La comedia de mi vida.

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¿Dónde nos habíamos quedado? ¡Ah! Ya recuerdo. Los policías acababan de desenterrar aquel extraño hueso, uno de ellos se había ido de la lengua y yo me había quedado con malos presentimientos.

—¡Váyanse ya! Ya tienen lo que querían, ¡déjenme descansar! —les grité, cascarrabias. Estaban en mi hora de siesta, y si no pensaban darme más información, ¡debían marcharse! Yo os aseguro que nunca he sido así, yo antes era feliz y hacía feliz a los demás, tal y como le prometí a mi madre que sería en 1938. Soy bastante malo para recordar fechas, no me sé ni mi cumpleaños, pero hay tres fechas que no olvidaré nunca. El último día que vi a mi madre, el día en el que conocí a Lucy, y el día en el que Lucy desapareció. Os preguntaréis quién es Lucy, os empezaré a contar, pero para ello tenemos que retroceder al día en el que cumplí 57 años (en estos momentos tengo 82, y miradme, estoy tan bien qué he conseguido echar a los policías y sostener el bastón al mismo tiempo).

Un éxito tras otro éxito, parecía que aunque escribiera la mayor mierda existente en el mundo de la comedia, el público me alabaría. Eran muchos años siendole fiel a aquellos escenarios en los que te sentías como en casa. No tenía mujer, ni novia (pretendientas unas cuantas), ya que ni a mi edad quería atarme a nadie, pretendía morir solo. Estaba preparado para la muerte, más que preparado, tenía una enfermedad hereditaria en el cerebro y sin cura, por lo que podría suceder en cualquier momento. Por eso estaba escribiendo aquel libro al que había llamado "La comedia de mi vida" era un tipo de diario, en el que contaba mis primeros recuerdos, la tragedia de la muerte de mi madre, mi triunfo en el espectáculo, y por supuesto los guiones de aquellos monólogos. Lo cierto es que pensaba que no añadiría nada más, entonces conocí a Lucy.

La primera vez que ví a Lucy, supe que tenía que aparecer en las páginas de mi libro. Tenía el pelo corto, y rubio, con ojos grandes y azules, con unos labios muy graciosos y unas orejas muy pequeñas. Siempre vestía de colores claros y tenía la vitalidad que a mi me faltaba. No dudé ni un momento en hacerle un hueco en mi vida, y tampoco en mi casa. 

Fue una larga lucha, Lucy me hacía feliz y no podría estar con nadie mejor que conmigo. Me había vuelto una persona más cariñosa y abierta desde que la conocí, pero tuve que sufrir una constante lucha con la directora del orfanato en el que se alojaba, decía que no era buena idea dejar a una niña de 8 años con un viejo. Y tal vez no lo fue, porque cuando mi querida Lucy, risa de mi vida, cumplió los 11 años, desapareció.

Fueron los cuatro mejores años de mi vida. Después de eso y tras largas búsquedas, dieron a la niña por perdida, no os quiero ni contar lo que sufrí. Dejé mi carrera como comediante y me dediqué a escribir sobre esta niña que me había hecho retroceder hasta mi juventud. Y yo ahora me pregunto, ¿por qué las dos personas que más he querido han tenido que morir? ¿debería no querer a nadie?

>> ¡Hola! Espero que os haya gustado, no os olvidéis de comentar la impresión que os ha causado Lucy desde el principio, y al ver que no era quienes todos pensábais, un besito :3 >>

¿De quién es esa clavícula?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora