Espejos

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Hola. Mi nombre es Eliana. Estoy aquí, frente a 254 alumnos de secundaria, a los que debo explicar quién soy y cuál es mi problema. Estoy extremadamente concentrada en mis pensamientos, en lo que voy a decir y en cómo reaccionar ante sus dictámenes. Pero antes de esto, me cercioraré de que sepan que la historia que les voy a contar está inspirada en hechos reales, personales.

Todo empezó cuando era todavía una niña, a los once años. Mi padre me examinó con atención de arriba a abajo y nada más me dijo sorprendido:

„¡Qué rápido se está formando tu cuerpo de mujer!"

Solo era un comentario inofensivo, desde luego. Pero a partir de aquel momento, mi vida cambió radicalmente. La seguridad y mi autoestima iban desapareciendo poco a poco.

Empecé a compararme con los demás, mirando infinitas fotos sin entender por qué todas tenían un cuerpo diferente al mío y, al parecer normal. Veía a mi familia comer y comer, disfrutando de la comida con salvajismo, comentándola, diciendo lo rica que estaba.

Yo, en cambio, partía la carne en trozos diminutos y los esparcía por todo el plato. Empecé a tener la conjetura de que toda mi vida hasta aquel instante había comido demasiado, mínimo el doble que los demás. Este indicio no lo pude sacar de mi cabeza, al contrario, sentía culpa y la culpa cada vez se volvía más grande. La oquedad reinaba en mi cuerpo y yo actuaba como un ejército que sucumbía a los ataques del enemigo.

Recuerdo a mi padre, anonadado, cuando le dije que estaba gorda y que la culpa era suya, porque él me había educado de tal manera hasta entonces, me instó a que me quitara esa tontería de la cabeza lo antes posible. En ese momento, sí estaba perdida. El amasijo en mi cabeza me producía jaqueca y me encerré en mi habitación.

¿Por qué nadie me entendía? Dejé de comer, es cierto, pero ¿cómo no iba a hacerlo para no aumentar mi peso? La comunicación con mis padres cambió de un día para otro.

Eso, en aquellas circunstancias, no me importaba. Hoy sé, lo importante que es eso. Me arrepiento.Y mucho.

Con 15 años sólo pesaba unos 40 kilos aproximadamente.Pensé que mirarme al espejo me iba a proporcionar felicidad, por haber llegado a mi meta. No engordar, claramente.

Fue todo lo contrario.La lámina reflejaba a una Eliana obesa, fea y amargada. Entonces grité.

Saqué toda mi rabia.¡ No podía ser! Todo este esfuerzo, los rechazos a mis platos favoritos, el comer de pocas frutas y verduras y los vómitos instantáneos no habían hecho efecto. Para nada. No había servido de nada.

Decidí interrumpir aquella dieta desequilibrada, cosa que me costó más de lo que esperaba.

Desde luego, acabé en diversas clínicas de recuperación. Estas nada más me hicieron sentirme culpable, vulnerable y muy avergonzada.

Hoy he abierto los ojos. Le he dado nombre a mi trastorno mental. Bueno, más bien son dos palabras las que resumen todo. Cierro los ojos, respiro profundamente y empiezo con mi charla.

„ Hola. Mi nombre es Eliana. Tengo 17 años y os quiero contar lo que me acaba de suceder hace unas horas. Tenía una cuchilla entre las yemas de mis dedos. Tengo que darle las gracias a mi madre, la que puso freno a la inquietante acción. Ahora lo comprendo, estoy enferma. Espero que vosotros no cometáis el mismo fallo que yo. No sirve. De nada.

Tengo bulimia y anorexia nerviosa. Os lo ruego, no sigáis el ejemplo de miles de personas, adictas a la perfección. No sirve. De nada. En absoluto. Es más, muchas de esas personas acabaron por dejar este maravilloso mundo."

EspejosWhere stories live. Discover now