas que recorrió con sus manos y los amargos besos que depositó en cada una de ellas.

Se sentó en el borde de la cama, sintiendo que el aliento se le iba. Con la carta, una llave se encontraba dentro del sobre. Veía la llave metálica, bañada en un color cobre antiguo, en el orificio se hallaba el listón rosa que sobresalía de ésta. Ella se la dio a su amada hace tan solo unos meses atrás. Abatida por la tristeza, sus ojos se empañaron en lágrimas, negándose a creer lo escrito. Si tan solo ella la hubiera valorado más. Si no hubiera sido una mierda de persona, quizás eso nunca habría ocurrido. Se tiró entre sus almohadas, llevándoselas a su pecho, justo dónde latía con rapidez su corazón, donde al mismo tiempo se estaba quebrando. Tratando de tomar aire y liberando en un fuerte grito desgarrador. Las botellas a su alrededor revelaban no solo su deplorable estado, sino, lo mal que la había llevado todo ese tiempo. Era tan idiota como para no haber visto que ésta no solo había sido una pelea como las tantas que habían tenido, ésta vez era diferente. Y todo era su culpa, lo reconocía.

Había caído la noche, y con ella todo su mundo. El rímel se le había corrido por todo el rostro, su desalineado cabello era una prueba inequívoca de lo ocurrido. Encendió su móvil rápidamente, y marcó el contacto "Ella", había sido tan descarada como para ni siquiera haberla guardado con su nombre y un corazón, o algún apodo cariñoso del que tanto presumía decir enfrente de todos. Los segundos eran una eternidad y estaba esperanzada a escuchar su dulce voz, aunque sea para maldecirla, para reclamarle de la actitud, pero jamás contestó. Insistió demasiadas veces, pero el resultado era el mismo. Después de un par de veces, las llamadas ya ni siquiera entraban, había bloqueado su número. Dejó en paz esa batalla, ella había sido clara, y no dudaba de sus palabras. La conocía muy bien.

Sollozó en silencio, recordando todas las veces en que ella y su amada habían compartido besos en su cama. Todas las veces que la hizo suya, y ahora no quedaba más que un recuerdo ambiguo de una buena vida. Habían traspasado su corazón con la intensidad de una daga. Una tormenta dentro de ella se producía, ¿y ahora que hacía? ¿debía insistir aun cuando fue ella la que la orilló a que la dejara? ¿Acaso era tan egoísta para quererla a su lado de nuevo? Sí, porque eso era ella, una egoísta. Pero, si se lo explicaba ¿entendería las razones que la orillaron hacer lo que hizo? 

Después de estar llorando, limpió sus lágrimas con furia. Se levantó vivaz.

Lo que había llenado su pecho de tristeza, fue reemplazado rápidamente por una rabia incesante. Arrugó la carta entre sus manos y la arrojó en algún lugar de su oscura habitación. Porque para ella, esto aún no había terminado.

© J. ZARAGOZA


N/A: PRIMERA Y ÚLTIMA NOTA QUE COLOCO EN EL LIBRO:

1)    LA HISTORIA ESTÁ BASADA EN UN PORCENTAJE DE HECHOS REALES.

2)    NATURALMENTE, HAY NOMBRES, ESCENAS Y LUGARES FICTICIOS, PERO LA ESENCIA ES LA MISMA.

3)    TOCARÉ TEMAS DELICADOS POR LO QUÉ, SI NO ERES MUY TOLERABLE CON EL TEMA DE: RELIGIÓN, HOMOSEXUALIDAD, ETC. NO TE RECOMIENDO QUE SIGAS.

4)    RESPETO, ANTE TODO, RECUERDEN QUE ES UNA HISTORIA.

5)    NO OLVIDEN VOTAR Y COMENTAR :3

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 20 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mamá, Besé A Una Chica ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora