Jimin
Jimin: hola!
Jimin: Polinaa
Jimin: quieres contestarme ya
Jimin: por que sigo intentandolo
Yo: es verdad. Por que lo haces?
Jimin: oh esta viva
Yo: como si te importase
Jimin: quieres firmarle la carta de cumpleaños?
Jimin: es tu compañera de clases
Yo: ya no y
Yo: no, no quiero firmar nada
Jimin: que borde
Yo: me has preguntado algo y yo te he contestado
Yo: no es borde.
Jimin: escucha, no puedo seguir asi.
Yo: tiene que ser muy duro para ti
Jimin: no puedo seguir hablandote
Yo: oh vaya que sorpresa
Yo: y pensar de que fuimos amigos durante toda la vida.
Jimin: pues creo que ya no
Yo: como has podido
Jimin: yo no he hecho nada malo
Jimin: eres tu la que ha comenzado todo esto
Jimin: polina?
Jimin: ah bueno
***
Mi móvil resbaló de mi mano hasta caer el la almohada.
Mis libros seguían en el mismo sitio, en el suelo y el cuadro mi madre lo volvió a colgar.
Y ahí estaba yo, sentada en el sofá del balcón de mi habitación, mirando al horizonte. Durante todo este tiempo había tomado hábitos malos, y ahora fumaba.
Tomé otra calada del cigarrillo y lo tiré abajo por el balcón.Supongo que hasta aquí hemos llegado, Polina. Ya no hay un Jimin x Polina con final feliz. No son cuentos de príncipes y princesas. Ya nadie me va ha rescatar. Y no habrá ninguna hada madrina que vendrá y lo solucionará todo... no esta vez.
En vez de la hada madrina, vino mi madre y al notar el olor a tabaco, me regañó como si fuese la última vez de mi vida.
No prestaba atención de las palabras de mi madre, simplemente me vino otro recuerdo a la mente.Jimin y yo estábamos jugando en el parque hasta que le robé un juguete a uno de los niños que jugaban ahí. Era un conejo azul con ojos verdes y con una guitarra eléctrica de color rojo intenso. Mi madre también me regañó aquella vez. Jimin se acercó y me abrazó para consolarme.
Instantáneamente me empecé a reír a carcajadas. Mi madre me observó en silencio, curiosa. Mis risas locas se convirtieron en sollozos. Empecé a llorar desconsoladamente.
Mi madre me abrazó.