Nos pertenecemos.

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Estábamos solos, por primera vez en mucho tiempo. Yo, sentado cómodamente en el sofá color menta de la sala de estar, donde la mayoría de los alumnos del instituto se la pasaban jugando cartas o ping pong; y Zeth estaba de pie, buscando un libro en una pequeña estantería detrás de mi.

—Así que, ¿Todo a vuelto a la normalidad —me preguntó mientras ojeaba el contenido del libro.

—Dentro de lo que podríamos llamar "normal" en nuestras vidas, pues supongo que sí —contesté risueño.

—Hmp —soltó ese sonido tan propio de él, lo pronunciaba cada vez que le causaba gracia algo de lo que yo decía o hacía. Cerró el libro, descartándolo y devolviéndolo a su lugar para observarme con mayor atención.

—Gracias por tenerme paciencia.

Zeth me miró divertido, y se sentó a mi lado.

—Eso que hiciste por la chica, es algo de lo que estoy orgulloso —me sonrió, cálidamente —. La familia va creciendo, ¿eh?

—Al fín, puedo disfrutar de una familia de verdad.

Voces se sintieron provenir desde el corredor. El alboroto se acercaba con prisa y en segundos vislumbramos a todos nuestros amigos amontonados, tratando de entrar por la puerta. Los primeros lograron tomar asiento en distintas partes aledañas a mí, y el resto me rodeó de manera similar.

—Es bueno tenerte devuelta —me sonrió Kai, dejando ver sus afilados y gruesos caninos, característicos de hombre lobo después de la pubertad. Eran tan puntiagudos que por momentos le parecía que serían muy capaces de comérselo de un bocado.

—Es bueno que aún me quieran devuelta —suspiré, con las mejillas ardiendo de vergüenza.

— ¡Claro que te queremos! —Alen gritó en mi oído, al mismo tiempo que por detrás de la cabecera del sofá se las arreglaba para atrapar mi cuello con sus fuertes brazos morenos.

— ¡Vale, vale! ¡Pero no me grites tan cerca! —reí, levantando los brazos para intentar quitármelo de encima.

—Lo siento —dijo desordenándose el cabello, y para mi gran sorpresa, con la otra mano tomó delicadamente las falanges pálidas de Hae.

— ¿Qué está sucediendo aquí? —pregunté un poco desorientado. Mis ojos debían estar como un par de huevos fritos por la manera en que reían los demás.

—Estamos saliendo —explicó la involucrada, dedicándome una amplia sonrisa con sus bonitos y pequeños dientes blancos.

— ¿Es en serio? —tomé una pausa para asimilarlo, recibiendo un asentimiento por parte de la pareja—. Realmente me alegro por ustedes. Es increíble, siento que me he perdido de mucho. ¿Hay alguna otra novedad que deba saber?.

—Bueno, nos enteramos que en dos días más será tu cumpleaños —mencionó Kai.

Abrí aún más los ojos, no recordaba en absoluto esa fecha. El tiempo pasaba muy rápido y junto a él, el millón de situaciones que mantenían mi mente constantemente en las nubes.

—Es cierto —dije después de una nueva pausa, donde logré contemplar lo perdido que me encontraba y lo perdido que estuve. Recordé a Shiloh y cómo habíamos planeado celebrar juntos ese día. Repetí nuestras conversaciones en mi cabeza. Casi podía oír nuestras risas por la ironía de la situación; un "muerto" seguía cumpliendo años. En seguida quise quitar esos pensamientos melancólicos, ya que si surgían de lo más profundo de mi ser, no lograría frenarlos otra vez —. Es extraño seguir envejeciendo aunque por definición ya estoy muerto.

—Ya te lo he dicho, tú eres un caso especial —pronunció Zeth, con su entonación fuera de época.

— ¿Ya conocieron a Aida? —pregunté luego de carraspear mi garganta. La maniobra para cambiar de tema antes de volver a sonrojarme por la penetrante mirada del pelinegro funcionó espectacularmente.

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⏰ Última actualización: May 19, 2021 ⏰

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