Capítulo 08

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Dolor, es todo lo que siento. La puerta se ha abierto con una fuerza antinatural y yo me he caído de espaldas. El dolor llega casi instantáneamente a todas las partes de mi cuerpo, dejándome sin una chispa de aire.

Estoy a punto de caer al desmayo cuando veo una figura oscura en la habitación del otro lado. Tiene una silueta humana, pero no veo nada más de eso, porque, unos momentos después, un montón de luces brillantes destellan mi mente.

En algún momento de mis sueños, y en alguna parte de mi mente, recuerdo otra vez a esa mujer de ojos cafés, volviendo a cantarme la misma canción que no logro distinguir. ¿Podrá ser mi madre? ¿Mi memoria está volviendo a la normalidad? Lo único que veo son fragmentos, y tal vez alguna que otra sensación de tranquilidad.

Entonces, cuando menos me lo espero, abro los ojos y vuelvo a la dura realidad.

Lo primero que veo es mi piel desnuda. Tengo puesta la ropa interior, pero alguien se encargó de quitarme el camisón. Estoy dentro de una tina; vacía y fría.

Levanto la cabeza y veo una nota justo a mis narices.

Una ducha no vendría mal, preciosa.

No lo entiendo. ¿No estaba enojado conmigo, por romperle su estúpido espejo? Me lo quedo pensando un segundo, pero no hago protestas. Me quedo ahí, sin hacer nada.

Y, de un momento a otro, el agua empieza a salir del otro extremo de la tina, a través de un grifo oxidado. Está tibia, y nada mal. Cierro los ojos y me dejo llevar, admito que la sensación es absolutamente relajante.

Siento como todos mis músculos se relajan poco a poco. Por primera vez, desde que tengo memoria, me siento bien.

Sin embargo, luego de unos minutos el agua empieza a hacerse más espesa. Se impregna un aroma muy raro en el aire, que cada vez se hace más fuerte y desagradable. Confundida, abro los ojos.

Y lo siguiente que veo, me deja sin aliento.

Rojo, rojo, y más líquido rojo.

Obsesión Anónima ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora