04. Desnudos

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Jungkook POV.

El día jueves y viernes pasaron y no asistí a la escuela. Permanecí dentro de las mismas cuatro paredes esperando que las horas volaran para irme con Yoongi.

La mañana del sábado desperté cerca de las ocho y me di un buen baño, la esponja rozaba los cardenales en mi piel y me hacía gemir de dolor. Sequé mi cuerpo delante del espejo de mi habitación y me decidí por usar unos jeans de mezclilla y una playera roja. Me peiné un poco el mojado cabello castaño, tomé mi mochila con lo de siempre adentro y me humedecí un poco el cuello con mi colonia favorita.

Mi madre de seguro veía la televisión en la sala, por ello abrí mi ventana y con cuidado me deslicé hasta caer al piso con una maniobra que siempre me permitió no hacerme daño al escapar de esta forma. Agarré mi mochila la cual había tirado primero y corrí al menos dos cuadras. Tomé el autobús para llegar a tiempo y coloqué mis audífonos con la canción "Numb" de Linkin Park. La voz del recientemente fallecido, Chester Bennington rasgaba mis tímpanos por lo alto del volumen, pero no quería bajarlo, tampoco quería que un par de solitarias lágrimas corrieran por mi rostro recordándome lo imponente que me sentía y mi incapacidad por ser dueño de mi mismo para escapar y liberarme.

Bajé en la parada correspondiente y desde allí caminé hasta cruzar la calle y notar un brilloso auto negro estacionado y un hombre delgado recostado a un lateral.

-He llegado, Yoongi.


Yoongi POV.

Jungkook llegó a la hora estipulada y subimos a mi auto, conduje camino a mi casa, donde tengo mi propio estudio. Me estaba arriesgando mucho al hacer esto, en un principio cedí y acepté, pero falsamente. No fue hasta dejarlo en su casa que decidí no engañarlo hoy, comprándole un helado para dejarlo en su hogar antes de caer la tarde. Su madre causó mucha impresión en mí y tal vez comprendí esa mañana algunas cosas sobre Jungkook. Sin dudas, corroboré cuan mal debía sentirse cuando me envió aquel mensaje de texto, donde no hizo falta rebuscar en él para saber que le habían golpeado.

Desvié mi mirada cuando me detuve en un semáforo, él estaba tranquilo. Miraba fijamente la guantera y picoteaba la carne de su dedo gordo con el índice. De seguro escapó, pero no era nadie para regañarle por ello. Me puse en marcha otra vez y en minutos entramos en el vecindario donde vivo.

Le abrí la puerta del auto y él bajó. Al entrar a la sala y sentarse, le noté muy tenso, claramente no se sentía tan seguro de su decisión como creía el mismo. Decidí aminorar el cargado ambiente y me senté junto a él.

-¿Estás bien? -asintió-¿Quieres merendar algo?...bien, yo tomaré un café.

-¿Cuándo comenzaremos?

-Yo no tengo apuro -suspiré y rendido le hice un ademán para que me siguiera hasta mi estudio en el sótano - Ya que quieres, allí al fondo hay un baño, puedes quitarte la ropa y usar una bata hasta que yo entre; siéntete cómodo.

Palmeé su hombro y salí a cambiar mi ropa por algo más cómodo para poder trabajar a gusto. No publicaré esas fotos, al menos no ahora, podría incluso ser encarcelado; las tomaré y las guardaré bien hasta que llegue el momento en que quiera hacerlas públicas en mi próxima exposición.

Por primera vez desde que comencé a dedicarme a esto me sentí algo avergonzado. Si bien había visto otras mujeres y hombres posando para mí, incluso en mi cama, nunca me había sentido tan ansioso y nervioso. Me puse unos pantalones holgados y una camisa blanca con las mangas remangadas hasta los codos y un par de botones sueltos, dejando parte de mi pecho al descubierto.

Abrí la puerta del sótano y le vi ahí, en un sillón que tengo en una esquina. Llevaba la bata como le dije y jugaba con los dedos de sus pies a la par que mordía su labio inferior.

-Jungkook -asustado por la sorpresa de mi entrada, se levantó esperando una nueva orden- ven aquí.

Le indiqué el centro del estudio donde estaba yo de pie y caminó hasta mí con la mirada baja.

-Suéltate un poco, sino demoraremos más- asintió y lo coloqué en la pose que yo quería.

Encendí mi cámara y las luces que necesitaba en el ángulo exacto. Le indiqué que bajara la tela de la bata lo suficiente para dejar al descubierto sus hombros y hacer el acercamiento que quería, aconsejé que mirara donde el quisiera, le daría la oportunidad de sentirse a gusto con esto porque incluso yo estaba temblando. Luego de un par de fotos de su perfil y comienzo del pecho, me arrimé a él y solté el puño que había hecho aguantando lo que le protegía de mi vista, abrí la bata y mis falanges rozaron levemente su antebrazo, la dejé correr por su cuerpo hasta que chocó en el suelo.

Inconscientemente apretó las piernas, queriendo que no viera nada de su intimidad y sus ojos titilaron con brillo por tal exposición. Me convertí en espectador de su belleza, pura e inocente; llena de juventud jovial. Algunas marcas verdosas adornaban la piel blanca de su duro abdomen por hacer algo de ejercicio, sus piernas eran largas y sus muslos anchos y perfectos. Sin darse cuenta, sus poses recatadas hacían mi trabajo fácil y a la vez me permitía tener el resultado que estuve buscando desde hacía meses.

No podía saber que cruzaba por su mente en ese instante, pero se notaba desprotegido. Su tierna hombría me seducía y la pequeña curva en su cintura casi me lleva al delirio por completo. Mi pecho bajaba y subía con tal rapidez que comencé a sentir sudor en mi frente.

Él era simplemente perfecto, hermoso en toda su extensión...sensual sin tener auto-conocimiento de ello.

Al terminar, salí sin decir palabra alguna y le dejé para que se vistiera a gusto. Llegué rápidamente a la cocina y mojé mi cara en el grifo del fregadero para seguido tomar un vaso con agua. Sentí mis calzoncillos ligeramente apretados. Una erección comenzaba a crecer y caí en desespero, nunca me había ocurrido algo así con un "modelo".

-D-disculpa, ¿me puedes dar un poco de agua?.

Asentí nervioso y le di un vaso limpio junto a la jarra grande para que se la sirviera él mismo, temía que mis nervios se hicieran evidente a sus ojos y terminara derramando todo.

-Creo que te debo llevar de regreso, te dejaré a dos cuadras de tu casa, así no demoras más -subí a mi cuarto y tomé una chaqueta para volver a bajar y Jungkook estaba sentado en mi sofá tranquilamente.

El camino a su casa fue aun más silencioso que el de la mañana, hasta que me detuve donde le prometí. Se liberó del cinturón de seguridad pero no hizo nada por bajar. Ambos estábamos muriendo de nervios y temblores.

-Yoongi, me avisas cuando las edites...deseo verlas.

No me dejó responderle que lo haría, pues salió apresurado del auto.

Pasaron unos catorce días, era primero de septiembre y no paraba de pensar en dos cosas : el cumpleaños de ese niño podría ser cualquiera de los treinta días que traía el mes, y no dejaba de pensar en él; en sus labios, sus ojos, su cuerpo y sus lunares. Dejé de escribir mi autobiografía, sentía que yo no era quién creía ser, no era tan recto e inquebrantable como me describía.

Ni un nuevo mensaje en tanto tiempo. Sentía que no estaba interesado en mí como siempre aseguré. Rendido por mis instintos carnales y mis deseos de volverlo a ver, aunque fuera pecado, le escribí.

Jungkook, veámonos en una hora en el mismo lugar.
Saludos, Yoongi.
1:12 pm

No respondió pero dejó un visto que me fue suficiente para ir a vestirme y conducir hasta las puertas de la cafetería.

Pasaron casi dos horas, pero no me rendiría. Si esperaba un poco más, él llegaría, de ello me convencía a cada minuto. Hasta que me rendí y a punto de arrancar, alguien tocó en el vidrio de la ventana contraria donde yo estaba. Era Jungkook.

Abrió la puerta y se coló dentro. Usaba una bonita camisa azul rey y pantalones de vestir.

-Lo siento, tuve que esperar un poco para escapar de donde estaba. ¿Me mostrarás las fotos?

-Vayamos a mi casa.

El hombre de gris [YoonKook/KookGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora