Empiezo a sentir, una vez más, el impulso de saludar a mi tío Rodolfo. Me refiero, naturalmente, al difunto Rodolfo Osmane García, coleccionista de arañas, escorpiones y bastones, amante de la ópera, experto en porcelana china, seductor de mujeres, y casi sin duda, el mayor fornicador de todos los tiempos.Todos los demás famosos aspirantes a este título quedan reducidos a la ridiculez cuando se contrasta su historial con el de mi tío Rodolfo. Especialmente el pobre Casanova, que sale de la comparación reducido a un poco más que un hombre con un órgano sexual gravemente atrofiado.
Han pasado quince años desde que en 1964 hice público un primer y breve extracto de los diarios de Rodolfo. En esa ocasión me tomé la molestia de seleccionar un fragmento que no ofendiera a nadie, y ese episodio concreto era -seguramente usted, lector, lo recuerda- una inofensiva y bastante frívola descripción de un coito entre mi tío y cierta leprosa del desierto del Sinaí.
Hasta aquí no pasó nada, pero esperé otros diez años (1974) antes de arriesgarme a facilitar el segundo extracto. Y también entonces tuve buen cuidado de elegir algo que fuera, al menos desde el punto de vista de los niveles de Rodolfo, lo más adecuado posible para ser leído por cualquier vicario en la escuela dominical de una parroquia de aldea (lo que se conoce en el lenguaje común como convento). Este otro relataba el descubrimiento de un perfume tan potente, que cualquier hombre que lo oliese en una mujer era incapaz de refrenar el deseo de violarla allí mismo.
La publicación de esta pequeña trivialidad no provocó ningún tipo de litigio digno de consideración, pero hubo muchas repercusiones de otras clases. Encontré de repente mi buzón atascado de cientos de lectoras que clamaban por una gota de perfume mágico de mi tío. También más hombres, entre los que se encontraban un desagradable dictador africano, un ministro de un gobierno británico de izquierdas y un cardenal de la Santa Sede. Un príncipe de Arabia Saudí me ofreció una enorme suma en moneda suiza, y un hombre de traje oscuro que pertenecía a la CIA norteamericana me visitó una tarde con un maletín herméticamente cerrado repleto de billetes de 100 dólares. El perfume de Rodolfo, me dijo, podía ser utilizado para comprometer prácticamente todos los estadistas y diplomáticos rusos de primera línea, y los suyos querían comprarme la fórmula.
Por desgracia, no tenía ni una sola gota de tan mágico líquido que vender, de modo que el asunto terminó ahí.
Hoy, casi 5 años más tarde de esa publicación, he decidido autorizar la publicación de otro breve episodio de la vida de mi tío. La parte que he seleccionado procede del volumen XX (es decir, el diario número 20 de Rodolfo), escrito en 1938, cuando mi tío tenía 43 años y se encontraba en la plenitud de la vida. En este se mencionan muchos nombres famosos, y existe evidentemente un grave riesgo de que sus familiares y amigos se sientan ofendidos por algunas de las cosas que dice Rodolfo. Desearía suplicar a quienes se encuentren en esa situación, que sean indulgentes conmigo y que comprendan que no me impulsan más que los motivos más puros porque se trata de un documento de considerable importancia científica e histórica. Sería una tragedia que no llegue nunca a ver la luz.
Aquí sigue, pues, un extracto del volumen XX del diario de mi tío Rodolfo, tal y como él lo escribió, palabra por palabra:
Londres, julio de 1938.
Acabo de regresar de una satisfactoria visita a la fábrica Logonda, en Staines. Bentley me ha ofrecido un almuerzo, hemos hablado de los accesorios extras para mi nuevo V 12. Me ha prometido un bloque de bocinas que tocarán "Son gia mille e tre" de Mozart, a la escala exacta. Alguno puede pensar que esto no es más que simple ostentación infantil, pero me servirá para recordar, cada vez que pulse el botón, que para entonces el abuelo de Don Giovanni ya había desflorado 1003 rollizas damiselas españolas. Le he dicho a Bentley que tapice los asientos con piel de caimán de grano fino, y que el salpicadero esté chofado con madera de tejo. ¿Por qué madera de tejo? Simplemente porque prefiero el color y los nudos del tejo inglés a los de cualquier otra madera.
ESTÁS LEYENDO
Mi tío Rodolfo
RomansaComedia erótica basada en personajes conocidos de la historia. PD: Seguramente pierda mi reputación, pero merecerá la pena.