CAPITULO 12

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Mientras tanto, Ajar había pasado por casi tres horas inconsciente hasta que despertó lentamente, y al volver en sí, miró a su alrededor.

Michae, ya despierto, miró a Ajar y dijo

— Por fin despertaste, pensé que habías muerto —dijo Michael.

— ¿Huh? ¿D-Donde estoy? —preguntó Ajar.

— Eso quisiera saber también yo —dijo Michael.

Ajar escuchó el ruido de los camellos afuera, enseguida se dió cuenta de lo que ocurría.

— ¿Esto es una caravana? —preguntó Ajar— ¿¡Fuimos secuestrados por una caravana!?... ¿¡Cómo pasó!? ¿¡Cuando pasó!? —dijo Ajar asustado.

— Reaccioné igual que tú, sólo cálmate, no sé a qué hora pasó, pero debemos salir de aquí rápido, nos alejan del Oasis. Inclusive lo perdí de vista hace una hora —dijo Michael.

— ¿Y cómo saldremos de esta cesta? —preguntó Ajar.

— Esperaba que supieras cómo... —respondio Michael.

— Nunca estuve encerrado en una canasta... Además, no sé quiénes son los que nos secuestraron. Si fueran los tuaregs, es muy posible que nos maten si escapamos... —dijo Ajar.

— Uh, ¿Entonces qué es lo que propones? —preguntó Michael.

— Escapar en la noche, cuando no nos vean... —dijo Ajar.

— Entonces busquemos algún tipo de salida mientras podamos... —dijo Michael.

Ajar se deslizó por la canasta mirando a su alrededor, buscando una forma de escapar.

En cambio, Michael sólo miraba por un pequeño agujero en la cesta que permitia ver el exterior que era sólo arena del desierto. "¿A dónde iremos a parar?" Se preguntó Michael en sus pensamientos.

— ¿Encontraste algo Ajar? —preguntó Michael.

— Nada, no hay salida más que la tapa de la cesta, pero está cerrada... —respondió Ajar.

— Hay un agujero en la pared de la cesta pero es muy estrecha para salir, en la noche tendremos que empujarla un poco y salir rapido —dijo Michael.

Ajar, aún miraba a su alrededor y se dió cuenta que la cesta tenía una especie de divisiones extrañas, como recámaras pequeñas que se conectaban al centro en un espacio amplio. Ajar se asomó y vió a otras serpientes que ya habían estado ahí.

— ¿Has visto algo? ¿Alguna salida? —preguntó Michael.

Ajar salió de la recámara y entró a dónde se encontraban las demás serpientes. Michael sólo se quedó mirando, ya que no tenia mucha confianza en salir.

— H-Hola... —dijo Ajar.

Una cobra corada estaba descansando en un rincón, pero despertó y vió a Ajar.

— Oh, Hola, ¿Eres nuevo aqui Extraño? —preguntó la cobra dorada.

— ¡Eres nuevo aquí! —exclamó otra cobra (oscura) al ver a Ajar.

— Bueno, yo, emm... —dijo Ajar algo tímido.

— ¡Vaya que ésta vez eligió bien! —dijo la cobra dorada.

— ¿Eh? —dijo Ajar confundido.

— jeje, no le hagas caso... —dijo la cobra oscura— Me llamo Yhia... —dijo presentándose.

— Yo soy Kathy —dijo la cobra dorada— Y tú ¿cómo te llamas? —preguntó.

— Yo soy, emm, Ajar... —respondió Ajar.

— ¿¡Hay Alguien!? —preguntó Michael.

— Un gusto conocerte, Ajar —dijo Yhia.

— Emm... ¿Saben dónde hay una salida? —preguntó Ajar.

— ¿Salida? Jajajaja —dijo Yhia y soltó una risa— Aquí no hay salida amiguito... —dijo Yhia.

— ¿Qué? ¿N-No hay salida? —dijo Ajar asustado.

— Exacto, aquí sólo puedes salir cuando él nos necesita —dijo Kathy.

— ¿Él? —preguntó Ajar.

— ¿¡Podrían callarse y dejar dormir por favor!? —gritó otra cobra desde otra pequeña recámara.

— Tranquila, en lugar de dormir, ¿porqué no mejor vienes? —dijo Yhia.

Aquella cobra de color totalmente negro, salió de esa recámara y fue con Kathy y Yhia.

— Recuerden que ésta noche tenemos trabajo, deberían dormir y recuperar fuerzas —dijo la cobra negra.

Ajar miró a la cobra negra sorprendido y preguntó:

— ¿Trabajo? ¿Qué trabajo? —preguntó Ajar.

Aquella cobra negra miró a Ajar y se deslizó alrededor de Ajar observándolo detenidamente.

—Tu eres nuevo aquí, me sorpende que estés aquí —dijo la cobra negra.

— Yo, emm... —dijo Ajar nervioso.

— Tienes suerte de estar aquí extranjero... —dijo la cobra negra.

— No seas tan oscura Darky, está bien, que tu nombre lo parezca ¡pero, es nuevo!—dijo Kathy.

— Así soy, no importa cómo me llame Kathy, y lo sabes —dijo Darky (la cobra negra).

— V-Vaya... —dijo Ajar.

— ¿No te sorpende saber que no estas muerto?—preguntó Kathy.

— ¿M-Muerto? —dijo Ajar.

— ¿Ya empezó la fiesta chicas? —dijo una cobra marrón saliendo de una de las recamaras— Vaya, tenemos un nuevo integrante... ¿Cómo te llamas? —preguntó la cobra.

— Mi nombre es Ajar —respondió Ajar.

— Un gusto Ajar, mi nombre es Niro, me alegra saber que no seré el único hombre entre estas chicas... —dijo la cobra marrón.

Mientras tanto, Michael continuaba en un rincón de la pequeña recámara, escuchando las voces de las demás serpientes.

La Aventura de AjarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora