Fue mejor de lo que esperaba

732 56 20
                                    

Los días parecían volverse más fríos respecto a cómo avanza el tiempo. Le fastidiaba un poco. Era inevitable, no le agradaba el frio, prefería el calor. Bueno, en verano se retractaba un tanto, ya sea porque algunos días llegaban a ser sofocantes y en esos momentos uno extraña el invierno.

Apretó el móvil de Suga en el bolsillo de su pantalón, asegurándose de que se encontrara allí. Era como la decima vez que lo hacía pero mejor prevenir que lamentar.

Irguió su cuerpo al doblar por la escalera hasta llegar a su salón. Se sentía nervioso, ansioso, asustado. No sabía si sería como siempre el interactuar con Suga. Le aterraba la idea de tener que mirarlos a los ojos sin recordar las imágenes que al parecer estaban muy bien guardadas en su memoria, lo cual le fastidiaba.

Entró al salón, mirando rápidamente al puesto de Suga. Él se encontraba tirado en su pupitre, con su rostro hundido en sus brazos, ocultándose o tal vez durmiendo. Caminó a paso lento, repasando una y otra vez las palabras adecuadas para devolver el móvil de Suga sin alterarse.

Una vez dejó su bolso en su pupitre, Suga levantó su cabeza. Sintió su mirada mientras que él, fingiendo ignorarlo, ponía su maletín colgándolo en la parte lateral de la mesa. Suga no decía palabra alguna y parecía que no pensaba saludarle, por lo que giró su rostro hacia su amigo, resignado a saludarlo él.

- Hola Suga – El rostro de Suga parecía derrotado. Tenía unas notorias ojeras en su rostro y sus cabellos un tanto despeinados.

- Hola – Sonó cansado.

- ¿Estás bien? – Preguntó un tanto preocupado, creyendo saber el por qué del estado del armador.

- No – Tiró su cuerpo sobre el pupitre nuevamente, esta vez sin ocultar su rostro con sus brazos, afirmando su mejilla izquierda en la madera, evitando la mirada de Daichi – Perdí mi móvil – Agregó.

- ¿Enserio? – Daichi rió por dentro. Sin querer estaba disfrutando el lamento de su amigo, cuando realmente su móvil estaba a menos de dos metros de él, en su bolsillo – Que mal – Fingió lamentarse.

- Si – Nuevamente Suga se puso derecho, mirando a Daichi, quien ya se hallaba sentado y girado hacia la dirección de Suga.

- ¿Tenias cosas importantes? – Daichi siguió con su juego cuidadosamente.

- ¿Eh?... S-Si… - Respondió nervioso el peli plateado, cosa que no paso desapercibida para el capitán.

- Ya veo. Pero supongo que tu celular tiene algún sistema de seguridad, ¿verdad? – Daichi casi estalla de la risa por dentro. Al parecer el día de hoy no sería un fiasco como él pensó, tan solo sentía un poco de culpa, pero respecto a su relación con Suga, no parecía verse afectada, era todo normal.

- ¡No! – Habló fuerte Suga, sin importarle que los demás se le quedaran viendo. El armador parecía realmente frustrado.

- Pero, ¿Cómo?, no debes ser tan confiado – Reclamó Daichi, pues claramente él mismo había visto todo en su móvil, y todo aquello no habría pasado si su celular hubiera tenido un sistema de bloqueo, o igualmente se habría evitado si tan solo él no se metiera donde no lo llaman.

- Lo sé, soy estúpido – El rostro de Suga desprendía un total arrepentimiento.

- Ya, ya – Trató de calmar a su compañero – Pero, ¿Qué cosas tan importantes tenias en tu móvil?

Suga dio un pequeño salto. Escuchó el golpeteo de su talón en el suelo, declarando su nerviosismo. Daichi sabía las cosas importantes que Suga tenía en su móvil, y deseaba reprenderlo un poco por su descuido. El peli plateado comenzó a golpear con sus dedos la mesa, ya no habiéndole bastando el temblar de su pierna. Su rostro delataba un leve sonrojo, y más aun con lo blanca que era su piel.

La curiosidad mató al gato, o mejor dicho, a DaichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora