Pasaron diez mil años, diez mil historias y oportunidades, que no supe aprovechar, y ahora estoy acá, desilusionada de mi vida, de mi forma de actuar y de alejar a las personas que son importantes para mí.
Este ya no es el mismo mundo de antes, ya no hay vehículos ni tv, ni celulares. Después de las bombas nucleares no quedó nada, y por nada me refiero a que murieron miles de millones de personas, y algunas veces me pregunto por qué no pude morirme con ellos, la vida sería más fácil y corta, me puede haber ido con un lindo recuerdo de todos mis amigos, mi familia, mi casa y mi perro Ben; Oh! Como amaba a ese atado de pulgas con patas.
Me acuerdo ese día antes de mudarme, era de esos días calurosos de verano en donde no se podía salir a la calle sin transpirar dos litros de sudor. Tan solo era una chica de dieciocho años que decidió hacer algo diferente con su vida, no ser el estereotipo, -¿Qué tenían las personas con el estereotipo? Dios, no se puede vivir siempre como todos esperan.- Tal vez ... no, tal vez no, decidí no ir a la universidad y explorar los diferentes países como mochilera. Sí, tengo que admitir que la primera vez no me fue del todo bien, llegué hasta el Brasil y me quedé sin trabajo y por ende, sin plata. Tuve que llamar a mis padres y volver al pequeño refugio que teníamos en Argentina.
La segunda vez, logré ahorrar un montón de dinero en lo que tenía que trabajar como esclava en un restaurante y con lo conseguido salir del continente, sabía un poco de francés y hablaba bien el inglés pero por alguna extraña razón me costaba horrores comunicarme con la gente.
Me establecí en Barcelona y pude buscar un trabajo decente en una librería. Yo soy y era amante de los libros, me sentía tan bien con ellos, tan en mi lugar, mi sitio, que dejé de responder los e-mails de mis amigos, quería olvidar todo lo que tenía y empezar una vida nueva con amigos nuevos.
El día que comencé a trabajar, entable conversación con una de las muchachas que acomodaban los libros, era una chica tranquila y callada pero era muy buena, lo único extraño era que no quisiera decirme su nombre, yo le decía:
-¡Oye! ¿Por qué no me decís tu nombre?
-Simplemente no sería bueno para ti que sepáis mi nombre- decía ella con ese tono español. En ese momento quería preguntarle por qué pero me di cuenta que sería en vano.
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Diez mil años
Fantasy¿Qué pasaría si todo tu mundo se pone de cabeza? Vera Cooper se enfrentará a todo un mundo nuevo para ella. Pero ¿A qué costo? ¿El apocalipsis? ¿O todo es obra del gobierno?