Cartas interestelares

78 18 42
                                    

Hacía ya ocho años que había vuelto a mi planeta, a cuidar de la flor. Mucho tiempo había pasado, pero en en mi mente quedaron unos maravillosos recuerdos de el poco tiempo que estuve en la tierra. Unos recuerdos que, desde lo más profundo de mi pequeño corazón, deseaba revivir.

Entonces, un día decidí volver a ese mágico lugar repleto de amables personas, que además, sabían hacer unos dibujos espléndidos. Pero no sin antes coger mi flor que, por cierto, había crecído una barbaridad los últimos años. Sus pequeñas dos espinas se habían convertido en varias y enormes. Sus pétalos no se quedaban atrás, era magnífico el volumen que habían conseguido alcanzar.

Eché una última revisada a mi planeta y prometiéndole que había de volver pronto, para cortar los baobabs. Es cierto que ya no me preocupana tanto por ellos, dado que el cordero hacía un gran trabajo comiendolos todos. Miré hacia abajo, y al momento siguiente empecé a caer, y caer, y caer...

Unos minutos más tarde, aparecí en un sombrío lugar, coronado por un enorme castillo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Unos minutos más tarde, aparecí en un sombrío lugar, coronado por un enorme castillo.

-Que enorme... -Murmuré

Impresonado por la grandeza de aquella obra de arte, decidí adentrarme en aquel trepidante lugar, contemplando cada pequeño detalle.

Alcancé la grandiosa construcción, y nervioso por averiguar lo que había dentro, golpeé con mi puño repetidas veces un enorme portón, que se abrió con un estridente sonido, dejando a la vista la silueta de un hombre que posteriormente averigué que se llamaba Drácula, Conde Drácula.

-¿Quien ossa llamar a mi presencia? -Dijo con un extraño seseo.

-Muy buenas. -Le respondí

-¿Quien eres tú, enclenque?

-Soy el príncipe del asteroide B 612, pero puedes llamarme "Principito"

Me miró de una forma penetrante, que en su momento, no supe interpretar correctamente.

-¿Que quieres? -Dijo en tono despectivo.

-Entrar. -Respondí

Y entré.

Empecé a observar el entorno que me rodeaba, y vi unas maravillosas obras de arte.

-¿Has hecho tú esas pinturas? -Le pregunté.

Me miró sorprendido, y tras unos segundos, consiguió (más o menos) responderme.

-Eh... Sí, son mias.

-Dibujame una oveja.

-¿Qué?

-Dibujame una oveja. Para que le haga compañia a mi cordero. -Respondí

Ahora que sé que la emoción que había sentido Drácula era "perplejidad," tengo serias dudas sobre el por que los humanos tienen la manía de complicarse tanto las palabras. Sería más sencillo decir "extrañado" o "raro."

Cartas de un príncipe galáctico [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora