Wildness - Única Parte

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Lo salvaje de la vegetación, bajo un cielo plomizo de tormenta, fue el escenario desencadenante del deseo que sentía por mi amigo desde hacía tanto tiempo.

No soy fanático del deporte, pero sí de las actividades al aire libre, como el ciclismo, la natación y el senderismo. Frecuento constantemente una pequeña montaña a las afueras de Madrid, y disfruto recorrer sus caminos, a veces solo, a veces acompañado. El silencio de la altura y la vista de la ciudad me cautivan y me hacen olvidar todos los problemas del día a día. Creo que ese efecto cautivante me ayudó a perder el pudor cierta mañana y a cumplir un deseo que quemaba mi piel.

Todos conocen a Ruben con el que no me canso de fantasear. Su cuerpo siempre fue un imán para mis ojos. Pues bien, solo lo deseaba a él. Es blanco, muy blanco. Casi siempre nos metíamos con él por eso. Es mas alto que yo, pero tenía un cuerpo muy bien definido, con menos carne de lo que mi gusto pide, pero igual muy bien marcado. Cuando usaba Playeras muy ceñidas –lo cual pasaba a menudo- se notaba claramente la línea de sus abdominales, la suave curvatura de su pecho firme y unos músculos en los brazos que encantaban a las chicas. Su cabello era castaño claro y siempre hacia arriba. Y era de trato muy Majo.

Ruben me acompañaba al cerro en muchas ocasiones. La más memorable sucedió una fresca mañana de sábado decembrino. Desde temprano, mientras caminaba hacia la montaña, noté que el cielo se había encapotado por la noche y seguía tan nublado como para retrasar el amanecer. Viento y trueno se paseaban entre las nubes. Le mandé un mensaje a Ruben para saber si eso impediría nuestra excursión, y su respuesta fue que le daba igual si llovía. A mí me ponía un poco nervioso, porque el cerro pudiera estar muy resbaloso, pero procuré mostrarme tan indiferente como él hacia el clima.

Nos conseguimos a la entrada del sendero, nos saludamos y abrazamos. Ese día llevaba un simple short negro, algo corto, y una franela blanca sin mangas. Se veía precioso, y las miradas que atraía acentuaban esa impresión mía. Ni siquiera me distraje viendo a los que por allí hacían ejercicio, incluso con el torso expuesto, derrochando físico. Ruben tenía toda mi atención esa mañana. Me pregunté si la electricidad que sentía en mi cuerpo tenía que ver con el tiempo tormentoso o con algo más.

Comenzamos la subida. Todo normal. Charlábamos temas intrascendentes. El cielo se ponía más y más oscuro. Ya a esa hora, ocho de la mañana, por lo general nos moríamos de calor. Sin embargo, un viento fuerte agitaba los árboles del cerro. El brillo de las cosas se volvía surreal. Unos trazos de sol apenas cruzaban el manto de nubes, pero estos eran rápidamente abatidos y la oscuridad volvía. No le hicimos nada de caso a eso. Yo, al menos, eso aparentaba.

Ya en la primera cima, comenzaron las gotas de lluvia. Muchos comenzaban a bajar, medio histéricos, para que la tormenta no los atrapara. Otros continuaban impertérritos. Yo sentía mi ropa humedecerse y vi como se despojaba de su playera. Mientras se la sacaba por la cabeza me lo comí con los ojos. De haber tenido el valor, le hubiese puesto una mano sobre su pecho. Era lampiño. Solo tenía un poco de vello en las axilas. El resto de lo que yo veía, muy blanco, como si nunca le diera el sol, brillaba tenuemente por la capa de humedad que lo recubría. Podía contar cada uno de sus abdominales, con pequeñas gotas recorriendo sus surcos, muriendo en su ombligo o continuando hasta perderse en la negrura de su short. Sus tetillas, delicadas y rosadas, estaban un poco erectas, no sé por qué. Me excito mucho ver todo aquello en los breves segundos que tuve para hacerlo indiscretamente. Tanto que tuve que sentarme un momento para que mi pene erguido no delatara mi impúdica excitación. Me excusé diciendo que estaba cansaba y tomé agua. Me contuve.

-¿Te gusta lo que ves? –me preguntó, burlón como de costumbre.

-Uy, sí, rico –le dije con sorna. Como toda buena amistad, la nuestra se basada en comentarios sexuales subidos de tono y acusaciones sobre la orientación sexual del otro. Todo en broma, por supuesto. Aunque yo a veces lanzaba puntas muy disimuladas.

Wildness - One Shot R18 // Rubelangel //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora