En las frias noches de invierno, observaba por su ventana cubierta de finas capas de hielo; envuelta en una manta pensaba sobre su amado esposo, habían pasado meses, que para ella eran más que simples dias acumulados durante una eternidad.
Cada día en la radio lograba escuchar el mundo entero, como este se consumía en la guerra y el caos, oh... Pero aún recordaba aquellas cálidas tardes de verano en las que caminaba por los prados y saludaba a sus vecinos, quienes alegremente le dedicaban una calida y sencilla sonrisa. Esos días de prosperidad habian acabado con el inicio de la guerra civil española, ya no había día en que el hombre no se ne cruzara por su mente. Parecía que había sido ayer... El día que sus vidas se entrelazaron para jamás ser separadas.
-- ¿cuál es la diferencia? -- alegaba la joven, que tras el mostrador retorcía un pedazo de trapo mientras su jefe, un hombre ebrio y con facciones escalofriantes le alegaba sobre su comportamiento con los clientes del bar.
-- hemos perdido mas de diez clientes esta semana por su culpa. --su voz sonaba firme, clara y amenazante, pero ella no se doblegaría ante sus palabras. --si cree que me voy a dejar manosear por un poco de indigentes, está completamente equivocado -- en una de las mesas cercanas, un hombre con chaqueta de cuero y sombrero negro observaba con cautela la escena. Aunque era temprano para aprecer en un bar, no le negaron la entrada; observaba a aquella joven como si le tuviera respeto, quizas era su cabello largo y ondulado o su blusa con un escote que dejaba ver un par de lunares que matizaban su piel morena, quizas era su solo respirar o caminar que le atraía, o quizas... Solo quizas, era la cerveza que lo tenía delirando.
--¿espera que me quede cruzada de brazos cuando son una manda de cerdos? --agitaba sus brazos sin dejar de realizar su trabajo -- ah ah-- alegaba. -- no pienso hacerlo-- el hombre dejó de observarla al ver cómo se acercaba a su mesa con una bandeja tan grande como para colocar toda la cena navideña. Dejó de escuchar los gritos del supuesto jefe cuando sintió el aroma a rosas de la joven, sus ojos se fueron un poco de su sitio al ver su falda corta y sus perfectamente moldeadas piernas.
--¿y usted que ve? -- dando un brinco el hombre volvió su vista a la cara de la joven y cómo una ráfaga de viento observó su vaso medio lleno. La mujer ni corta ni perezosa salió dando sancadas de allí refunfuñando -- todos son iguales-- colocó un par de vasos en la enorme bandeja y desapareció por la puerta de la cocina.Ahí, en ese momento el hombre sintió como su vida se iluminaba, ella era lo que él jamás esperó encontrar, lo que jamás soñó.
La puerta de su casa se estremeció ante los golpes secos hacia la misma, volvió su cabeza hacia la ventana, no lograba divisar quién tocaba, así que decidió dar un par de pasos hasta llegar a la dichosa puerta; girando el pomo observó a un hombre de color, con un traje de militar, alto e imponente que le dedicaba una sencilla sonrisa --madame, traigo noticias -- ella sin pensarlo, sin preguntar, le dio paso al hombre, quien pasó a la sala de estar.
--por favor, sientese --dijo la mujer tendiendo su brazo en señal de acuerdo --¿desea algo? --el hombre tras sentarse en el cómodo sofá negó con la mano.
Pasados unos segundos la señora se acomodó en una pequeña silla que daba hacia la cocina, donde se hacía el té. --sin rodeos, su esposo le ha enviado este par de cartas-- tomando su mochila sacó de esta un enorme fajo de cartas, atadas con una cinta roja y tendiendosela a la señora agregó --notese mi sarcasmo --la mujer sintió como su corazón se estremecía y tomando el fajo de cartas vió su listón rojo... Después de tantos años, aún lo conservaba.Cada día después de aquél encuentro el hombre de la chaqueta de cuero iba cada tarde al bar, en busca de la joven morena que le había robado el corazón . La observaba desde la lejanía, con temor a acercarsele, sentía como si una barrera lo separara de ella, hasta que una tarde de otoño ella se acercó a su mesa y con voz fugaz preguntó-- ¿qué se le ofrece señor? -- él levantó la mirada y observó los ojos azules de la joven -- un par de cervezas --dijo sin retirar la mirada, la joven sintió una corriente recorrer su espalda y asintió; al darse la vuelta pensó "¿quién es ese hombre? ".
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HISTORIAS CORTAS/ POEMAS/ Y MÁS COSILLAS
RandomRecopilación de historias creadas por mi, si buscas magia, romance, chats, realidades desastrosas y in poco de fan fiction estás en el lugar correcto. Espero lo disfrutes y no olvides dejar tus comentários, me ayudaría demasiado a mejorar; así mism...