Todo estaba lleno de luces de colores, radiantes, circulares y perfectamente brillantes; un gran cartel de feliz cumpleaños reposaba en la parte alta, la mesa que esta mañana desbordada dulce, ahora desbordaba aún más dulce y bebidas de colores también, mas no era eso lo que realmente me impactaba, sino la cantidad de personas que estaban dentro de casa, parecía haber el instituto entero aquí, incluso uno que otro que sinceramente no reconocía.
—Demonios... —solté en un suspiro ahogado.
— ¡Felices 18, Carol! —gritó el equipo de porritas y mi pequeña banda, mis amigos mucho más cercanos estaban de frente a esta gran mesa y el resto por detrás rodeándola.
No dije nada, me di la vuelta, volví a cruzar la puerta, tomé aire fuertemente llenando a más no poder mis pulmones y lo solté junto a todos los problemas que se me venían junto a esa maldita edad, sí esta era la edad en la que empezaba esta nueva vida de Caroline Manson, pues ¿qué más me quedaba?
— ¡Que vivan los 18! —grité entrando nuevamente a mi casa con los brazos arriba teniendo como respuesta un gran grito de parte de todos ellos.
—Así se habla, hermanita, esta noche, ¡ES TODO!
La fiesta empezó, la música sonaba fuerte de los parlantes inmensos en los rincones de mi casa, jamás había visto tanta gente aquí, corrí escaleras arriba para cambiar mi atuendo a uno que fuera más acorde a la situación. ¿Qué situación? Una segunda fiesta sorpresa celebrando el término de mi antigua vida, lo normal.
—Ese vestido te queda genial —de pie en el marco de mi puerta esperando el permiso a pasar el cual fue concedido.
—Gracias por estar aquí —respondí simple.
—Eres muy importante para mí.
— ¿Después de todo?
—Después de nada. Tu elección era lo que te llenaba de vida y pasión, lo que te convirtió, lo que te dejó ser, fuiste feliz, tal vez tuvo un final, pero lo que te quedó, es verdaderamente asombroso... Esta Carol fuerte, segura y más hermosa que antes, sí era necesario lo que pasó entre nosotros para que esto sucediera, que pase mil veces en mis próximas mil vidas —tomó un largo suspiro entrando de pasos cortos y lentos a mi habitación—. Lo de nosotros fue tal vez muy fugaz, muy superficial, no nos conocimos cuando ya creímos amarnos, me costó entenderlo, pero me alegra que tu amor, correcto o no, haya llegado para detener algo que pudo terminar peor, como por ejemplo que la lastimada seas tú, eso jamás me lo perdonaría. Esos ojitos azules no merecen sufrir.
—Estos ojitos verdes, tampoco —respondí acariciando su mejilla—. No sabes lo feliz que me hace esto, tal vez, como tú dices... No te amé, pero como te quise y como te quiero.
Después de esas palabras aliviadoras de corazones culpables, me abrazó tan fuerte que sentí como todas las heridas que nos causamos, empezaron a cicatrizar, sentí también como nuestros lazos rotos, encontraron su camino nuevamente, entrelazando nudos más resistentes.
—Yo también te quiero, Carolini —besó mi cabello dejándome nuevamente sola.
Sacudí mi vestido negro, era realmente elegante y caro, incluso mucho más que mí vestido de graduación, pero como he repetido varias veces ya, son mis 18. Muchos de los "invitados", llevaban ropa realmente casual, pero esta era mi despedida, me despedía de todos los lujos, de la mayoría de estas personas, de esta casa, de esta ropa, de estas pretensiones de niña rica, de todo aquello que me hacía una Manson, tal vez este sea el último vestido ridículamente caro que lleve en lo que me queda de vida.
Sus mangas llegaban hasta mis codos, totalmente cubierto de randas, en mi cintura decoraba un pequeño y delgado lazo, donde empezaba la crinolina para darle ese efecto pomposo en mis caderas, por delante, su corte dejaba al descubierto mis piernas mientras que atrás la tela sobraba en su gran cola. Quizá era demasiado, pero realmente me importaba entre poco y nada, además de que conozco a un veinte por ciento de la cantidad de personas que bailan descontroladamente abajo.
Trace una línea separando mi cabello en dos direcciones, dejando más porción en un lado que del otro y recogí todo con ayuda de una dona, apliqué un maquillaje muy básico con tan sólo delineador en la parte superior de mis ojos, rímel y labial rojo. Visualicé el anillo en mi dedo corazón y pensé en que tal vez sería lo único que me quedaría después de todo lo que sucederá, con la intención de recordar de dónde vengo y hacia donde no debo volver jamás.
Me miré al espejo por última vez decidida a bajar, esta sí que sería una revelación, sin embargo, algo en mi pecho me dejó pensando, ese algo era la nada, no había nada en él y lucía vacío... Noche de despedidas, ¿no? Esto también será una.
Apenas mis pies asomaron las escaleras principales, la música cesó y todas las miradas se dirigieron a mí, no fue hasta que mi hermana gritó que todos se animaron a hacerlo, estaba muy nerviosa pero se sentía bien, fabulosamente bien.
La fiesta continuó y aunque me era tedioso caminar y bailar con este vestido, cambiarme no estaba en mis planes, pese a que era tarde y cansado ya, se notaba que para ellos la noche recién empezaba, todas mis porristas hacían lo que mejor sabían con sus parejas, bailar... Yuko y Bratt, Cris y Dan y Dani con Jack, sí, el mejor amigo de Matt estaba aquí, eso me daba una ligera esperanza de que en cualquier momento llegara, tan sólo quería un saludo, sé que dijimos adiós, pero lo necesito, necesito saber que recuerda mi cumpleaños y que aún soy importante para él. Las doce se acercaban y con ello el dolor en mi pies a razón de los tacones también, pero esto sólo quiere decir una cosa, cantar el feliz cumpleaños.
—En cinco minutos, todos te cantaremos, no te pierdas —me advirtió emocionada Kate.
Corrí al baño a retocarme el maquillaje, las fotos también vienen ahí y hay ciertas cosas que no cambian, como mi obsesión por lucir bien.
Aplicaba con cuidado un poco más de rímel en mi ojo izquierdo, subí al baño de mi habitación pues el de invitados ya lucía como público, la ventana estaba abierta y un fuerte viento provocó que me estremeciera, un dolor agudo impactó en mi pecho, no entendía que pasaba pero de repente sentí miedo y la necesidad de huir, abrí la puerta con torpeza y choqué rudamente con algo detrás de ella, mal momento y mal movimiento, pues mi tacón se dobló en la alfombra haciéndome perder el equilibrio, traté de sostenerme de él y ambos caímos sobre esta.
—Demonios —solté con los ojos cerrados.
—Feliz cumpleaños, ángel —dijo él.
Con amor, una estrella entre planetas.
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Infiltrada [EN EDICIÓN]
Подростковая литература¿Quién en su patética vida no ha jugado Verdad o Reto? ¿Quién en su miserable vida no se ha arrepentido de elegir reto? ¿Quién en su estúpida, asquerosa y cruel vida no le dieron en el clavo a la hora de dictar el reto? Pues a mi, Caroline Manson, s...