No Me Dejes. •Malec•

(22)

MAGNUS.

Días después estaba junto de nuevo a Jace, hablando con la confianza que se había perdido días atrás por el conflicto que habían tenido, estaban desayunando después de una noche con pesadillas para ambos que no los dejo descansar bien, el sueño de un Alexander asesino los estaba atacando a los dos cada noche, cada vez que sus ojos se cerraban y trataban de soñar para aliviar las angustia del día.

— ¿Que haremos Magnus?

Jace había pedido disculpas sobre su error en su misión tantas veces que era imposible contarlos, quería que el vínculo que tenían no estuviera así, tan rígido y Magnus por no perder a la única persona que le quedaba a su lado le volvió a confiar su amistad, no podían estar distanciado en ese momento cuando Alexander necesitaba de ambos.

—No lo sé.

No tenía ganas de hablar, tenía muy poco apetito y en su mano derecha tenía una pequeña botella de alcohol cual llevaba a sus labios a cada rato, los sueños le estaban afectando, no podía dormir por mucho tiempo, las ojeras podían verse oscuras bajo sus ojos y el odio cada vez se apoderaba un poco más de él.

—Por favor deja de tomar.

Al contrario Jace tenía un vaso de agua a lado de su comida no tocada, al ser mas blanco sus ojeras eran más oscuras y sus labios resecos podían ser más notables, su pelo estaba mojado por un baño anterior, pero también se veía miserable.

—Debo callar a las pesadillas, debo hacer que dejen de interrumpir y me dejen descansar— respondió Magnus— el alcohol siempre ha sido bueno en eso.

Los dos miraron a Alexander, sabían que si no estuvieran así, que si el ojiazul estuviera bien, Magnus le hubiera pedido perdón y estarían compartiendo esa mesa, con un buen almuerzo, unas buenas baladas y risas por todo el lugar.

—He soñado con Alexander, un chico distinto, con ojos negros como los de Jonathan, su maldad y cuando estamos por llegar al final de la historia el me corta la garganta— susurró Jace— a veces dudó de lo que vamos a hacer.

Magnus se enderezó en su lugar, y dejó la botella en la mesa, dejó escapar de sus labios un sonido de molestia.

—Creí que era el único que estaba soñando aquello, que Alexander me quería dar una señal de que esto estaba mal— dijo Magnus— pero ahora sé que es obra de demonios, los demonios de Lilith.

Jace abrió un poco sus labios sorprendido por aquello.

— ¿Por qué iba a querer, la madre suprema de los demonios, implantar miedos en nosotros?

Magnus suspiró, no había tenido tiempo a hablar con el chico sobre lo sucedido en la invocación, de la charla con su padre, de lo que le había dicho, Jace no sabía nada de ello porque se lo había ocultado.

—Le dije al demonio mayor, en la invocación, que le diera un recado a Lilith— dijo Magnus— que quería a Jonathan Morgenstern para matarlo con mis manos o los mataría a todos.

Jace miró a Magnus sorprendido pero después cambio sus facciones a una mas nula, donde no se demostrara que el comentario le había impactado.

—Entonces deberíamos ir a Edom. — opinó Jace— y acabar con esto, o estaremos desconcentrados para lo de Alexander y no podemos estar en esa situación.

Magnus por primera vez sonrió a la idea de Jace, porque no era tan errónea a lo que había pensado últimamente, pero había algo que les paraba de aceptarlo.

—Necesitamos refuerzos.

— ¿A quiénes? ¿A las Seelie?

Magnus negó a aquellas preguntas.

—La Reina Seelie está molesta, Merliot está bajo custodia de los Nephilim a punto de la muerte.

Vio cómo el chico rubio se llevó las manos a la cabeza mientras dejaba que su boca dejará escapar un murmuro de molestia, pues había sido su culpa que la mano derecha de la reina estuviera en ese lugar.

— ¿Entonces qué haremos?

—Le pediré ayuda a los subterráneos, si no aceptan entonces deberé ir con mi última opción— respondió Magnus.

Los dos se miraron, Jace negó reiteradas veces a descubrir por su mirada de quién se trataba, pero Magnus no le hizo caso.

—Isabelle es mi última opción. —susurro.

—No aceptará, no cuando Simón fue asesinado por mí, no cuando nos están buscando por todos lados.