Una Frase Navideña

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Algo húmedo, así era como se veía el exótico paisaje por el que caminaba sin prisa, aquel solitario y frío hombre. Casi tan frío como el clima de ese día de diciembre, en la bella y blanca ciudad de Londres.

El viento silbaba fuerte y sin piedad, arrastrando consigo papeles y letreros de todas partes, para acabar en algún otro sombrío lugar. La nieve complicaba el andar del peatón y, ni hablar, de los conductores de autos; quienes apenas con suerte no chocaban los unos contra los otros.

- Como me gustaría en esta época, tener una buena excusa para ir a casa pronto. –suspiró triste al viento, el hombre de ojos negros cual noche. – Refugiarme entre los cálidos brazos de alguien que me ame...- un nuevo suspiro, pero de frustración. - ¡Maldición! ¡¿Es que no merezco una pizca de cariño después de todo lo que hice?! – exclamo, asustando a unos niños con sus padres. Quienes emprendieron la marcha, alejándose del adulto ex profesor.

Severus Snape, era él. Quien puso su vida en peligro por la causa correcta, para ayudar a derrotar a Voldemort y lo único que esperaba como mínimo era respeto. Pero lo que obtuvo a raíz de todo fue que lo repudiaran y eso lo llevó a aislarse de todos...O más bien todos se alejaban de él, como si de peste se tratase. Lo cual en otra etapa de su vida habría agradecido, pero ahora... todo era diferente.

Severus empezaba a pensar que moriría solo, que jamás nadie lo recordaría con cariño...

En eso estaba pensando, cuando se chocó con un joven ataviado con un saco de color esmeralda oscuro.

- Disculpe... - se adelantó el muchacho, mas al ver con quien choco, una hermosa y radiante sonrisa le saludó al anonado ex mortíago. – ¡¡Severus!! ¡Cuánto gusto me da verte! – le besa la mejilla, mientras que el otro apenas reacciona. Embobado con la radiante mirada del hombre de ojos verdes. - ¿Por qué no respondes mis cartas? ¿Ni mis invitaciones? Sabes que puedes venir a verme cuando quieras, no te hace bien aislarte...

- No me reproche, Potter. – le responde volviendo a la realidad. – No soy ningún niño, además no quiero incomodar a su novia con mi presencia... - susurra fríamente.

- Ja ja ja ja....- se ríe el chico de 20 años, logrando que el otro se maraville de la melodía de su risa. – Ginny y yo cortamos, lo sabrías si leyeras tu correspondencia. Además, tú no incomodas para nada. Me gusta mucho conversar contigo e intercambiar opiniones....Tienes las puertas de mi casa abiertas, solo tienes que decidirte a entrar...

- Espero que solo tengas abiertas las puertas... - susurro malicioso.

- Eeehhh... - Harry lo miro sin entender. – Severus, habla claro: ¿Qué significa eso? – dijo entrecerrando los ojos con sospecha.

- Nada en absoluto. – Severus rodó los ojos dando por finalizado el tema.

- Mmmm....

Entonces se despidieron para seguir con sus actividades y regresar a sus casas pronto. Sin embargo, el joven estaba por tener su mejor regalo de navidad de la vida por adelanto.

*****

Era el día 15 de diciembre, aun faltaba para la navidad. Pero como este año Harry había invitado a todos a su casa en Newquay * (en la parte norte de Cornwall, frente al océano Atlántico), que había comprado al vender la casa de los Black y el terreno de la casa del Valle de Godric, tenia que correr para tener todo en orden y que no se le escapara nada. Por suerte contaba con Kreacher y Winky, la novia de su elfo.

Estaba terminando de colocar las guirnaldas en forma de arbolitos multicolores, cuando el timbre sonó desestabilizándolo. Al intentar no caer de la silla, ya que no llegaba al marco de la alta ventana del salón comedor, se agarro de la perilla y la rompió.

Una frase navideña -Snarry-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora