Anochece.
Un frío sudor congela mis manos. Estoy nervioso. Presiento que algo se cerca. Salgo de mi casa con el primer abrigo negro que encuentro, el abrigo de mi hermana, su impregnado perfume me lo indica.
Corro con rapidez a través de las calles para ocultarme en el cercano bosque. Las sombras me persiguen! corren tras de mí para detenerme. Siento sus murmullos cada vez más potentes, más cerca.
Con tan solo lograr llegar a la oscuridad de la espesura exterior sabré que la guerra por mi sangre habrá iniciado.
«El último hombre del continente debe ser liquidado» es lo último que oigo al caer entre el enramaje.
Agudos gritos de furia se alzan en la ciudad.
Me pongo de pie otra vez, siento arder mi rostro donde segundos antes algunas ramas rasguñaron mi piel.
Siento un leve aroma de mi propia sangre. Los gritos se alzan nuevamente, ensordecedores, con un toque de placer furioso.
Un grito de mayor intensidad me eriza la piel callando con ello los gritos de las furias que me persiguen.
Ellos han cruzado la línea. Ninguna de estas bestias es capaz de resistirse a la sangre. Esto, ha despertado a su mayor enemigo.
La guerra, es ahora.
Sonrío con miedo, tiemblo de placer. Mi sangre no se irá sin la muerte de algunos perseguidores.
Continuo mi agotadora hazaña por las sombras. La luna está casi por situarse en lo alto del cielo.
Otro grito se oye a lo lejos. Esta vez similar a un rugido.
Una sombra cercana se detiene cerca sin siquiera percatarse de mi presencia. Su temor podría llegar a ser palpable.
Me quedo quieto un momento hasta que se mueve en dirección al límite.
Es ahora o nunca.
Debo llegar a él antes de que no pueda verlo más. Antes que la guerra acabe con ambos.
Me permito correr en una dirección distinta dejando caer gotas de sangre de la yema de mi dedo índice que acabo de morder. Al cabo de unos minutos rodeo las manchas en la dirección correcta.
Evito dejar otro rastro rastro ocultando mi dedo en mi boca.
Mientras subo una colina la luna me permite ver como las sombras se dirigen a mi señuelo. Tengo al meno 2 minutos de ventaja.
Otro rugido me indica que he llegado a mi destino.
Entro a una cueva cercana. Siento un fuerte hedor de carne en putrefacción, puedo saborearlo. Mis nervios están más tensos que nunca. Mi muerte es segura.
Nuevamente las furias emiten sus chillidos cercanos. No se atreverán a cruzar el límite de la cueva. Le temen a "los monstruos del lugar"
Un gemido tras de mi me advierte su presencia.
– Te dije que no volvieras a la ciudad, Samm –susurró con rabia en mi oído, tomó mi rostro y me giró para ver sus ojos amarillos.
–No me dañarás, lo he visto en tus ojos no eres capaz de cazar humanos. Siquiera en las noches descontroladas.
» Descubrí la forma de ganar esta guerra, juntos –finalice.