Soñé que tenías una banda y yo le sacaba fotos pero salían como en negativo, en el puente, en algún callejón con escritos. Punk, puro punk y un perro blanco atado a un poste, criado en violencia, al que ya nadie quiere tocar porque todo lo que toca desangra. Rastros de sangre por toda la cuadra (cuando eramos chicos con mi hermano seguíamos gotas de sangre que repentinamente aparecieron en el barrio, en las calles en las casas y decíamos que eran del “hombre sangrante”, después con el tiempo pensé que probablemente era un fisgón herido, un animal que se habia lastimado una pata o una perra indispuesta)
El perro blanco en cuestión estaba atado muy cerca a una perra que vivía con nosotros, que no estaba atada pero era curiosa.
Se arrima al perro. Pienso que el puede agredirla pero la besa. Se besan.
Como los seres humanos.
Me refriego los ojos para asegurarme de lo que veo. Seguidamente se revela ante mí, que ellos no son perros ni blancos. Son mis padres. Fortuna de besarse asi despues de cuarenta años de amor.
Me despierto.
Salgo a dar una vuelta manzana y el sueño se cumple. Veo venir a mis padres caminando juntos. Se detienen para besarse. Fortuna...pienso y de inmediato, sin necesidad de refregarme los ojos noto que el perro blanco felizmente se escapó y está besando una perra, rubia también, en el paredón de enfrente.
Ahora creo que no despierto más. Posiblemente esté muerta pienso mientras siento gusto a sangre sin desearlo. Y voy goteando por las veredas y las calles aledañas.
