CAPITULO UNICO

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Jugando con los mayores



Desde que salió del velo, Sirius, estaba más afectuoso de lo normal. Siempre reía y abrazaba a la gente, y entre todos esos inocentes, Harry sospechaba, que había algunos que no lo eran tanto. El resto no habían notado nada, o tal vez fuese, que era con él con el único que tenía esa doble intención. No es que le molestase que su padrino le diese una palmada en el trasero cuando pasaba por su lado, o le abrazase por la espalda y le mordiera suavemente la oreja, el problema precisamente era que le afectaba demasiado.

Hacía tan solo una semana que descubrió la relación que unía a su padrino con Remus, al principio le impactó un poco, pero al fin y al cabo, a él también le gustaban los hombres. Se sintió tan feliz por la noticia, que les confesó sus inclinaciones sexuales.

Fue a partir de ese momento que los toqueteos se volvieron más descarados, y ya no solo lo acosaba Sirius, ahora el licántropo también se empeñaba en abrazarlo y prolongar el contacto físico.

Pero cuando cerraba los ojos, no podía dejar de imaginarse a esos dos teniendo relaciones, de todas las formas y posturas, e incluso se imaginó a Lupin transformado, y su padrino con su forma animaga, de perro, complaciéndole. Tenía que sacárselo de la cabeza.

Al ser verano tenía que permanecer a salvo en la mansión Black. Muchos miembros de la orden iban y venían a diario, pero solo ellos tres dormían allí.

No había podido ver a sus amigos, los Weasley permanecían en su casa, y Hermione estaba con sus padres . Así que no tenía nadie a quien contarle el extraño comportamiento de ambos hombres.

Era su cumpleaños. Se levantó a la hora de siempre, y bajó a desayunar. Ayer habían celebrado una reunión, y la cocina estaba llena de planos y demás útiles, olvidados por los miembros. Los apartó con cuidado, amontonándolos en uno de los extremos. Sacó, como cada mañana, tres juegos de desayuno. Preparó café, para Sirius, chocolate a la taza, del que tomaba Remus, y un vaso de leche fría con Nesquik para él. Un par de tostadas con mantequilla, y un poco de bacon frito, por persona. Huevos no les quedaban, tendrían que ir a comprar. Ayer tenían una docena, pero su padrino se había empeñado en preparar una tortilla de patatas, como las que había visto en España, y se habían quedado sin ninguno. El primer intento se estrelló contra el fregadero, al romperse el plato con el que pretendía, sin mucho arte, darle la vuelta. El segundo se calcinó por un pequeño descuido, al estar el cocinero demasiado ocupado dando mimos a su lobito. Y de la tercera aun quedaban restos en el techo. Al final se habían quedado sin cenar, menos mal que Molly Weasley les había traído uno de sus famosos pasteles de carne en su última visita.

Una lechuza cruzó la ventana trayendo el profeta. En portada nuevas detenciones de mortifagos.

Sirius entró sonriendo de oreja a oreja. Algo tramaba. Tras él pasó Remus, con una sonrisa parecida. Comenzaba a estar asustado, entre los dos podían ser peores que los gemelos, y más ahora que habían decidido aprovechar al máximo cada instante.


Cuando entró en la cocina, su ahijado ya estaba desayunando, como de costumbre. No pudo evitar sonreír, recordando lo que tenían planeado. Estaba seguro que a su lobito le pasaba lo mismo. Les había costado conseguir todo el material necesario. En la exhaustiva limpieza de la casa que habían realizado la última vez, alguien había tirado todos sus juguetitos, pensando que eran de magia oscura.

Tu entras a una habitación, llena de cadenas, látigos, trajes de piel, frascos con sustancias aceitosas, etc. ¿Y que haces? Pues según Alastor, tirarlo todo, dado que son objetos peligrosos. ¿Es que no puede pensar mal la gente, por una vez en la vida? Ese hombre, tan precavido para unas cosas, y tan inocente para otras. Aunque probablemente jamás se le ha insinuado alguien, ni lo hará, así que bastante castigo tiene. Pero bueno, los gemelos les habían sido muy útiles.


--FLASH BACK--


- ¿Lo tenéis todo? – Preguntaba un hombre de ojos azules, apenas visibles en la penumbra, a dos jóvenes idénticos.

- Si, algunas cosas fueron difíciles de conseguir, pero aquí están. – Dijo uno de ellos, sacando de su bolsillo un paquete encogido mágicamente. - ¿Tenéis vosotros el libro?

JUGANDO CON LOS MAYORESWhere stories live. Discover now