Empezar

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Me iba... Me iba tan lejos para no verte. No quería seguir hundiéndome en la soledad que me embargaba tu indiferencia. Cada paso que daba era una piedra en mi camino, cada recuerdo tuyo era mucho más doloroso para mí. Yo te amaba, tú me amabas, pero el feliz para siempre nunca llegó.

Sonreí para mis adentros y me dije frente al espejo "¿Cómo pude creer que estarías conmigo por siempre?"

Desde que decidiste no volver a mirarme con esos ojos negros, esos que me hipnotizaron desde que te conocí, mi vida tomo un rumbo inesperado. Reía todo el tiempo, cantaba las músicas más alegres y cada vez que podía salía a divertirme. Sin embargo, mi alma, mi corazón y mi mente estaban al filo del abismo. Tú me dejaste primero, y aun así te seguí esperando.

Hoy, decidí tomar mis maletas y partir a un lugar en donde nada me recuerde a ti. Pero no se cuán masoquista puedo ser, porque antes de huir de tu felicidad quisiera volver a caminar por donde tú y yo solíamos pasear.

Mirando al horizonte era como me encontraba. Lágrimas que suprimía a cada instante protestaban por salir de una maldita vez. El tren empezó a andar para no volver a detenerse. Y créeme "pequeño engaño" que yo seguía esperando por ti. Pero tú nunca llegaste.

Seguía mirando a la ventana con una determinación. Olvidarte era mi única opción. La copa de vino era mi única compañía y la rosa marchita en medio del libro que tanto te gustaba asimilaban tu presencia.

En mis últimos recuerdos de esta mañana, me veo a mi mismo caminando solo por la playa, ese olor a mar, era tan melancólico, que podía sentir tu débil perfume en el ambiente; la suave brisa me recordaban a tus manos rozar mis mejillas; y sentir el contacto de las olas era como si estuviera tocando tu piel.

Volví a mi realidad, alcé mi copa, pero el segundo trago fue peor que el primero. Mi mente divagó a aquella vez que juntos nos mojamos bajo la lluvia en el campo de flores. Tú reías junto a mí y yo juré guardar ese momento para siempre.

Yo te di una rosa roja, tú en cambio me diste una blanca. No sé qué hiciste con la flor que te regalé, pero aquella que me diste tú, aún permanece conmigo; ha marchitado, pero aún la llevo a todas partes.

Dejo de mirar la ventana. Me coloco mis lentes, y busco en mi equipaje otro libro. No logro concentrarme, sencillamente no puedo, tus recuerdos siguen volviendo a mí, pero afortunadamente he tomado una decisión. Tu engaño. Tu descarado engaño, me hará más fuerte. Te dejaré ir, así como me he ido yo. Seré feliz así como lo eres tú. Y viviré solo hasta encontrar el amor verdadero.

El tren hace la última parada y con él llega mi nuevo destino. Guardo el libro que saqué de mi equipaje. Y dejo atrás la copa de vino que nunca terminé de beber; el libro que tanto te gustaba, ese que leíamos juntos; la rosa blanca que me diste, y por último dejaré atrás el anillo que nunca te entregué.

Dejo tu presencia, dejo todo de ti. Lo dejo todo.

Empiezo nuevamente a nacer...

Diarios del alma ||TERMINADO||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora