¿Qué me estás haciendo?

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Corría y corría, sintiendo el peso de su cuerpo cada vez más. El uniforme comenzaba a apretarle y su cuerpo comenzaba a calentarse tras la actividad. El chirrido de sus zapatos contra el suelo de cerámica sonó por todo el pasillo cuando dobló a una velocidad demasiado imprudente, pero poco le importaba. A lo lejos, al final del largo y transitado pasillo, logró ver la mirada de su amigo y se conectó apenas unos segundos con la propia.

"Te encontré".

Ahora, caminando entre los demás estudiantes, se encontraba dirigiéndose hasta donde momentos antes estuvo quien buscaba, pero este huyó, dejándolo nuevamente al acecho de su presa.

"Maldito Asahi, ¿Cómo lo hace?".

Subiendo las escaleras lo pilló. Logró ver su largo cabello perderse mientras subía escalón por escalón. Suga no se quedo atrás, ya aburrido del estúpido y prolongado juego del gato y el ratón – que duró aproximadamente 3 días –, corrió y subió los escalones de dos en dos, llegando al segundo nivel con Asahi a unos pocos metros adelante. Lo encontró caminando lentamente, tratando de pasar desapercibido, pero poco lo lograba, ya sea por su inusual cabello y su gran estatura.

- Oye, cobarde – Le llamó a sus espaldas. Asahi solo brincó un poco del susto.

- Suga-san… - Sonrió nerviosamente.

- Te doy diez segundos para que me cuentes lo que pasó entre tú y Nishinoya.

- Este… si, te lo prometí, pero ahora no puedo decírtelo.

- Bueno – La cara de Asahi demostró un poco de sorpresa, ya que durante los últimos días Suga había estado un tanto insistente respecto a lo que ocurría con él y Noya, y ahora venia y parecía resignarse a indagar mas en el tema – Mira, me preocupan, no es normal que discutan, no me gusta verlos así, y si quieres que nadie sepa algo sobre eso, será mejor que lo arreglen. Ya viste como Daichi el otro día se percató de que algo pasaba entre ustedes dos, y hasta creo que alguno de los chicos. No quiero entrometerme, pero ten eso en cuenta – Soltó lo que tenía guardado desde hace unos días.

- Ya veo… gracias – Su mirada era seria y melancólica.

- ¿Qué pasa, grandulón? – Golpeó su hombro un tanto fuerte, dándole ánimos – Todo se arreglara – una leve sonrisa apareció en el rostro de Asahi.

- Eso espero. Solo te puedo decir… - Miró al suelo – que lastimé a Noya – Entrecerró sus ojos.

- Entonces él es el enojado en esta discusión.

- Si. Yo cause esto, es mi culpa – Soltó un suspiro – Pero, lo arreglare – Sonrió confiado.

- Así se habla.

Sentía su rostro arder y unos pequeños escalofríos en su espina dorsal, dejándole a la vez la piel de gallina. Solo atino a desviar la mirada hacia sus cosas y fingir que buscaba algo.

"¿Serán duros?"

Por el rabillo del ojo veía hacia su derecha el un tanto grueso brazo de Daichi. Era igual al color del resto de su cuerpo, y le seguía su abdomen, y su ancha espalda. Los músculos se le marcaban levemente cada vez que hacia fuerza o agarraba alguna prenda de vestir, creando más interés del necesario en Suga.

Soltó el aire de sus pulmones lo más silencioso que pudo, creyendo que si le escuchaban le pillarían observando a su capitán con otros ojos.

No estaba acostumbrado a eso, claro que no, menos con Daichi. Cuando creía que solamente era una leve atracción se equivocó, porque realmente era un gran interés que tenia hacia su amigo y compañero. No quería aquello, era su amigo y sentía que estaba sobrepasando la línea que mentalmente se había propuesto para evitar cualquier interés sexual. Ya había disfrutado y fantaseado lo suficiente con alguno que otro compañero de equipo, y pronto olvidaba aquel momentáneo deseo, pero con Daichi era diferente, aún estaba en su mente, aún cuando creía que ya no le vería más con otros ojos, pasaba esto.

La curiosidad mató al gato, o mejor dicho, a DaichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora