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"¿Qué desea pedir?"

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Para pedir la orden, tuvo que quitarse los auriculares. Luego tampoco pareció encontrar su voz, pues la sorpresa y el ligero shock le habían dejado con los ojos muy abiertos.

Una persona en la cola que se formaba a sus espaldas carraspeó la garganta, y sólo gracias a eso pudo salir de su ensimismamiento.

_ ¿Menma? – se escuchó a sí mismo sonar incrédulo, con un tono un tantito agudo - ¿Qué haces aquí?

Tenía puesto una horrorosa camisa naranja con el logo del restaurante de comida rápida, un delantal blanco que afortunadamente cubría aquel horror, y una gorra que desafortunadamente aplastaba su singular peinado, que Charasuke recordaba muy bien.

Menma Uzumaki enfocó sus aburridos ojos azules en él, y algo extraño pasó en su pecho: su corazón hizo malabares entre sus pulmones, y estos parecieron de repente quedarse sin ningún aire respirable.

Una elegante ceja se alzó y Charasuke tragó saliva.

_ ¿Qué va a pedir?

Sabía que estaba boqueando. Sabía que debía verse como un completo idiota. Se clavó las uñas en la palma de la mano y se forzó a utilizar las pocas neuronas que ahora mismo no estaban teniendo un ataque de pánico epiléptico.

_ Dos hamburguesas, un batido de fresa, un jugo de naranja, unas frituras de pollo y dos raciones de papas fritas. – recitó de memoria, casi en el mismo tono hastiado con el que Hinata se lo había pedido. Ese verano habían empezado a trabajar para la misma compañía, y al principio Charasuke había pensado que la suerte estaba de su parte; pronto descubrió que, a pesar de su belleza, la Hyuuga era una de las personas más desesperantes e irritantes que existían.

Aunque a Charasuke eso le daba igual.

_ Enseguida. – la voz monocorde del otro lado de la ventanilla habló, y Charasuke tuvo un par de segundos para repasar su rostro, la línea obstinada de su nariz, sus mejillas tostadas y levemente manchadas de sudor, y la curva malhumorada de su boca.

Parpadeó de nuevo, dándose cuenta de su despiste, y quiso cachetearse.

_ Es para llevar. – se apresuró a decir, y aquellos ojos le lanzaron una mirada de soslayo que parecía oscurecida por la visera de la gorra. O por algo más.

_ Son quince con setenta y cinco centavos.

Pronto tuvo las bolsas frente a él, y se vio forzado a sacar el dinero de su billetera y a contarlo un par de veces porque su mente se reiniciaba una y otra vez inútilmente. Con cierto temblor en las manos puso los billetes sobre la barra y volvió a tragar saliva. Los dedos de Menma fueron rápidos y efectivos, y al instante ya tenía el cambio.

_ Qué lo disfrute. – Tanta apatía había en esas palabras que cualquiera pensaría que en lugar de desearte una buena comida te estaba mandando a la mierda.

Todavía estaba medio ido cuando llegó a su oficina. Sakura le llamó por teléfono, como era su costumbre hacer a la hora del almuerzo, pero él no supo responder de otra forma que con monosílabos. Ignoró completamente a Hinata cuando ella le miró con mala cara y ni se dignó a darle las gracias por traerle su almuerzo. Vio a Kakashi reír mientras leía su librito de historias porno y no se animó siquiera a hacer un comentario burlón, se comió las papas fritas de forma tan distraída que tardo casi un minuto en notar que se le habían acabado y había estado a punto de comerse un pedazo del plato de plástico.

¿Qué desea pedir?Where stories live. Discover now